Políticas

23/8/2007|1006

Villa Soldati: Muere obrero en obra de vivienda de las Madres

Partido Obrero Villa Soldati

El sábado 11 de agosto falleció Carlos Díaz, trabajador de la obra de las Madres de Plaza de Mayo en barrio Los Piletones.


Carlos se había enfermado de neumonía días antes en su lugar de trabajo. Era sereno, trabajaba doce horas de noche, seis días a la semana. Cumplía su tarea en una casilla de madera sin calefacción, y jamás recibió ropa de trabajo, ni siquiera para abrigarse. El viernes 10, su esposa, también trabajadora de la obra, se descompuso en el trabajo. Al pedir que la dejaran ir al médico, fue humillada y maltratada: la acusaron de mentirosa y la obligaron a esperar varias horas en la oficina hasta que pudiera volver a trabajar. Finalmente, se desmayó y recién ahí llamaron a una ambulancia. Al regresar a su casa y contarle a su marido enfermo lo que había sufrido, éste se indignó, afectando aún más su estado de salud. A pesar de que le habían indicado reposo, la compañera no se animó a faltar por el temor que le había causado la situación vivida el día anterior. Al regresar ese día a su casa, encontró a su marido Carlos con un paro respiratorio. A pesar de los esfuerzos desesperados, Carlos Díaz falleció ese mismo día por la tarde.


El rumor de su muerte corrió rápido en el barrio, donde viven la mayoría de los compañeros de la obra.


El lunes los trabajadores se negaron a realizar sus tareas, reclamando que se vaya la secretaria y todo el personal de la oficina, compuesto también por alcahuetes. Se mantuvieron firmes a pesar de las amenazas de los capataces que intentaron, como en otras ocasiones, disolver el conflicto. A la viuda le decían: “¿Qué quieren? ¡Ya fue!”.


Los trabajadores no estaban dispuestos a seguir dejando pasar las injusticias. La indignación crecía y aparecían todos los reclamos pendientes: pago de las horas extras, salario, obligación de trabajar los sábados (por faltar descuentan dos días), la ropa (entregan una sola muda, no la renuevan, los zapatos lastiman los pies por lo gastados que están), despidos, y un largo “etcétera”.


Al rato llegó la burocracia de la Uocra. Al no poder frenar el conflicto, planteó: “paro, hasta que se vaya la secretaria”. Finalmente, ésta fue retirada de la obra. Pero los compañeros se negaron a volver al trabajo, exigiendo día de duelo.


La burocracia prometió una asamblea recién para la otra semana, donde se discutirían los reclamos, y los trabajadores pidieron que se hagan presentes las Madres. Después se retiraron de la obra.


Pocos días después, apareció Sergio Schoklender a hablarle a los trabajadores. Planteó que ellos no tenían nada que ver con la muerte de Carlos, ya que sucedió fuera de la obra, restándole importancia y desentendiéndose de la responsabilidad. Además se dedicó a atacar al Partido Obrero porque en la revista Veintitrés, dedicada a “Hebe construcciones”, acababa de salir una columna de Marcelo Ramal titulada, precisamente, “Trabajo precario”.


La muerte de un obrero demuestra de la manera más cruda que, bajo la pantalla de las “Madres” kirchneristas, se ha armado un antro que explota trabajadores hasta la muerte, violando los derechos laborales y sindicales.


El Partido Obrero denunció desde un primer momento estas condiciones, que hoy nos muestran su trágico resultado. La Uocra también tiene su parte, ya que se opuso desde el comienzo a cualquier reclamo, con el argumento de que “nos pagan la hora unas monedas más que el mínimo del convenio”. Si cumplieran su verdadera función, esto no habría pasado, pero llegaron tarde. Carlos ya había muerto, y los compañeros ya habían decidido plantarse. Vinieron sólo para actuar como bomberos. Trabajan para la patronal.


El Partido Obrero plantea:


Justicia para Carlos, la tienen que pagar, no a la impunidad.

Cumplimiento de todas las normas de seguridad e higiene.

Pago de las horas extras.

Aumento salarial.

Reincorporación del compañero Antonio, despedido arbitrariamente por haber sido propuesto como delegado.

Por la satisfacción de todos los reclamos.

Ningún despido, basta de amenazas.

Esta experiencia debe servir para que los compañeros se organicen con delegados independientes de la patronal y de la burocracia del sindicato, para no dejar pasar un solo atropello más.