Políticas

2/3/2019

Vidal: un discurso de campaña para esconder la quiebra de la provincia

El discurso de Vidal en la apertura de sesiones de la Legislatura bonaerense intentó ocultar el fracaso de su gobierno y la agravada crisis de la provincia.


Con una deuda pública que se aproxima al medio billón de pesos, mayormente nominada en dólares, Buenos Aires va rumbo al default. Es evidente que no llegamos a esta situación por tomar deuda para obra pública, como afirmó Vidal, sino por endeudarse para pagar los viejos vencimientos, como explicó el ministro de Economía Lacunza cuando acudió a la Legislatura a dar detalles sobre el Presupuesto 2019. Así, se fueron capitalizando los intereses y se agrandó una bola de nieve que pretende ser transferida a los trabajadores.


De conjunto, presentó toda su política al revés. Se jactó de poder pagar los sueldos en tiempo y forma cuando a los docentes les pagó en cuotas el año pasado, y profundiza una drástica caída del poder adquisitivo de los sueldos estatales. Reivindicó haber revertido los déficits de los municipios, cuando ello se logró a fuerza de un pacto fiscal en el cual se comprometían a ajustar y despedir trabajadores. Habló de “transparencia”, cuando ella misma fue escandalosamente beneficiada con el sobreseimiento en la causa que investiga los aportes truchos de su última campaña electoral, mediante los cuales se lavaron más de 80 millones de pesos. También se regocijó de haber inaugurado la obra hidráulica más importante del año en La Plata – Berisso – Ensenada, región que volvió a inundarse hace una semana, en el primer temporal desde dicha inauguración.


En otros aspectos también mostró el contenido reaccionario de su gobierno. Por ejemplo, en la exhortación a los legisladores a sancionar la reforma al Código Procesal Penal para reducir las instancias de apelación, como ya hizo con el fuero laboral. También mostró la hilacha al asegurar que, ante la crítica situación en que encontró a la salud pública cuando asumió –con 53 hospitales en pésimas condiciones edilicias–, se limitaron a poner en condiciones solamente las guardias de algunos de ellos; para Vidal, los hospitales públicos deben ser reducidos a centros de atención de primeros auxilios.


El punto más alto de cinismo lo alcanzó cuando aludió a una “transformación histórica” de la educación pública. A sabiendas que ninguna cifra sobre arreglos edilicios iba a lograr evitar el recuerdo de la explosión en la Escuela 49 de Moreno que costó la vida de Sandra y Rubén, alegó que “no fuimos nosotros quienes hicieron que las escuelas se caigan a pedazos”. Si es cierto que el gobierno de Scioli dejó los establecimientos educativos en ruinas, también es cierto que Vidal profundizó el vaciamiento de todas las áreas encargadas de la infraestructura escolar, y se encuentra en camino a la disolución final municipalizando la responsabilidad sobre las condiciones edilicias. Por eso la gobernadora es la principal responsable por las muertes de Sandra y Rubén, y si no fue juzgada como tal se debió solo al apoyo que recibió de todo el arco opositor –incluyendo al kirchnerismo– que rechazaron iniciar un juicio político.


En relación al conflicto docente, responsabilizó a los sindicatos y tuvo la caradurez de pedir disculpas, cuando mantiene una oferta de 20% para 2019 luego de un año en el que ya perdieron 17 puntos con la inflación, además de insistir con el presentismo para flexibilizar el Estatuto Docente. Por la vía de presentar el conflicto como un tironeo con los gremios, insistió en la sintonía con que crearon las mesas antieducativas para combatir el derecho a huelga y de organización sindical de la docencia.


En su afán de dar un discurso pensado como un spot de campaña, llegó al disparate de decir que por este camino tendremos una industria que exportará al mundo enero, cuando se cierran fábricas todos los días, dejando un tendal de despidos. Así es que se​ va agravando una situación ya crítica, donde en el Gran Buenos Aires la desocupación supera el 10%, y entre los jóvenes menores de 29 años trepa a más del 20%; si a eso sumamos los subocupados y los ocupados que demandan más trabajo, tenemos que el 40% de la población económicamente activa de la provincia tiene problemas de empleo.


En algo Vidal ha sido sincera, reconociendo la labor de los allí presentes: nada de esto hubiera sido posible de no ser por el apoyo del resto de las fuerzas políticas. Este aspecto es inobjetable. Desde los presupuestos de ajuste y megaendeudamiento, hasta el desmantelamiento de las jubilaciones de los trabajadores del BaPro y las emergencias para habilitar despidos, siempre ha contado con los votos necesarios de los bloques del massismo, el pejotismo y el kirchnerismo.


Por más énfasis que le puso, Vidal no puede ocultar que la provincia está en quiebra, y que busca transferir la hipoteca a los trabajadores. En ese camino, se ha topado con la férrea resistencia de colectivos como la docencia o los obreros del Astillero Río Santiago, que no han sido doblegados, a pesar de la política de contención de los sindicatos estatales que disipó la voluntad de lucha que han demostrado en reiteradas oportunidades.


El Frente de Izquierda tiene el desafió de oponer un programa para que la crisis la paguen los capitalistas, que sirva para promover la intervención de la clase obrera: repudio de la deuda externa usuraria, anulación del tarifazo y apertura de los libros de las privatizadas de servicios y de transporte, reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario y control obrero de la industria, estatización del comercio exterior, impuestos progresivos al gran capital y en particular a los terratenientes, salario mínimo igual a la canasta familiar. Por una salida de los trabajadores y la izquierda, derrotemos la ofensiva de Vidal y los intendentes.