URUGUAY | La des-movilización del Frente Amplio

Tupamaro negocia Banco Central para el FMI

Ya se sabía que el 28 de junio quedarían consagrados el “Pepe” Mujica por el Frente Amplio y Luis Alberto Lacalle por el Partido Nacional como candidatos presidenciales para las elecciones de noviembre próximo. Para entonces, las encuestas vienen dando como ganador a Mujica por algunos puntos sobre Lacalle. Pero sin evitar una segunda vuelta, en la que los votos del disminuido Partido Colorado podrían sumarse a los blancos para sacar del gobierno a los frenteamplistas.

Lo que no se sabía es que la capacidad de movilización de los “nacionales” superaría a la del Frente Amplio en estas internas simultáneas. El PN aumentó sus votantes en relación con las internas anteriores y sumaron más sufragios en su interna en todo el país, menos en Montevideo. Pero el número de concurrentes a la interna del FA “que ahora está en el gobierno, no sólo cayó en departamentos clave sino también Montevideo… una verdadera ‘sorpresa desagradable’”, según el periódico frenteamplista Brecha (3/6). En verdad, la cosa no fue tan sorpresiva, porque en la campaña previa “resultó evidente la escasa participación de la militancia, así como la ausencia de actos masivos… reflejo de problemas variados y de larga data” (ídem).

Tampoco se sabía que la diferencia de votos entre Mujica y Danilo Astori –el otro precandidato del FA– iba a ser del orden de los 10 puntos porcentuales, bastante menor a la pronosticada por las encuestas. Es lo que “dio más fuerzas al astorismo para negociar las condiciones de la candidatura de vice para noviembre” y que por eso mismo demoró más de una semana en concretarse, en un clima de crisis interna. Astori venía atacando el planteo de Mujica de convocar a una Asamblea Constituyente y propone algunas medidas de intervencionismo estatal frente a la crisis. “Desde el astorismo se teme también que direccione la política exterior hacia el eje Venezuela, Ecuador y Bolivia” (ídem).

Según el diario uruguayo El País, Astori sólo aceptó compartir la fórmula por un pedido especial del actual presidente Tabaré Vázquez y luego de una “serie de “exigencias para aceptar ser el compañero de fórmula de un candidato al que sectores del establishment uruguayo ven como demasiado corrido a la izquierda” (Página/12, 7/7). Mujica ya había planteado que el Ministerio de Economía debía ser manejado por Astori, pero este último habría reclamado el manejo del Banco Central, del Banco República (el Banco Nación uruguayo) y el Ministerio de Relaciones Exteriores. Habría exigido también “que se le prometiera por escrito que las decisiones serían tomadas por consenso y en pie de igualdad con Mujica, eliminando en los hechos la supremacía del Presidente (aunque) sobre este punto, según la fuente, no hubo acuerdo” (ídem).

La crisis en el FA late en el descontento que muestra inclusive la propia prensa frenteamplista sobre la gestión oficial. El FA en el gobierno ha sido una muestra emblemática del transfuguismo. El tupamaro Mujica acaba de anunciar que “hay que ir por derecha en economía, nombrando hombres de gobierno que estén en línea con las exigencias de empresarios e inversores internacionales”. Con el FA, la inversión extranjera superó todos los récords. Con la nave insignia de Botnia, más “otros proyectos semejantes en desarrollo, Uruguay se transforma en una de las tres principales plataformas transnacionales de producción pastera-papelera” (Clarín, 28/6).

Pablo Rieznik