Políticas

19/8/1999|638

Votemos… Una huelga general

La producción industrial está cayendo a una tasa del 13% al año.


La desocupación ha crecido un 40% entre diciembre pasado y el corriente agosto. Ha pasado de un millón y medio a más de dos millones de trabajadores; es decir que, con los sub-ocupados, llega a más de cuatro millones.


La mitad de los que tienen empleo no ganan más de 200 pesos al mes. Hay empresas papeleras que están pagando 85 centavos la hora. En el surco, en los tabacales y yerbatales, en las grandes fincas, hay niños trabajando por un peso al día.


Las burocracias de varios sindicatos están firmando rebajas salariales.


Vicente Barello, presidente de Fiat, acaba de informar que la industria automotriz está trabajando “a menos de un cuarto de su capacidad”.


Los principales pulpos están en cesación de pagos y su Bolsa en vías de extinción.


Un informe del Morgan Guaranty Trust advierte que los especuladores están pactando seguros para quienes tienen deudas en dólares, a una cotización de 1,40 peso.


Los de abajo son golpeados por la desesperación y los de arriba no pueden tomar una medida sin que se agrave la impasse general de la sociedad.


En estas condiciones, la campaña electoral se ha convertido, como nunca antes, en una ficción. La democracia burguesa deja al desnudo su carácter superficial, palabrero y engañoso.


Los candidatos patronales simplemente ignoran la bancarrota. Sus promesas son cada vez más vacías. Despues de gestionar un frente de centroizquierda bajo la tutela del santacruceño Kirchner, Duhalde busca ahora un frente de centroderecha.


De la Rúa dice, sin mosquearse, que no aceptará órdenes del FMI, apenas unas pocas horas después de haberse comprometido con el pulpo financiero Goldman-Sachs, por medio de Machinea. Pero él sí ordena al Banco Ciudad usar la plata de sus clientes para refinanciar la deuda del pulpo Alpargatas.


Que un prófugo como el banquero Moneta siga transando sus acciones con el Citibank, a Duhalde y a De la Rúa los tiene sin cuidado.


Cavallo sí tiene ‘un plan’, aunque de características curiosas, porque, aunque plantea reforzar el Mercosur, la semana pasada dijo en San Pablo, Brasil, que había que suspenderlo, sin precisar por cuántas fechas.


Que los partidos patronales no se movilicen frente a la crisis de su régimen, simplemente, atestigua la incapacidad de los explotadores para detener el desmoronamiento de su sistema social. Pero lo mismo ocurre con las direcciones sindicales de los diferentes signos, que sólo admiten movilizarse a cuentagotas si tienen la bendición de los empresarios o el clero.


Este panorama nos está diciendo que los trabajadores no pueden ni deben esperar nada de los candidatos oficiales y sus agentes sindicales. La crisis exige una movilización inmediata.


Al servicio de esta movilización, están las tribunas, la agitación y la lucha del Partido Obrero.


Tribunas al servicio de impulsar un plan de lucha y la huelga general.


Como la que impulsan, con cortes de ruta, los estatales de Tierra del Fuego, los estatales y docentes de Neuquén, los empleados municipales y de la sanidad de Tucumán, los autoconvocados de Corrientes, los maestros de Catamarca, los desocupados y obreros del pescado de Mar del Plata, los metalúrgicos del norte del gran Buenos Aires y de Villa Constitución, la CGT de San Lorenzo, y los médicos y trabajadores de la salud de distintos lugares del país.


Tribunas para poner fin a la desocupación, repartiendo las horas de trabajo entre todos los trabajadores sin afectar el salario.


Tribunas para que los desocupados reciban ya un subsidio de 500 pesos.


Para que los jubilados obtengan el mínimo que reclaman de 450 pesos.


Por un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar, de 1.100 pesos.


Por el cese de toda flexibilización laboral y los contratos basura. Jornada de ocho horas sin afectar el salario.


Por la abolición de los impuestos al consumo y por un gravamen progresivo a los capitalistas.


Por el restablecimiento del sistema jubilatorio estatal y los aportes patronales bajo la gestión de obreros y jubilados.


Que se abran los libros de las grandes empresas y bancos. Por el control obrero. Por la intervención inmediata a todos los grandes pulpos para cesar la especulación contra el peso.


Por el desconocimiento de la deuda externa usuraria y su transformación en un fondo de recuperación económica bajo gestión obrera.


Por la superación de la falsa integración capitalista mediante la unidad política de América Latina, dirigida por los obreros y los campesinos.