La agitación popular por la causa Cromañón y el “Cromañón” educativo y hospitalario han vuelto a colocar al rojo vivo la crisis de poder en la Ciudad, es decir, la cuestión de la caída de Ibarra. Un editorial de Prensa Obrera (“¿Cae Ibarra?”) planteó hace dos meses las posibles alternativas de esa crisis, cuyo desenlace estaba en manos del kirchnerismo. No es que la crisis haya menguado, sino que el kirchnerismo no sabe qué hacer con la Capital. La Nación del 23/5 señala que el gobierno se encuentra dividido respecto del futuro de Ibarra. “Mientras que… Alberto Fernández intenta sostenerlo, (otro sector) baraja dos planes en caso de renuncia anticipada: uno, llamar a elecciones de nuevo jefe de gobierno el 23 de octubre, juntamente con las legislativas. Dos, intervenir la Ciudad”. Según esta versión, los sucesores “K” de Ibarra serían el duhaldista Juan José Alvarez o bien el motonauta de Menem, Daniel Scioli. Con esta elección conjunta (ejecutiva y legislativa), el gobierno iría “tras un triunfo plebiscitario en un distrito en el que hoy el Gobierno tiene muchas chances de perder”. Si —por el contrario— ese “plebiscito” fracasara, Kirchner se endosaría un golpe político brutal. Por eso, sigue paralizado ante el derrumbe de Ibarra.

Aunque algunos vean “calma chicha”, la crisis política de la Ciudad es explosiva; la “recuperación económica” ha puesto más al desnudo todavía la bancarrota de la infraestructura y del aparato estatales y el fracaso de la “gestión” capitalista del centroizquierda.