Políticas

27/3/2003|794

Una nueva crisis con el “corralón”

Según los diarios, “el presidente Eduardo Duhalde congeló la propuesta que le acercó la semana última el ministro de Economía, Roberto Lavagna, para liberar el corralón en forma total y definitiva, un objetivo político que el jefe del Estado no deja de perseguir, aunque no cumplirá bajo el riesgo de ser acusado de favorecer al sector financiero” (La Nación, 26/3). La razón sería más simple: Duhalde podría terminar en cana por el insólito y desproporcionado beneficio que Lavagna acordó con los banqueros.


La Nación comenta que los aspectos que cuestionaría Duhalde al arreglo Lavagna-banqueros son:


• Se exceptuaría a los bancos de la actual obligación de cancelar los redescuentos ante el Bcra por el mismo monto en que devuelven depósitos.


• Se les concede a los bancos un bono de compensación por la pesificación asimétrica, de 17 mil millones de pesos.


• Les entregarían a los bancos un bono para compensar los amparos pagados en el pasado y en el futuro por las entidades hasta el valor de la cotización del dólar al momento del pago.


• Se les ofrecería a los ahorristas un bono en dólares a 10 años de plazo para compensar la diferencia entre lo que pagarán los bancos por los depósitos, 1,40 peso más CER (2,04 pesos), y el valor del dólar a ese momento. Quien no acepte el bono podrá optar por mantener su dinero en el banco y esperar el vencimiento, o bien recurrir a la Justicia.


Con todo, lo más importante es algo que La Nación no menciona. En la propuesta de Lavagna se plantea estirar los plazos de los 17.000 millones de pesos en redescuentos dados por el Banco Central a los bancos y reducir la tasa de interés “de manera de quedar calzados con los vencimientos de los títulos públicos en cartera de los bancos”. Esto lo informó la consultora que dirige Mario Vicens, presidente de Aba, la cámara patronal que reúne a los grandes banqueros. Con esto, los banqueros cancelarían los redescuentos con los bonos de la deuda que tienen en su poder, tomados al 100% de su valor.


Todo esto implica una factura de más de 10.000 millones de dólares, que se agrega a los 12.282 millones de dólares que el gobierno ya les reconoció a los banqueros: en total unos 23.000 millones de dólares.


De todas maneras, los banqueros temen que: “Si bien entendemos que hay buenas chances de lograr una alta tasa de retención (de los depósitos atrapados en el corralón), en caso de que esto no ocurriese el daño potencial para el sistema y la estabilidad económica sería muy significativo, por lo que creemos que un mayor escalonamiento sería más recomendable” (Vicens, 20/3).


En otras palabras: toda clase de prebendas y subsidios a los banqueros, pero la apertura del corralón debería ser gradual, porque todo podría irse a pique – es el mensaje de los banqueros al gobierno. Pero esto significa que el gobierno paga los costos – mayor endeudamiento público – y no tendría siquiera el beneficio de anular el corralón.


Además, los ahorristas que canjearon el año pasado sus depósitos por bonos, presionados por el gobierno y los bancos, terminan perdiendo más que aquellos que desoyeron la recomendación oficial y de la banca. Los primeros perdieron la mitad de los depósitos (recibieron todo el depósito en bonos), mientras los actuales depositantes perderían un 20% (reciben una parte a 1,40 más CER y el resto en bonos). Por eso, se teme que todos esos ahorristas inicien un juicio nuevo al Estado por la diferencia.


Como se ve, el rescate de la banca es impresionante y la contrapartida es un aumento de la deuda pública. Lavagna, de la mano de los banqueros, metió a Duhalde en un brete y el “Cabezón” no sabe por dónde salir.


Todo este desfalco está siendo alentado por los banqueros nacionales y populares de Feletti y Carlos Heller y los economistas “progres” del Plan Fénix. Estos sacaron un comunicado diciendo que el aumento de la deuda pública “es un costo excesivo que los depositantes impondrán al conjunto de la sociedad y que impedirá la recuperación económica…” (Ciudad Universitaria, 13/3).


Las viudas frepasistas y radicales no saben distinguir entre un ahorrista confiscado y un banquero expropiador.