Políticas

26/4/2007|989

Una secta no deja de serlo porque se haga chavista

Pero el montón de palabras que puebla la presentación de este acople oculta que se trata de una operación para apoyar la formación del partido único que promueve Chávez en Venezuela, donde no están previstos —como el propio Chávez no esconde— ni el ‘pluralismo’ ni ‘la libertad de tendencias’, esto porque todo su propósito es la regimentación estatal del ascendente movimiento obrero venezolano.


Los firmantes se expresan, claro está, de otro modo. “Juntos —dicen— entendemos que no es posible colocarse fuera del proceso y del sentimiento bolivariano que embarga a las masas, a condición, como lo hacen sectores de la izquierda doctrinaria y sectaria, de considerar a millones de venezolanos sólo como gente engañada y aturdida por el nacionalismo burgués, al que se debería desenmascarar desde afuera, mediante candidaturas obreras antichavistas y seudo-partidos minúsculos de propaganda.”


Se trata de un texto de antología, pero no en el buen sentido de la palabra. Para los autores, el proceso bolivariano tiene un carácter histórico transparente, o sea que no transpira ni una gota de ideología o de falsa conciencia, de modo que cuando Chávez proclama el “socialismo del siglo XXI” estaría señalando como su real objetivo la abolición de la explotación del hombre por el hombre. Si esto es así, no ha habido en la historia una persona más soberbia o estúpida que el propio Lenin, con sus advertencias infatigables (al igual que la III Internacional) acerca del ropaje socialista con que se envuelve el nacionalismo burgués para bloquear el desarrollo político independiente del proletariado. Lo que el matrimonio intrafamiliar está diciendo es que ha hecho suyo el nacionalismo burgués de Chávez y que considera inaceptable una postura de crítica socialista al proceso nacional bolivariano.


Pero la antología en cuestión va más allá, porque aunque los grupos que se unen en forma plural lleven nombres en griego, caen en contradicciones que no resisten ni la prueba del sentido común. Es así que repudian a los que pretenden “desenmascarar (‘al nacionalismo burgués’) desde afuera”, lo que supone que ellos se proponen hacerlo ‘desde adentro’. Si esto es así admiten todas las pavadas que han escrito sobre el ‘engaño’ o ‘aturdimiento’ de las ‘masas venezolanas’; si no es ese el propósito se han convertido en soldados disciplinados del nacionalismo militar venezolano y en agentes del Estado nacionalista en las organizaciones obreras o populares.


Nacionalismo y socialismo


Como ocurre con frecuencia con los oportunistas, también en este caso pretenden hacer gala de realismo. ‘No queremos ser sectas que actúan desde afuera’, se enardecen el MST-Praxis (ya definitivamente unidos), sin siquiera percibir que la aceptación del partido único no les cambia en lo más mínimo su condición de secta; sólo que ahora siguen siendo la mismísima secta que antes pero en el campo del nacionalismo burgués y del Estado. Nadie mejor que el Partido Obrero sabe de la importancia de intervenir en los procesos nacionales de las masas, como lo prueba (entre muchísimos otros hechos) nuestro apoyo al levantamiento popular encabezado por el teniente coronel Hugo Chávez, en Venezuela, en 1992, mientras toda la jauría ‘plural’ y ‘democratizante’, incluido por sobre todo el MAS (el padre putativo del MST y de Praxis), salía histérica a defender la ‘democracia’ de Carlos Andrés Pérez. Los sectarios que luego cambian de ropa han llegado siempre tarde a los procesos nacionales, como lo resalta muy bien una crítica a una biografía de Nahuel Moreno publicada recientemente en estas páginas. De lo que se trata es de intervenir en los procesos nacionales como partido, como partido obrero y socialista; por eso, antes que nada hay que asegurar que la vanguardia obrera no se disuelva en partidos únicos dirigidos por militares, sino que primero se agrupe en partido y que exponga un programa. Cuando se ingresa tardíamente a un proceso nacional como secta, la experiencia termina convirtiendo a los líderes de las sectas en cuestión en asesores de gabinete del nacionalismo. Esto ha ocurrido con enorme frecuencia en el campo de la izquierda internacional, cuando se ha transmutado de secta marxista en secta nacionalista. La experiencia nacionalista más grande de toda la historia mundial (nos referimos a las revoluciones chinas desde 1912 hasta 1949, que superan por lejos cualquier cosa que ocurra en Venezuela), se desarrolló en torno, precisamente, a esta contradicción estratégica, o sea la necesidad de intervenir en un proceso nacional como partido revolucionario de la clase obrera. Cuando se fundó el partido comunista chino, en 1921, tenía menos miembros que la izquierda clasista venezolana —ni qué hablar si lo comparamos con el tamaño del país y el número de sus habitantes, o con las proporciones enormes que había adquirido el partido nacionalista en cuestión, el Kuomintang.


El MST-Praxis se ha pasado, simplemente, al nacionalismo militar con los argumentos repodridos ya escuchados mil veces en Argentina: el ‘sentimiento’ de las masas. ¿O el peronismo no es un ‘sentimiento’? ¿O no es verdad que antes de reconvertirla a la ‘nueva izquierda’, la candidata del MST en la Ciudad de Buenos Aires era presentada como ‘izquierda peronista’? El re-matrimonio en cuestión podrá quejarse mucho contra los que suponen a las masas ‘engañadas’ o ‘aturdidas’, pero toda su acción es manipulación, disimulo y engaño. Mientras dicen, por un lado, e incluso sin sonrojarse, que “hemos dejado atrás el tiempo de las sectas, no queremos ‘seudo partidos minúsculos de propaganda’…” (¿qué otra cosa son, salvo que lo de ‘propaganda’ les queda grande?), por otro lado, descubren su verdadero propósito de actuar como cortesanos del oficialismo cuando plantean “la real necesidad de contar con una dirección unificada y coherente” de la “revolución bolivariana” (ídem). Esa dirección unificada y coherente es la que encabezan Hugo Chávez y el alto mando militar, así como la corrompida burocracia estatal y política del Movimiento V República.


Para ejecutar la operación partido único, los ‘cónyuges’, sin embargo, deberán disolver el PRS, el partido de la revolución socialista, o romper con él si no obtienen mayoría, pues Chávez no admite que ingresen los partidos como tales. O sea que pasamos de la revolución socialista como objetivo estratégico y de construcción política, al cultivo del ‘sentimiento’ bolivariano, que no es más que demagogia. Con este ‘sentimiento’ a cuestas el gobierno acaba de ofertar pública y oficialmente la adquisición de la totalidad de las acciones de la telefónica CANTV al precio de Bolsa (cuando, dicho sea de paso, todo el mundo espera un derrumbe bursátil e inmobiliario internacional). El PRS, importa subrayarlo, era un partido que reunía a diversas tendencias, por lo que seguía el modelo plural, pero el MST-Praxis ha convenido que quedó obsoleto frente al partido-Estado que impulsa Chávez. Lamentablemente, el PRS cavó en cierto modo su propia fosa debido a una política de seguidismo constante al gobierno. Aun así, defendemos la continuidad del PRS contra la disolución en el partido-Estado, y por sobre todas las cosas, la independencia y democracia sindicales de la UNT.


Chirinos y la C-Cura


Está claro que el MST (y Praxis) impulsan un ingreso al partido-Estado de carácter incondicional. Esta política entrega al Estado la democracia e independencia sindicales de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT). Al apoyar la abolición de la democracia partidaria para las llamadas corrientes antioligárquicas o bolivarianas (precisamente para que Chávez unifique el mando partidario en el Estado), la pareja en cuestión se pone del lado de enfrente de la democracia e independencia sindicales.


Bajo el alero del chavismo ya se ha desarrollado una ‘flamante’ burocracia sindical que quiere asentarse en las organizaciones obreras sobre la base del dinero público y del servicio al gobierno. La independencia de la central sindical se defiende luchando contra el partido único (del Estado). La izquierda revolucionaria debe oponer la independencia de clase a la regimentación estatal y la lucha de clases y el gobierno obrero y campesino al nacionalismo militar de contenido burgués.


La cuestión de la autonomía obrera está en el centro de la situación política de Venezuela. Chávez planteó que quienes defienden la autonomía de la UNT son “contrarrevolucionarios”. Esto ha abierto una crisis en la izquierda de la central sindical. Orlando Chirino, uno de los dirigentes de la C-Cura, ha puesto en evidencia esta crisis: a pesar de su respaldo al “proceso bolivariano”, advierte que “con los lineamientos expresados por el presidente Chávez, nos parece que se aleja la posibilidad de que los sectores verdaderamente clasistas, honestos y revolucionarios en el movimiento sindical y que luchan por la autonomía, avancen hacia el PSUV” (Aporrea, 11/4).


En esta crisis, el MST-Praxis actúa como una presión contrarrevolucionaria sobre Chirino y la C-Cura, al reclamar que se integre al PSUV… aun cuando esto signifique su disolución política y la liquidación de la autonomía de la UNT.


Antiimperialismo


El MST y Praxis plantean apoyar “todas las medidas antiimperialistas de Chávez”… sin detenerse a analizar una sola de ellas. Como decían cuando se habían hecho peronistas (en 1954-63): ‘para lo que ordene, mi general’ (en aquellos años se habían puesto, textualmente, “bajo las órdenes del general Perón y del Comando Superior Justicialista”. Como se ve, el imputado vuelve al lugar de sus viejas macanas). Pero al final tienen que admitir que tales nacionalizaciones no existen: en una alusión indirecta, en la que denuncian a Kirchner porque “no nacionaliza, ni siquiera parcialmente como Chávez a las privatizadas (…) no expropia a los que aumentan los precios descaradamente” (ídem), se ve obligado a admitir que Chávez, al igual que Kirchner, hace un nacionalismo “parcialmente”, o sea de asociación con el capital extranjero, en un contexto de enormes beneficios en el mercado petrolero. Las asociaciones estratégicas aseguran a los pulpos reservas de hidrocarburos por muchísimos años. Kirchner busca hacer lo mismo a través de Enarsa. La medida antiimperialista más importante de Chávez ha sido el cambio que introdujo en la política de internacionalización de PDVSA, que llevaba a su vaciamiento y a su entrega al capital extranjero, lo cual le valió el golpe de Estado de abril de 2002 y el ‘lock-out’ patronal de 2002/3. Por lo demás asistimos al inmenso negociado con los títulos de la deuda externa, que se colocan a la cotización del mercado oficial y se revenden al del mercado negro en las bolsas del exterior.


Chávez no expropió “a los que aumentan los precios descaradamente”. Los enormes ingresos por el petróleo que quedan en Venezuela circulan por los bancos, cien por ciento extranjeros, que, a cambio, han acumulado el 50% de la deuda pública, una deuda que el gobierno paga puntualmente. Esto explica la “época dorada” que viven los bancos, con márgenes de ganancia que superan el 30% y se encuentran entre los más altos de toda Latinoamérica. Venezuela paga rigurosamente su deuda externa y ha recomprado parte de ella, con el argumento, utilizado por K al momento de pagar al FMI, de “achicar la dependencia”. Aun así, una información reciente de la oficina de estadísticas de Venezuela establece que la deuda pública ha crecido a 70.000 millones de dólares, en contraste con los 25.000 millones de principios de la década. La enorme política de asistencia y apoyo sociales del gobierno bolivariano, las “misiones”, ha puesto un límite a los niveles de miseria de las grandes masas, pero esto no puede confundirse con que hayan variado las condiciones de explotación del proletariado, incluso en los términos más elementales, como el salario o la flexibilidad laboral, o el trabajo precario. Por eso es tan importante el destino de la UNT.


Los socialistas defendemos los procesos nacionales frente al imperialismo o a sus amigos internos, denunciando los límites insalvables del nacionalismo burgués y defendiendo a muerte la autonomía e independencia de las organizaciones obreras o construyendo esas organizaciones donde no existieran. Apoyar “todas las medidas antiimperialistas” del chavismo, sin detenerse a considerar su naturaleza y limitaciones, es convertirse en furgón de cola del nacionalismo burgués. Volvemos al punto de partida: el MST-Praxis ofrece que la secta minúscula que representa se convierta además en corifeo del nacionalismo disuelta en el partido único del chavismo y hasta en su alchuete en las organizaciones sindicales que el oficialismo quiere copar.


Chávez y Kirchner


¿“Kirchner no tiene nada que ver con el gobierno de la Revolución Bolivariana… no nacionaliza… no expropia” (ídem)? Ocurre lo contrario: Chávez y Kirc hner son variantes del mismo nacionalismo burgués.


La nacionalización de CANTV, ¿en qué se diferencia de la “nacionalización” del Correo Argentino o de Aguas Argentinas, o de la sucursal de la empresa de radares, Thales? La de CANTV ha sido una compra de acciones o transacción comercial corriente protagonizada por el Estado.


La asociación mayoritaria de PDVSA con el capital extranjero tiene una diferencia de grado con Enarsa, que está concebida para una asociación similar en la explotación de la plataforma continental. La mayor diferencia entre ambos casos es la capacidad de acción o fuerza de cada una.


Chávez representa una experiencia nacional más osada, por supuesto, que la de Kirchner. Chávez surge como líder popular como consecuencia del liderazgo de un levantamiento popular en febrero de 1992. En ese momento, lo volvemos a recordar, los Kirchner y la izquierda democratizante (MST, PC) repudiaron el levantamiento, le atribuyeron un carácter “golpista” y defendieron la “democracia” (en oposición al PO, que llamó a defender la rebelión popular). Lo que distingue a Chávez es su recurso a la movilización de las masas, dentro de los límites que le impone su condición de defensor del Estado capitalista. Chávez se ha apoyado en los piqueteros de su pueblo mientras Kirchner los reprime, pero tienen en común la pasión por borocotizarlos.


La mayor diferencia entre ambos procesos es internacional, aunque se distancien apenas un poco en los desplantes al moribundo Bush. Nos referimos a la postura antiimperialista de Chávez en Medio Oriente y contra el sionismo. Pero no podemos dejar pasar el acercamiento del venezolano a Haití —siempre ocupada por las tropas de Kirchner y Lula al servicio de Bush.


Chávez ha construido un movimiento nacional bajo la dirección de las fuerzas armadas, el verdadero árbitro de la experiencia venezolana. La emergencia del movimiento bolivariano y el giro de su fuerza armada expresan la profundidad del impasse histórico de la estructura social del país. Kirchner, por su lado, encabeza una tentativa trasnochada junto a los personeros de las privatizaciones y del menemismo, que explota la nostalgia del viejo peronismo y no una perspectiva de movilización popular en nombre de banderas nacionales.


Fracaso político


El MST (y Praxis) pegan un salto hacia el campo nacionalista para disimular su fracaso político —desde la disolución de IU hasta el quebrantamiento del viejo MAS que no cesa. La participación de la “Nueva Izquierda” en el acto chavistakirchnerista en Ferro no fue una novedad política. Antes de esto el MST había impedido la constitución de una lista única de la oposición contra la burocracia de la CTA defendiendo la tesis de “construir clasismo con la burocracia”, en este caso de Yasky. Después de Ferro el MST encabezó el intento (relevando al PC) de disolver el carácter independiente de la movilización del 24 de Marzo, en nombre de una convocatoria “amplia” dirigida a albergar a los sectores “confundidos” del kirchnerismo.


El MST (y Praxis) no han aprendido nada. Se van a cumplir cincuenta años de la disolución política de Palabra Obrera —dirigida por Nahuel Moreno en el peronismo— “bajo la disciplina del general Perón y el Comando Superior Justicialista”. Y cuarenta y nueve del apoyo a Frondizi por orden de Perón, una orden que recibió el repudio de casi un millón de votos obreros.


En sus últimos periódicos, el MST hace gala de haber incorporado aliados electorales, naturalmente sobre la base de este travestismo al nacionalismo patronal. Se trata de una ‘inflación’ de oportunistas; ni siquiera intentan arribar a alguna homogeneización política; se aglomeran. Tratan de disimular la disolución de las ideas y de la organización. Lo único bueno que receptamos es el anuncio de Praxis de que se integra al MST sobre la base de rechazar la “idea de construir mini internacionales propias”. Con esto el MST se incorpora al cenáculo más repudiado por ellos mismos —a los ‘nacional-trotskistas’. Este rechazo al mini-internacionalismo sería maravillosamente positivo si no fuera que el grupo que de helénico sólo tiene el nombre (no su contenido dialéctico) aprovecha la bolada para sacarse de encima el internacionalismo socialista en todo el sentido de la palabra.


Para resumir, digamos que se ha formado un feto pluro-democrático-novedoso-tendencialista que aboga por el sometimiento de los luchadores socialistas al partido único de Estado del nacionalismo burgués.