Salud

20/5/2020

La Semana del Parto Respetado, en medio de la pandemia

Del 17 al 23 de mayo, con el lema "Mi decisión debe ser respetada"

Las demandas por un parto respetado no se limitan a cuestiones de preferencias o prácticas no convencionales, sobre parir fuera de los hospitales, en los hogares particulares o dentro del agua. El respeto durante y luego del proceso del parto tiene que ver con garantizar los derechos de la persona gestante y el bebé contra prácticas de violencia obstétrica e intervenciones quirúrgicas que son promovidas, desde hace mucho tiempo, en favor del negocio de la salud privada. 


La Semana Mundial por el Parto Respetado se lleva adelante desde mayo del año 2004, por iniciativa de la Asociación Francesa por el Parto Respetado, con el objetivo de generar conciencia ante una de las violencias menos visibilizadas, más consentidas y naturalizadas: la violencia obstétrica. En Argentina rige la ley 25.929 de parto respetado desde ese mismo año, pero los índices de violencia obstétrica indican que está lejos de cumplirse.


Este año, se da en el marco de la pandemia, que saca a la luz el vaciamiento y colapso de los sistemas de salud en todo el mundo. Las embarazadas se ven afectadas particularmente a la hora de tener que atenderse en los hospitales, ya que la actividad obstétrica se ha resentido, la entrega de turnos ha disminuido y crece el riesgo de contagio de coronavirus ante la falta de elementos de protección en los centros de salud y la exposición por tener que trasladarse en transporte público.


En nuestro país, durante el aislamiento social preventivo y obligatorio las maternidades han adaptado como pudieron las condiciones para continuar con los nacimientos y la atención pre y post natal, sorteando las dificultades edilicias, espacios reducidos, y compartidos sumado al estado de vaciamiento en el que se encuentran las salas de internación estatal.


Las parturientas, como medida preventiva, ingresan sin acompañante durante el trabajo de parto, y el parto o la cesárea. Eso obstruye un derecho que busca brindar una contención directa y afectiva.


Esto se da cuando ya en los últimos meses el índice de cesáreas e inducciones aumentó un 57%, según datos parciales de un relevamiento realizado por profesionales obstetras y organizaciones de defensa del parto respetado en la Argentina (Télam, 17/4). Ahora, con el argumento de prevenir contagio del Covid-19, las clínicas privadas promueven aún más esas prácticas supuestamente para agilizar el proceso del parto.


Del otro lado, los trabajadores de la salud también sufren las consecuencias. La escasez de elementos de protección y de insumos para combatir la pandemia se replica en el área de maternidad y obstetricia.


Es de primer orden la implementación de espacios específicos que brinden la atención y los controles prenatales necesarios (laboratorio, ecografías o monitoreo), que pueden ofrecerse fuera de los hospitales para reducir el riesgo de infección. Pero, en definitiva, para garantizar un parto respetado, al igual que para hacer frente a la pandemia, lo que hace falta es terminar con el vaciamiento de la salud aumentando el presupuesto y centralizando todos los recursos bajo control de los trabajadores. El desafío de parir implica derechos.