Políticas

19/3/2009|1075

Vendimia, política y luchas

La fiesta de la Vendimia, lejos de ser una fiesta del trabajo, es un negocio turístico en el cual los grandes ausentes son aquellos que, con sus manos, cortan los racimos de uva de las parras o que en las bodegas producen el vino. Los capitalistas aprovechan la ocasión para reunirse con sus políticos, sus jueces, sus curas, sus comunicadores, sus militares y sus burócratas sindicales para discutir ‘la marcha de los negocios’.

Por la masividad que tiene la fiesta central en el anfiteatro Frank Romero Day y la presencia obligada en ella de personajes políticos del momento, siempre ha servido de termómetro para medir el estado de ánimo de amplios sectores de la población. En esta oportunidad quedó evidenciado el repudio general al gobierno de Jaque, chiflado por la multitud que colmó el anfiteatro, como pocas veces se ha visto en la historia.

Por su parte, se manifestó también el apoyo que goza Cobos, luego del voto “no positivo” que envalentonó a la burguesía agraria. Este apoyo, reflejado en los aplausos de un sector grande del anfiteatro, contrasta con el castigo sufrido en la última elección, cuando el cobismo perdió una elección que consideraba casi un paseo. Es claro que, por ahora, la disputa política sigue polarizada entre los bloques capitalistas y que, al menos entre aquellos que tienen los medios para acceder a la fiesta, el cobismo lleva las de ganar.

En otros escenarios vendimiales también se escucharon aplausos: el de los distinguidos comensales que en un almuerzo de las “fuerzas vivas” escuchaban a la Presidenta prometer préstamos, subsidios y bajas en las retenciones para el vino, aunque, claro, consideraron insuficientes los anuncios.

Unas horas antes, en el palco oficial del desfile vendimial (carrusel), Cristina también recibió los aplausos de la patota del Centro de Empleados de Comercio y del sindicato de camioneros (traídos de Buenos Aires), y del MUP.

Sin embargo, tanto la Presidenta como el gobernador no estuvieron en el palco cuando un oportuno aviso de sus funcionarios dio cuenta de que se acercaba una columna de más de 300 personas de la multisectorial y de asambleas ambientalistas, que marchó a contramano hasta llegar al palco exigiendo la derogación del tarifazo, aumento salarial, el fin del trabajo infantil y el maltrato a la mujer, así como la prohibición de la minería contaminante y la defensa de los glaciares. Allí estaban delegados y activistas estatales, docentes, judiciales, estudiantes, ambientalistas y las organizaciones de izquierda. Los aplausos arrancados a su paso por esa columna expresaban la insatisfacción de las necesidades populares que ni el jaquismo ni el cobismo pueden ni quieren resolver.

En ese mismo momento, a pocas cuadras de allí, en la terminal de ómnibus, despedían trabajadores en la empresa de transporte Ecla. Los compañeros respondieron con un piquete que cortó los accesos a la terminal y sólo lo levantaron cuando consiguieron abrir un proceso de negociación.

Mientras la burguesía descorcha vinos de cientos de dólares en pleno hundimiento de su sistema, los trabajadores, a pie firme, comenzamos a dar una salida.

Héctor Fresina