Este lunes 10, la provincia del Chaco, por decisión del gobierno de Jorge Capitanich, entró en fase dos del “Plan de Desescalada” que va flexibilizando la cuarentena. Sin embargo, ante el incremento desesperante de casos de Covid-19, la localidad de Tres Isletas ha sido retrocedida de fase paralizándola en su totalidad. Los velorios se han prohibido, se han cerrado los accesos y los comedores.

Se trata de una respuesta tardía. En los últimos quince días la localidad acumuló más de un centenar de casos positivos. El 8, el intendente de Tres Isletas afirmaba tener unos 104 enfermos de Covid -19 que, para el diez de agosto, ya sumaban 128, según la directora de la región sanitaria. Todo esto en una población de veinte mil habitantes. Los fallecidos son al menos cuatro.

El hospital local no cuenta con la infraestructura necesaria ni los instrumentos para enfrentar la pandemia, así como tampoco los recursos humanos para contenerla. Posee solo 10 respiradores y el poco personal que tiene está, en su mayoría, precarizado y sobreexplotado. Los reclamos por ambulancias y médicos se han reiterado en los últimos años. Esta realidad de los hospitales del interior del interior de Chaco se vive desde hace décadas.

Por otra parte, una gran cantidad de personas están aisladas, por contactos con enfermos o fallecidos, sin recibir ningún tipo de ayuda municipal o provincial.

Tres Isletas muestra el fracaso de la política de desescalada y de asistencia del gobierno de Capitanich y sus aliados radicales.