Políticas

4/10/2001|724

Votemos al Partido Obrero-Mas

El colapso del régimen es inminente. La bancarrota exige una alternativa política obrera. Votar en blanco es dejar el desenlace del colapso en manos de los Duhalde, los Alfonsín y los Cavallo. Es decir, del Citibank o Techint. En este caso, aumentarán la miseria y el caos. Desde las legislaturas y concejos, el Partido Obrero planteará que se vayan los De la Rúa y los Ruckauf y De la Sota, y la convocatoria de una Asamblea Constituyente libre y soberana. Impulsará las movilizaciones huelguísticas y piqueteras con esta perspectiva. Hay que resolver la crisis de poder del capitalismo, con una salida de los trabajadores. Respetamos el repudio hacia los partidos patronales del voto en blanco de numerosos trabajadores, pero el voto en blanco es una declaración de neutralidad ante el colapso inminente. Pero no hay lugar para el “yo no fumo”; hay que tomar PARTIDO. Partido Obrero.


La caída de la recaudación impositiva de septiembre marca el colapso inminente del régimen que nació con Menem-Cavallo y muere con Cavallo-De la Rúa. El Estado se ha quedado sin financiamiento, y esto luego de reducir salarios en un 13%, incumplir con las prestaciones sociales y desviar el dinero de las provincias. El derrumbe estructural es incluso mayor (y no menor, como dice Cavallo), debido a que hay ahora un impuesto nuevo, al cheque, que por fuerza tiene un gran poder recaudatorio.


La política del “déficit cero” ha fracasado. En lugar de recuperar el financiamiento del Estado, lo ha hundido sin remedio. Sólo ha servido para acentuar la quiebra industrial.


La producción, el consumo y las inversiones se encuentran en caída libre. La capacidad de producción instalada está trabajando a un 60%, aunque en algunas industrias sólo al 20%. Esto demuestra que la organización capitalista está colapsando, pues no logra unir las posibilidades acumuladas de producción con las necesidades acumuladas de consumo. Los equipos de capital parados, de un lado, y la fuerza de trabajo desocupada, por el otro, son una demostración de la descomposición del capital como fuerza de organización social.


El derrumbe fiscal ha detonado una desintegración monetaria que alcanza a todas las provincias. Argentina ha retrocedido 150 años, cuando el monopolio de los ingresos fiscales por parte de la Aduana porteña llevó a las provincias a crear sus propias monedas. Es decir que asistimos a una desintegración nacional, donde el lugar de la vieja Aduana está ocupado ahora por el acaparamiento del ahorro nacional por los grandes bancos para servir la deuda externa.


Se caen también las relaciones económicas internacionales, como lo demuestra la parálisis del Mercosur.


Ruckauf plantea pataconizar al país, pero esto llevaría a la completa des-financiación del Estado, que no podría pagar la deuda con patacones y al cual tampoco le alcanzan para eso los escasos dólares que le deja la balanza comercial. El patacón sería la moneda para los obreros, mientras que los capitalistas conservarían sus créditos contra el Estado en pesos convertibles a dólares. Pero los capitalistas con deudas en dólares simplemente se irían a la quiebra si tuvieran que recibir patacones de sus clientes.


Duhalde, Farinello y Carrió abogan directamente por la devaluación del peso, pero se cuidan mucho de convertirlo en tema de debate electoral; esperan que el “mercado” haga el trabajo sucio. La devaluación entrañaría un enorme empobrecimiento de los trabajadores y una generalización del colapso económico.


El desenlace de la crisis es inminente; la cabeza de Cavallo vuelve a estar en la picota, pero en condiciones de mayor gravedad que las de su renuncia en 1996. Pero este colapso tendrá lugar cuando existe aún una insuficiente politización de la masa de trabajadores. Por eso hay una tendencia al voto en blanco. Pero este voto en blanco es más fuerte en la clase media que entre los obreros y desocupados.


De la Rúa querrá aprovechar un voto en blanco numeroso, para proclamar que la oposición política a su gobierno es impotente. Pero el lento retroceso electoral del justicialismo y del radicalismo y su veloz fragmentación política, indican que está planteada una lucha directa por la dirección del proceso político, por parte de los obreros luchadores más avanzados. Esta lucha tendrá lugar en medio de una convulsión sin precedentes.


El Partido Obrero es el único en la izquierda que caracteriza el colapso del Estado, que señala que hay una crisis de poder y que plantea una alternativa política. El resto de la izquierda “hace la plancha” electoral.


Votar al Partido Obrero es tomar conciencia de que está planteado en Argentina echar a los Ruckauf, De la Sota, Reutemann y De la Rúa, y reemplazarlos por Asambleas Constituyentes soberanas.


El Partido Obrero te convoca a votar al Frente Partido Obrero-Mas, para convertir al Congreso en una tribuna política que sirva al reagrupamiento de los trabajadores contra los capitalistas depredadores y su Estado.