Políticas

30/4/2009|1081

Votando por un caño y bailando por un voto

Lo reciente de la noticia no ha permitido a la prensa, todavía, caracterizar la formación del frente más principista de todos los que se anotaron el pasado martes 28 de abril. El MST y Raúl Castells no solamente han recorrido un largo camino, paralelo, de cholulismo mediático, sino que han sido conspicuos y sistemáticos asistentes a cualquier manifestación sojera conocida – en especial la emblemática del Monumento a los Españoles, la Plaza de Mayo del decil de ingresos más alto de la Ciudad de Buenos Aires. Inoculados contra cualquier virus, sea conocido o mutado, ni el MST ni Castells se han tomado el tiempo para preguntarse por qué el brote de la epidemia de dengue se produjo en Charata, la capital de la soja del nordeste, o por qué la totalidad de sus aliados sojeros revistan como candidatos de la derecha o del gobierno, o apoyan sus listas.

Pero, ¡ay! no solamente el poroto une a Vilma Ripoll con Castells. Después de todo podían haber ennoviado hace mucho tiempo, porque el conflicto sojero ya tiene más de un año y medio. ¿Faltó el flechazo? Quizá, pero lo que aproximó a las partes fue la comprobación de que el MST no tenía en la provincia de Buenos el reconocimiento legal que sí había obtenido Castells. Lo que pudo haber sido un matrimonio concebido en el amor mutó en otro dictado por las carencias complementarias, porque a Castells no le convenía meterse en la jungla electoral porteña.

¿Invitará Mariano Grondona a la pareja el próximo domingo para celebrar las bodas de sus mayores frecuentadores de izquierda? Después de todo, Ripoll acaba de admitir la posibilidad de reducir la edad de imputabilidad para los menores y Castells es un viejo caminante de barrios bonaerenses en compañía de Juan Carlos Blumberg.