Políticas

22/5/1997|540

“Un fantasma recorre la Argentina”

La declaración de la Pastoral Social, que saluda el ‘acuerdo laboral’ entre la burocracia de la CGT y el gobierno menemista, apunta más lejos que a un apoyo a la reducción de los salarios y la flexibilidad laboral.


El clero, en el texto del pronunciamiento, se empeña en oponer lo que llama el “acercamiento” entre las partes del “conflicto social”, a las manifestaciones de lucha recientes, en clara alusión a Cutral Co-Plaza Huincul, Tartagal-Mosconi y San Lorenzo-Rosario. No le importa que el ‘acercamiento’ signifique la pérdida de conquistas laborales históricas, mientras que el ‘conflicto’ obligó al gobierno a contemplar una parte de los reclamos de los desocupados.


El obispo de Orán jugó un papel central en el desmontaje de los cortes de ruta en Salta y en el sacrificio consiguiente de gran parte de las reivindicaciones de los compañeros desocupados.


En consonancia con el planteo firmado por Primatesta, las grandes patronales comenzaron a modificar sus críticas contra lo que habían bautizado de ‘pacto negro’. Ahora caracterizan el acuerdo CGT-Menem como “un paso adelante”. El cambio de opinión de la patronal no lo provocó ninguna modificación en los términos del ‘acuerdo laboral’, sino la compartida percepción con el clero de que había que buscar el ‘acercamiento’ para desmantelar las puebladas provinciales.


También el Banco Mundial anunció su apoyo al ‘pacto negro’, asegurando que constituye un avance en el encarecimiento de la salud y en la privatización de las obras sociales.


El desmontaje de las puebladas se ha convertido en la preocupación estratégica de los capitalistas y de sus agentes. Por eso Terragno y el ‘Cavallo’ Alvarez dedican el espacio principal de sus campañas electorales a pregonar la necesidad de crear “trabajos comunitarios”, que no son otra cosa que un horrible plagio del ‘plan Trabajar’ del menemismo o de los ‘contratos precarios’ que reclama el Banco Mundial, pero aplicados a la obra pública.


La misma receta reclama la CTA, aunque desde mucho antes que ahora: subsidios a los capitalistas que ofrezcan ‘contratos precarios’ a los desocupados. La dirección de la CTA se ha opuesto con reiteración al seguro al desocupado, de 400 pesos, ni hablar de que los fondos de la deuda externa se apliquen a la creación de trabajo en lugar de dilapidarlos con los banqueros acreedores.


Hay que remarcar que ese seguro ya aparece como reivindicación en todas las puebladas.


El planteo de la Pastoral ha oficializado la estrategia de toda la burguesía para contener la posibilidad de nuevas puebladas y para aislar las que no pueda evitar.


O para contener y derrotar a las grandes luchas en la industria, como Atlántida, como Fiat, como Celulosa, como las fábricas del pescado en Mar del Plata, como Ford, Siderca o las metalúrgicas de Tierra del Fuego.


Se impone la evidencia:”Un fantasma recorre el mundo”, al menos en Argentina.


La clase obrera necesita formular su propia estrategia.


Sindicalizar masivamente a los desocupados, en forma autónoma, para luchar nacionalmente por los 400 pesos de seguro.


Establecer las interfabriles en todas las concentraciones industriales para luchar en forma conjunta contra la ‘reforma’ y ‘flexibilidad laborales’, para repartir las horas de trabajo cuando la patronal quiere despedir, para comenzar una campaña por un aumento masivo de los salarios, para defender a los activistas y delegados sometidos a persecución ‘penal’.


Lanzar una campaña por un fondo nacional de huelga, que prepare las luchas mediante la promoción de la solidaridad obrera a nivel nacional e internacional.


Hay que exigir a todos los sindicatos, no importa cuán traidores sean sus dirigentes, que se convoquen plenarios de delegados y asambleas para impulsar pliegos reivindicativos de conjunto y la defensa de los trabajadores en lucha.


Este programa de acción emerge como una conclusión clara de todas las últimas luchas. La conclusión más general se refiere a la necesidad de la completa independencia de los trabajadores, con referencia a los partidos llamados populares, que mal disimulan su condición de instrumentos del capitalismo.


Pero es precisamente la necesidad de esta independencia de clase la que exige que los obreros intervengamos en las próximas elecciones, con una plataforma y una organización propias. Ceder el terreno de la lucha electoral por la conquista de la masa de la opinión pública de los trabajadores, a los partidos patronales, constituye una concesión de características estratégicas al enemigo de clase.


La desconfianza de los trabajadores a la manipulación política que caracteriza a los procesos electorales, debe ser superada por la lucha franca contra los partidos patronales que los manipulan. La clase obrera debe organizarse para desenmascarar la mentira de la democracia capitalista y de sus partidos, una labor necesaria para potenciar el conjunto de las luchas populares.


Con la finalidad de impulsar una política de conjunto de los trabajadores ante la situación excepcional que vive el país, el Partido Obrero convoca a organizar una Asamblea Nacional de todas las organizaciones que luchan, sean partidistas o no partidistas.