Políticas

3/12/2009|1111

Una “Constituyente Social” con 100 preguntas

Y ninguna flor

Una parte de la dirección de la CTA ha colocado en el centro de su estrategia política la llamada “Constituyente Social”. Recientemente se realizó en la ciudad de Neuquén el segundo Encuentro.

La pregunta a esta altura del largo rodaje es saber exactamente qué es la Constituyente Social, su programa y sus objetivos. Aquí nos encontramos ante un enorme vacío político. No son los críticos, sino los propios creadores de la Constituyente Social los que dilatan las respuestas concretas.

Sus dirigentes se han encargado de señalar qué poco avanzaron en los encuentros de Jujuy y Neuquén. Graciela Iturraspe, secretaria de Relaciones Públicas de la CTA de la provincia de Buenos Aires, afirma que recién en un futuro congreso, en 2010, la “Constituyente” elaborará un programa; o sea que no tiene una respuesta a la inmensa crisis política del país. La página web de la Constituyente Social llamativamente contiene 100 preguntas del “campo popular”, pero… ninguna respuesta. El lugar de la caracterización lo ocupa la ambigüedad.

La “Constituyente Social” es un llamado a “todos los sectores sociales” a “un compromiso de toda la sociedad para terminar con el invento del hambre en la Argentina” (sitio web de la CTA). A este compromiso se llegaría mediante la “consulta popular”, el “presupuesto participativo” y una “paritaria social”. O sea: bla, bla, bla. Estos mecanismos tienen que ser aprobadas por los “trasmisores parlamentarios”.

Pero los “trasmisores” han brillado por su ausencia en dos décadas. Los Marta Maffei, los Basteiro, los Depetri, los D’Elía. Ahora le ha llegado el turno a Lozano y Pino Solanas. La CTA ha distribuido los huevos (sus representantes) en distintas canastas políticas, con resultados nefastos.

La distribución de la riqueza

Las patronales más negreras, los capitalistas de todos los colores, los sociólogos y todos los economistas con lágrimas de cocodrilo se llenan la boca con la pobreza y también con la distribución de la riqueza. Pero la mayoría de ellos es incapaz de proponer otra cosa que programas de ‘protección social’ financiados y controlados por el Banco Mundial. La solución para ellos es la asistencia social; es decir, proteger la explotación del trabajo por el capital.

La ‘redistribución’ no dice nada acerca de obligar al capital a ceder una parte de sus beneficios a los obreros mediante un aumento general de salarios; o de liquidar la flexibilización laboral para obligar a tomar más trabajadores, o directamente repartir las horas de trabajo. Una “redistribución” sin esto es una redistribución de la pobreza.

A las 100 preguntas sin respuesta de la Constituyente Social en relación con la redistribución, contestamos una en forma contundente: se arranca mediante la lucha de clases, no mediante la concertación.

La Constituyente Social omite una caracterización del gobierno. Los propios dirigentes de la CTA están divididos entre el apoyo al gobierno y a la Mesa de Enlace. Yasky fue el gran ausente de la segunda reunión “constituyente” de Neuquén.

Construcción política

La Constituyente Social realizada en Jujuy hace un año propuso “extender al país el modelo organizativo” de la Tupac Amaru de Jujuy. El “modelo” de Milagro Sala se basa en la explotación en negro de trabajadores “cooperativizados” y es “reconocida” (por la burguesía) como garantía de “estabilidad institucional” de los gobiernos jujeños. Ahora, la CTA se propone completar la fórmula extendendiendo al país “el modelo de construcción política” del UNE de Neuquén, el cual integra –junto al PJ, la UCR, Recrear y Libres del Sur– el gobierno municipal de la capital provincial; algo similar ha decidido al integrarse al “gabinete social” de Capitanich en el Chaco.

La “Constituyente Social” nunca pasará de ser una mera enunciación y una secuencia sucesiva de actos por una razón muy simple: se encuentra completamente divorciada de las luchas de los trabajadores y de una estrategia de oposición clasista al Estado de los capitalistas y del hambre.

Los trabajadores debemos tomar en nuestras manos, en la etapa presente, la construcción de un partido político de la clase obrera. Lo demás es integrar a representantes obreros a los partidos burgueses de turno con la carga de frustraciones y cooptaciones que han generado (o degenerado).