Políticas

18/4/1995|444

Un gobierno cada vez más débil

A los “escépticos”, la situación argentina los debe tener desconcertados. De tanto repetir que el “neoliberalismo” había triunfado, que la clase obrera había “desaparecido”, que el hundimiento de la burocracia rusa y del muro de Berlín habían asentado un dominio sin rivalidad de parte del imperialismo; en resumen, a fuerza de una completa capitulación ante la ideología dominante, los “escépticos” no podían prever ni el derrumbe del “plan” Cavallo ni la rebelión popular que ese derrumbe no podía dejar de provocar. El hundimiento de los “planes” Cavallo se extiende a un número cada vez mayor de países, no sólo desarrollados sino avanzados y, lo que es más notable, su vigencia se reduce a pocos meses, como está ocurriendo en Brasil.


La semana que acaba de transcurrir, sin embargo, tuvo su propia peculiaridad, pues combinó como nunca en los meses previos la crisis económica con la lucha obrera y popular. En Tierra del Fuego se asistió a una virtual sublevación de la población toda; en Jujuy, unos 10.000 manifestantes sitiaron la Legislatura y la obligaron a derogar los decretos de necesidad y urgencia del gobernador; en Córdoba, una manifestación con antorchas, de 15.000 personas, anunció la masividad del paro general que se espera para hoy, martes 18; en Paraná, la lucha de los estatales va cobrando cada vez mayor vigor, radicalización y masividad.


Los trabajadores violentan la legalidad burguesa para responder a la violación de sus derechos básicos, y a veces constitucionales, de parte de la burguesía. Esta tendencia deberá extenderse a todo el país, por una razón muy simple: no se abonan los salarios desde enero o febrero y los despidos y suspensiones ya tienen un promedio de 300 personas por día. Esto explica que Cavallo se quiera curar en salud y evitar que se declaren en quiebra, antes del 14 de mayo, entre cuarenta y cien bancos, con su correspondiente secuela de caos.


Menem y Cavallo vuelven a protagonizar (síntoma de la agudeza de la crisis) un papel de árbitros entre los grandes capitalistas y las masas. Apelando al temor de una crisis incontrolable, Cavallo pretende limitar la presión de los grandes banqueros que le exigen la resolución de la bancarrota financiera antes de las elecciones, aun arriesgando el peligro de una devaluación. El ministro de economía no está sino cobrando en su misma moneda, ya que fue precisamente con una corrida bancaria y con la hiperinflación con que alimentó las brasas, en 1989, antes y después de la derrota electoral de Alfonsín.


Desesperados por ponerse en sintonía con los grandes intereses capitalistas, Bordón y Terragno (éste ya está reemplazando a Massaccesi) han empezado a llamar a las cosas por su nombre. El primero acaba de declarar que el plan Cavallo está agotado, mientras que el segundo, más preciso, dijo que había que abandonar el plan de convertibilidad. Este es, precisamente, el recambio que prepara el gran capital —el abandono de la política oficial y la inauguración de otra que pasa por la devaluación de la moneda y un re-ajuste de las relaciones económicas internacionales de la burguesía argentina. Sin este reacomodamiento, la patronal carece de un marco y de una política de conjunto para seguir aplicando la flexibilidad laboral y el abaratamiento y superexplotación de la fuerza de trabajo.


La fractura vertebral que plantea el derrumbe del “plan” Cavallo ya ha abierto una crisis política y las correspondientes maniobras para superarla. Crece el apoyo económico de los grandes capitalistas a Bordón, para que el mendocino pueda llegar al segundo turno. Si las encuestas no llegaran a darle esa posibilidad, es altamente probable que una parte de los “capitanes de la industria” acentúe la fuga de capitales, con el apoyo de un sector de la banca internacional, para romper la línea de resistencia electoral del menemismo o, complementariamente, forzar a un acuerdo Frepaso-UCR antes del primer turno. Según algunas versiones, Massaccesi retiraría su candidatura a cambio del apoyo de Bordón a los candidatos radicales a las gobernaciones, y López Murphy y Terragno podrían ser el ministro de economía o jefe de gabinete, respectivamente. Una reelección de Menem impediría que la responsabilidad por  los paquetazos anti-obreros que se prevén para el segundo semestre pueda ser adjudicada al gobierno precedente.


Una fuerte manifestación de la crisis que enfrenta la sucesión de Menem la constituye el rechazo de Erman González a las medidas bancarias de Cavallo de semana santa. Es claro que el diputado riojano actúa como vocero de la gran banca y refleja la inviabilidad de esos anuncios. Cavallo se limitó a suspender a cuatro pequeños bancos, cuando es oficial que son cuarenta los bancos que no devuelven sus depósitos, por un equivalente a 10-12.000 millones de dólares. Los grandes bancos, por su parte, no han superado la desvalorización que les ha ocasionado a sus capitales la caída de las inversiones que tenían en la Bolsa o en el mercado inmobiliario. La garantía de los depósitos ofrecida por Cavallo, no tiene, por otra parte, ningún valor, porque no asegura el valor de los depósitos en pesos en caso de una devaluación. La pretensión del gobierno de evitar que una gran cantidad de bancos sea declarada en quiebra se encuentra en contradicción con el hecho de que el Fondo Fiduciario, encargado de rescatar a los bancos en crisis, estará en manos de los bancos más poderosos, que ya han declarado su interés por dejar en pie a sólo 60 de los 180 bancos que aún existen.


La situación económica se encuentra empantanada, y esto es lo peor que puede ocurrirle a un gobierno capitalista. En este marco, se acaba de saber que el déficit fiscal para los tres primeros meses del año ha sido superior al pactado con el FMI, lo que echa una sombra grande a las posibilidades de que se pueda pagar la deuda externa de este año con los recursos del impuestazo y de los bonos “patrióticos”. A medida que se anuncia la superación de la crisis, la cesación de pagos se hace más próxima. El total de la deuda externa privada que vence antes de junio es de 834 millones de dólares, en tanto que la pública es de 3.000 millones (Ambito, 17/4)


Toda gran crisis económica, especialmente cuando es acompañada por una convulsión social creciente, es capaz de despertar a los muertos. Esto explica la reaparición del CTA y del MTA, y más aún el realineamiento de un sector de la burocracia de la CGT. Los burócratas del CTA se van viendo obligados a modificar la única actividad que tenían agendada para este año, sus elecciones directas el 6 de junio, y empezar a convocar a algunas manifestaciones; para tanto, tuvo que ser asesinado el compañero Choque en Tierra del Fuego. Este sector de la burocracia está a la espera de un triunfo de Bordón para saber a qué atenerse —fuera de eso va a la rastra, rastreramente, de los acontecimientos.


Es necesario que la vanguardia de la clase obrera, es decir, los luchadores, conquisten una real independencia política, es decir, aprecien correctamente la situación: una crisis fulminante por arriba, limite de la tolerancia popular con la miseria por abajo, insustituibilidad de la acción directa de las masas para hacer frente a la catástrofe que las amenaza.


Las elecciones del 14 de mayo se tranforman cada día más en una ceremonia vacía de contenido, no sólo para la clase obrera sino para todas las clases sociales, incluidos los explotadores. Está claro que el desenlace de la crisis no va a tener lugar en las urnas. Después de las elecciones, al que le toque el turno del gobierno le tocará también la tarea de enfrentar una crisis descomunal y una viva resistencia popular, acicateada por la desilusión de seis años de mentiras menemistas, libre-mercadistas y estabilizadoras. La campaña electoral se torna cada vez más para los socialistas revolucionarios en una campaña política de preparación de las masas y la vanguardia para jornadas fundamentales y, quizás, decisivas.


¡Que la crisis la paguen ellos!