La provincia de Salta alcanzó su récord de contagios en un día el pasado sábado 22 de agosto, con 159 casos positivos. Sumando todo ese fin de semana, incluido el viernes 21, la suma llega a 327 casos positivos con cuatro muertes. En total, la provincia acumula 1.754 casos de Covid y 29 personas fallecidas. Los departamentos más comprometidos son Capital, San Martín y Orán.

Ante esta situación la ministra de Salud, Josefina Medrano, insiste en que los casos de la capital son por conglomerado, negando que exista circulación comunitaria. Mientras tanto, los gerentes del Hospital Del Milagro y el del Oñativia no descartan esa circulación. Con esta misma posición el gobierno provocó el estallido de casos en el departamento San Martín, que registra 20 fallecimientos de los 29 provinciales. Si se hubiese reconocido la circulación comunitaria se podrían haber tomado medidas más efectivas.

Sáenz patea la pelota afuera

Mientras crecen los casos el gobernador patea la pelota afuera. Luego de que consiguiera que el presidente Fernández le mande el ejército a la frontera, Sáenz les echa la culpa de los crecientes contagios a los bolivianos que ingresan al país, sobre todo en San Martín. Pero ¿por qué crecen ahora con una frontera más controlada y no crecían antes? Es que, como dijimos desde estas páginas, la apertura de los comercios y otras tantas actividades nos podían conducir a una aventura.

El gobernador también culpa a los que hacen reuniones sociales o se juntan después de las cero horas. Pero los bares habilitados por el propio gobierno se llenan de gente. O sea que la culpa es de los que no tienen plata para ir a un bar y se juntan en una casa. Absurdo.

Sáenz ha tenido que reconocer que hay un faltante de personal para atender la pandemia, desmintiéndose así mismo de que la cuarentena serviría para preparar al sistema de salud. A San Martín solo llevó unos cuantos profesionales cuando la situación estalló. Pero lo que llevó es insuficiente y tardío y no arregla el colapso previo, ni tampoco la falta de elementos que los trabajadores de la salud vienen reclamando. Como dijimos, también desde estas páginas, Sáenz no tiene una política sanitaria frente a la pandemia. Solo apela a la responsabilidad individual y a fortalecer el aparato represivo. Como venimos denunciando, ya mutiló a seis personas, haciéndoles perder un ojo, en lo que va de la pandemia.

El gobernador no dijo una sola palabra de los casos que se dieron en las empresas mineras, que provocaron que lleguen los contagios a San Antonio de Los Cobres. El silencio cómplice del gobernador es también para no referirse a la precarización laboral y los 250 despidos en Mansfield, cuyas víctimas llevan 80 días de acampe. Solo la organización obrera pudo imponerle a las empresas el cumplimiento de protocolos elaborados por los propios trabajadores.

Como se ve, la política de Sáenz, que al igual que el gobernador de Jujuy se jactaban de tener todo controlado, nos puede llevar al estado crítico que están sufriendo los trabajadores en la vecina provincia.

Solo la organización popular puede imponer una política sanitaria que comience por garantizar la protección de los trabajadores de la salud, con provisión de elementos y testeos periódicos a todo el personal. Es urgente la centralización del sistema de salud, público, privado y de obras sociales, bajo gestión estatal y control de sus trabajadores. Para que se pueda cumplir con el aislamiento es necesario garantizar un ingreso de por lo menos $30.000 para los desocupados y trabajadores sin ingresos. Que los trabajadores establezcan los protocolos en los lugares de trabajo y determinen la esencialidad o no de ciertas actividades y la posibilidad de parar la producción ante una situación de riesgo. Para financiar una política de este tipo, el Partido Obrero presentó, a través del compañero diputado Claudio Del Plá, un proyecto de ley para crear un impuesto extraordinario a las grandes fortunas y ganancias. Llamamos a los trabajadores salteños a organizarnos por estos reclamos.