Políticas

18/12/2003|830

Viva el Argentinazo 2001 – 2003

El Argentinazo no solamente vive en la conciencia de los trabajadores.


Lo demuestra el crecimiento del movimiento piquetero y de las luchas sindicales y sociales en todos los planos.


Lo demuestra, por sobre todo, el fracaso de Duhalde, antes, y Kirchner, ahora, para acabar con las luchas y para cooptar al movimiento popular.


Tampoco se limita a seguir presente, como potencial permanente de rebelión, en las brutales condiciones de las masas.


En esas mismas condiciones que llevaron al Argentinazo.


Las “nuevas” estadísiticas del INDEC mostrarán que la desocupación plena es del 24%, o sea casi cuatro millones de personas.


Y que el trabajo en negro, es decir ilegal, evasor, es de más del 40%.


Que los salarios reales, en la “nueva economía” de Lavagna y de Kirchner son un 52% inferiores a los del 2001, y que por eso los capitalistas han recibido el tremendo regalo de una caída de los costos laborales del 40%.


El Argentinazo, además, está presente en la irrevocable podredumbre del régimen.


Porque lo que nadie dice es que el reflotamiento de la denuncia de sobornos en el Senado demuestra el irrevocable agotamiento de los partidos y políticos existentes; del sistema político-electoral que los recicla; de la inutilidad del voto, en este régimen, para que prevalezcan los intereses mayoritarios; de todos los vasos comunicantes entre los coimeros y coimeados con el gobierno actual de Kirchner, de Ibarra, de Solá, de Romero, de Gioja por supuesto, de Sobisch – coimeado por Repsol y coimeador de los legisladores neuquinos.


Que la podredumbre se anida en el gobierno actual lo demuestra el decreto de necesidad y urgencia que dictó Aníbal Fernández, con conocimiento de Kirchner, en beneficio de su propia cartera de Interior, durante el interinato que le tocó ocupar en Economía, durante 24 horas en ausencia de Lavagna.


Lo demuestra la noticia de que el menemista Francisco de Narváez se quedará con Disco, como él mismo aseguró que pasaría, en lugar de un grupo chileno que ya lo tenía comprado, debido a una intervención del gobierno nacional.


Esto mismo ocurrió con los “fideicomisos” telefónicos, de infraestructura, bancarios – todos con dinero estatal.


Por eso decimos ¡Cuidado!


Cuidado con el intento del gobierno para hacer una nueva ley laboral, que sería más dañina aún que la que “costó” seis millones de dólares.


Cuidado, porque se pretende forzar a los sindicatos a incluir en los convenios los “planes trabajar”, con gran perjuicio tanto para los trabajadores desocupados como para los que se encuentran en actividad.


Al final, un desclasado del sistema, Pontaquarto, ha logrado hacer tambalear de nuevo el edificio, aunque él se esmere por eximir de sus denuncias, entre otros, al Coti Nosiglia, gran cajero de Alfonsín, de la Alianza, de los Ibarra, de los Cavalieri, de los Barrionuevo.


Para que se “vayan (estos) todos” es necesario recuperar la soberanía popular mediante la destrucción del aparato estatal vigente.