Políticas

28/11/2002|782

Un programa de lucha contra el hambre

La lucha contra el hambre exige una movilización nacional centralizada de recursos económicos, financieros y humanos que sólo se puede imponer mediante la movilización de la clase obrera y los explotados.


1. Argentina produce alimentos para abastecer a 300 millones de personas. Hay que poner inmediatamente esos alimentos a disposición de los hambrientos, para lo cual hay que requisarlos allí donde se encuentran: en los grandes pulpos exportadores de granos y carne, en los grandes concentradores de granos, frutas y verduras, en las grandes fábricas alimenticias y en las cadenas de supermercados. Para imponer estas requisas es imprescindible el control de la producción por parte de los trabajadores de la alimentación, de los trabajadores rurales y de los trabajadores de supermercados.


2. Con los alimentos requisados, establecer stocks de emergencia en cada provincia y municipalidad, bajo el control y la administración de las organizaciones obreras y piqueteras y de las asambleas populares.


3. Las crónicas informan que los hospitales públicos no dan abasto para atender los casos de niños desnutridos. Para enfrentar la catástrofe, hay que requisar las camas e instalaciones de los grandes sanatorios privados y las prepagas para internar inmediatamente a los pibes que se mueren por falta de atención médica. Para abrir los sanatorios y las prepagas a los pibes desnutridos, hay que imponer el control obrero por parte de los trabajadores de la salud.


4. Tanto los hospitales, como los padres de los pibes carecen de los medicamentos necesarios para salvarlos. Pero los pulpos farmacéuticos acaparan los medicamentos, que aumentaron un 200% desde enero. Hay que requisar los grandes laboratorios para obtener los medicamentos que pueden salvar miles de vidas. Para ello, es necesario el control obrero de la industria farmacéutica por sus trabajadores.


5. El servicio de transporte debe ser movilizado para la distribución de alimentos y medicinas y el tras lado de enfermos. En los camiones y en transporte colectivo, en los trenes y aviones, y en el transporte fluvial y marítimo, el traslado de enfermos, alimentos y medicinas debe tener prioridad absoluta sobre cualquier otro despacho, para lo cual es necesario el control obrero en todas las ramas del transporte. Para ampliar las redes de distribución es necesario requisar en las grandes terminales automotrices los camiones y camionetas necesarios para que los alimentos y las medicinas lleguen a todos los rincones del país.


6. Para enfrentar la hambruna es necesario requisar a los grandes pulpos petroleros y de la energía el combustible que se requiera para movilizar el transporte de alimentos, medicamentos y enfermos. Para esto es necesario el control obrero de la industria petrolera y de la energía por parte de sus trabajadores.


7. Las “redes asistenciales” de los gobiernos provinciales y municipales, y los punteros, han demostrado su inutilidad en el combate contra el hambre. Las escuelas y los comedores comunitarios, populares y piqueteros tienen que ser el eje de la distribución de alimentos. Que se amplíe inmediatamente su capacidad y que se abran allí donde todavía no existen, lo que implica requisar los locales necesarios para su funcionamiento. Los trabajadores de los comedores y merenderos deben ser incorporados a la planta permanente de los municipios.


8. Los sindicatos deben ser movilizados en la lucha contra el hambre. Para imponer las requisas de alimentos y medicamentos, para distribuirlos, para organizar comedores, para detectar a las familias hambrientas, para establecer el control obrero en las industrias y ramas relacionadas con la lucha contra el hambre. La parálisis de la burocracia sindical frente a la catástrofe del hambre es otro ítem de su larga lista de crímenes y traiciones.


9. Para financiar esta movilización nacional contra el hambre es necesario imponer un impuesto de emergencia a los grandes bancos, a las grandes empresas y a las grandes fortunas personales, es decir a los responsables de la miseria del pueblo trabajador. Para impedir la evasión de este impuesto de emergencia y para impedir la fuga de divisas del país es imprescindible el control obrero del sistema financiero y de la recaudación impositiva, y el monopolio del comercio exterior.