Políticas

18/5/2006|946

Una convocatoria de menemistas y aliancistas


El 19 y 20 de diciembre de 2001, el pueblo echó efectivamente de las plazas y lugares públicos a los viejos políticos que llevaron a Argentina a una bancarrota descomunal.


 


Ahora esos mismos políticos, con el Presidente a la cabeza, creen que les llegó la hora de la revancha.


 


Porque, históricamente hablando, han venido buscando la revancha.


 


Por eso no ocultan que pretenden ‘recuperar’ la Plaza — pero ¿de quién, sino de los que los echaron?


 


Los convocantes son, en su inmensa mayoría, ex menemistas y ex aliancistas, amontonados por Kirchner a fuerza de prebendas.


 


Kirchner convoca a la Plaza en nombre de la ‘burguesía nacional’, o sea de la clase que se quedó con la plata y los salarios de millones de argentinos.


 


Exhibe como blasón la ‘recuperación económica’, que ha enriquecido a los grandes pulpos, le ha tirado unas migajas a un reducido grupo de la clase media, pero tiene a los obreros debajo de la canasta familiar y a la mitad de esos obreros debajo de la canasta de pobreza.


 


La ‘recuperación’ es capitalista hasta los tuétanos, o sea el resultado de la superexplotación de los trabajadores.


 


El resultado de bajos salarios, trabajos precarios, ritmos infernales de producción y desconocimiento de los derechos sociales — como, por ejemplo, la jubilación.


 


El matrimonio oficial cree que está llamando a una epopeya, o sea que ni se da cuenta del tamaño de su farsa.


 


¿O acaso pueden invocar una ‘causa nacional’ los que conspiran contra la nacionalización boliviana en defensa de los pulpos internacionales del petróleo?


 


La Plaza del Sí se valdrá de los aparatos que supo montar el duhaldismo para forzar a los que dependen de los municipios a dar presente.


 


Lo mismo ocurre con los alcahuetes de la burocracia sindical, que en los últimos convenios colectivos cobraron el cheque de las donaciones patronales como premio por la entrega de las reivindicaciones de los asalariados.


 


Se trata de un intento de restauración sin futuro, que llamamos a derrotar políticamente, construyendo una alternativa obrera y socialista.