Políticas

1/5/1997|537

Un ‘Espejo’ para no mirarse

El periódico El Espejo (15/3), vocero de la Correpi, la corriente Agustín Tosco y otras expresiones afines, sostiene que la izquierda y el movimiento obrero combativo no deben presentar candidatos en las próximas elecciones de octubre. En cambio, proponen intervenir a través de un “voto protesta”. Es decir, anulando el voto, con consignas tales como: “por una herramienta política de los trabajadores”, “trabajo, justicia, decencia”, y “ningún partido nos representa”. Curiosamente, la‘herramienta’ política que proponen los abstencionistas debutaría renunciando a dar batalla contra la burguesía y sus representantes políticos y a oponer el programa y los representantes de la clase obrera a los partidos y candidatos del sistema.


Luego de atacar a la izquierda “que propone frentes electorales”, reclaman que ésta desista de presentar candidatos. No se conforman con su ‘propio’abstencionismo, sino que reclaman a toda la izquierda que se proscriba a sí misma. No es difícil ver que la receta de El Espejo deja campo libre a la manipulación electoral de los partidos burgueses y, en particular, del Frepaso, que pretende confiscar políticamente al movimiento obrero combativo.


Tirar la toalla


Los redactores de El Espejo pronostican “una nueva derrota” del movimiento obrero para las próximas elecciones de octubre, dando por perdidas batallas que aún no se han librado. En cambio, habría que concentrarse en “la calle y las luchas”. Pero los argumentos para justificar el derrotismo electoral —la superioridad material de la burguesía, las manipulaciones del régimen electoral, etc.—, podrían ser extendidos, sin embargo, a cualquier otro terreno de la lucha de clases: también la “acción directa” de los trabajadores se enfrenta a las maniobras y medios materiales de los explotadores. Nada de esto le ha impedido al movimiento obrero obtener victorias parciales, reforzar y cohesionar sus filas, avanzar en el terreno de su organización independiente. Todo ello vale, por supuesto, para una batalla electoral y parlamentaria de la clase obrera. Pero con su método y argumentos, los redactores de El Espejo se han dado por vencidos en todos los terrenos de la lucha de clases, no solamente en el electoral. Por eso, son ahora activos ‘defensores’ de la atomización política de la clase obrera. Lo que, en 1997, equivale a propugnar su sometimiento al centroizquierda.


El ‘programa’ de la herramienta política


La Agustín Tosco no plantea la anulación de las privatizaciones del menemismo, ni la reestatización de las mismas para colocarlas bajo control obrero. Sólo reclama, hacia el futuro, la “suspensión inmediata de todas las licitaciones de empresas y bienes del Estado” y, hacia ‘atrás’, que una comisión popular de control integrada también por parlamentarios “investigue los contratos de ventas de las empresas públicas y bienes del Estado ya pasados a manos privadas”. Como el ‘Chacho’y ‘Graciela’, los abstencionistas no critican las privatizaciones como una confiscación capitalista de las masas a favor de un puñado de pulpos. La Agustín Tosco sólo reclama “investigar”, es decir que llama la atención sobre los ‘excesos’ y ‘corruptelas’ en la venta de empresas públicas. Lo mismo piden los representantes políticos de algunas mafias capitalistas (Cavallo, Beliz) en su lucha contra otras. La Agustín Tosco sí exige ‘suspender’ las privatizaciones que vienen: pero lo mismo reclaman los Chacho y Cavallo a cuenta de la Federal Express, ¡para que el Correo y los aeropuertos no queden en manos de Yabrán!


Los abstencionistas pretenden dirigir “la construcción de un partido de trabajadores”. Pero no plantean, siquiera genéricamente, la cuestión del gobierno de los trabajadores. Tampoco está presente la necesidad política de echar a Menem y a Duhalde. En cambio, plantean que una Comisión Popular de Control y una Comisión parlamentaria “investiguen los casos de corrupción administrativa”. Para la Agustín Tosco, la corrupción se acabaría si el Parlamento investigara, y no si la clase obrera se erige en clase dominante. Se explica, por lo tanto, que no quieran presentar candidaturas, porque para levantar ese programa sólo es necesario ejercer una presión sobre las instituciones del Estado, y no luchar por su destrucción.


Tampoco plantean el desconocimiento de la deuda externa, sino la “suspensión” de su pago.


Los abstencionistas justifican su posición en el fracaso de experiencias como las de ‘Izquierda Unida’. Pero en vez de superar las limitaciones del frentismo democratizante, los redactores de El Espejo han optado por involucionar definitivamente y transformarse en sostenedores vergonzantes del centroizquierdismo.