Políticas

26/7/2012|1232

Una reforma electoral reaccionaria

El macrismo presentó su propia versión de reforma política para la Ciudad, inspirada en la que hizo el kirchnerismo. Al igual que esta, establece la realización de elecciones primarias obligatorias, pero eleva del 1,5% al 3% el piso de votos mínimos necesarios para poder acceder a la elección general. El piso resulta más alto que el porcentaje que se necesita para consagrar un legislador; o sea que podrían quedar excluidas fuerzas que lograrían conseguir una banca. El macrismo alega la necesidad de superar la fragmentación política que existe en la Legislatura, pero esta es el resultado de la crisis política de los partidos tradicionales. Lo que busca el macrismo es coaccionar a muchos radicales y peronistas a sumarse a las listas del PRO, para tener la posibilidad de llegar a la Legislatura.


La reforma contempla establecer la “boleta única”, lo que eliminaría el interés por sustraer boletas del adversario. Pero la boleta única del macrismo sólo enumera a los tres primeros candidatos; es decir que el elector no podrá marcar otros candidatos que sean de su preferencia; los ocultos podrían resultar electos sin aparecer siquiera en la boleta. ¡Y a esto se le llama “renovación de la política”! La reforma tampoco elimina la manipulación a la hora del recuento, donde se podrían alterar las cruces en la boleta, que marcan la preferencia del elector.


Las primarias solamente consagrarían al candidato a Jefe de gobierno, no al vice -un puesto que luego podría ser ocupado por el candidato a Jefe que perdió la votación. Se trata de una cláusula que responde a las necesidades políticas del macrismo, que está cruzado por fuertes disputas a su interior.


La modificación del sistema electoral en la Ciudad separa las elecciones locales de las nacionales. Esto permitirá hacer alianzas distintas para las elecciones de la Ciudad y para las de cargos federales.


La reforma electoral macrista no establece una distribución significativa de fondos para las listas, mientras el oficialismo local gasta fortunas en publicidad.


Se trata de una reforma electoral reaccionaria.