Políticas

12/7/2020

Vaca Muerta: anuncios de un entierro

Golpes a la producción hidrocarburífera y ataques al convenio colectivo de trabajo.

A medida que en todo el mundo se comienzan a trazar posibles contextos postpandemia, dos cosas va quedando absolutamente claras.

La primera es que la perspectiva de que se profundice la depresión económica iniciada y luego agravada por el Covid-19, sobrevuela todas las políticas de los Estados y del gran capital. La otra es la decisión de imponer un retroceso profundo en las conquistas laborales y sociales de la clase obrera.

Ambas cuestiones se han reflejado en las propuestas estatales y patronales en relación a Vaca Muerta.

Uno de estos aspectos se refleja en un serio golpe a la reactivación hidrocarburífera en la zona, que es la decisión del gobierno de congelar la construcción de un nuevo gasoducto para transportar la creciente producción No Convencional. Se trata de una obra de 800 millones de dólares solo en la primera etapa. Sin embargo, el subsecretario de Hidrocarburos de la Nación, Juan Carbajales, le bajó el pulgar con el argumento de hacer otras de menor cuantía “más ajustadas a la nueva realidad”. La “nueva realidad” es, por un lado, que hasta el último dólar será destinado al pago de la deuda con los buitres y que la caída de la demanda energética ha llegado para quedarse, producto del cierre de industrias y comercios. Por dar una cifra, en enero y febrero de este año (previo a la cuarentena) el consumo de gas para producir electricidad fue un 10% menor que el de hace dos años atrás (Informe Cammesa de mayo).

Pero también influye el hecho de que el inicio de la depresión mundial coloca al mundo ante una sobreoferta de gas y ya no es tan ruinoso, considerando solo los precios, importarlo como GNL a través de los buques metaneros. El precio de importación ya no es varias veces superior al que se paga por el gas de Vaca Muerta. Las últimas contrataciones de importación de GNL se ubican entre los 3 y los 4 dólares por millón de BTU, en tanto Cammesa, por ejemplo, está comprando gas  para generación eléctrica a 2.5 a 3 dólares por millón de BTU.

El estímulo a la producción de gas extraído por fracking en Vaca Muerta, recibe así un golpe rotundo, luego que el gas se planteara como alternativa productiva ante la caída del precio del barril de petróleo.

Ataque al convenio colectivo

El otro aspecto es la propuesta de renegociar el convenio colectivo de los trabajadores del sector, que viene ya de ser negociado a la baja con la “adenda” acordada por la burocracia sindical y las patronales. Ahora se pretenden introducir mayores cláusulas de “productividad”, algo que solo puede significar mayor explotación del obrero.

La actitud del sindicato ante la propuesta empresaria ha sido la de “lo vamos a estudiar”, en lugar de rechazarlo de plano. Es decir, que la burocracia se prepara para una “adenda de la adenda”, mientras deja pasar los despidos, los retiros “voluntarios” y las bajas salariales.

Además, como la explotación hidrocarburífera se realiza través del sistema de subcontrataciones sucesivas, gran parte de los trabajadores no pertenecen a las operadoras, sino a las diversas escalas de empresas subcontratistas, quienes imponen condiciones salariales y laborales más bajas y ahora están presentado una tras otra recursos preventivos de crisis.

La dirección del sindicato tampoco rechaza esos preventivos, sino que “pedirá explicaciones”, como si las empresas no pudieran demostrar con sus números que atraviesan una “crisis”. Pero no por los salarios de sus trabajadores, sino porque las operadoras no le pagan o no sostienen los subcontratos. En vez de ir contra la madre del borrego, las Pymes, siguiendo sus intereses patronales, optan por suspender  laburantes.

Una salida

El mundo postpandemia de Vaca Muerta será menos producción, menos inversiones, menos trabajadores y cláusulas convencionales y salarios a la baja. Eso sí: mayor productividad por obrero.

La realidad actual de la pomposamente llamada “pequeña Kuwait” se discute en el marco de las grandes tendencias internacionales. Y no podía ser de otro modo.

Esto vuelve más realista que nunca el señalamiento de que la salida de esta vía muerta es la nacionalización sin pago de toda la industria energética bajo control obrero, tal como lo hemos planteado masivamente en la pasada campaña electoral. Eso sería soberanía energética y aporta un requisito clave para refundar el país sobre nuevas bases sociales. Lo demás es barbarie.