Los trabajadores del Sanatorio de la Trinidad ubicado en San Isidro llevaron a cabo un paro de actividades como medida de fuerza, denunciando que no se le brinda al personal los medios físicos de protección de bioseguridad. A raíz de esta medida, la dirección tuvo que entregar los barbijos que se encontraban bajo llave, negando su uso con la excusa de que “son insumos caros”. Como consecuencia de estas negligencias hay más de 10 personas infectadas de coronavirus, entre ellas la subjefa del Departamento de Enfermería, y muchos otros a la espera de resultados de hisopados, sin mencionar aquellos que estuvieron en contacto con dichos jefes y al estar asintomáticos no los quieren hisopar a pesar que sean vectores de contagio.

Lo sucedido en el Sanatorio de la Trinidad deja a la vista dos cosas: por un lado, las arbitrariedades de las patronales como por ejemplo no entregar los barbijos y otros insumos; por el otro, el avance de la medicina privada a costa del vaciamiento en la salud pública, que en San Isidro se ve de forma muy clara ya que los tres hospitales con los que cuenta el municipio se encuentran en deplorables condiciones edilicias, no cuentan con la cantidad de camas correspondientes en terapia intensiva, ni personal e insumos suficientes. El deterioro de la salud pública es una consecuencia directa de un presupuesto miseria que se destina al sistema de salud a pesar de ser uno de los municipios más ricos de la provincia. En este sentido es fundamental la importancia de un comando único del sistema de salud que centralice la totalidad de los recursos sanitarios del país.

Esta situación se enmarca en el cuadro de la crisis sanitaria que se atraviesa producto de años de vaciamiento por parte del gobierno nacional, provincial y municipal, los cuales son los principales responsables de la exposición que sufren los trabajadores de la salud, siendo los que mayor riesgo corren. Los primeros en evitar que el coronavirus se siga propagando se encuentran trabajando en condiciones inadmisibles, desde falta de insumos; no se cuenta con salas de aislamiento y es extendida la precarización laboral, que los trabajadores vienen denunciando hace tiempo. Esto tiene como consecuencia que los hospitales del conjunto de la provincia de Buenos Aires se conviertan en el principal foco de contagio, colocando a la Argentina con la tasa de infección más alta de personal sanitario, incluso superando a España.

Para poder afrontar la pandemia es necesario que se centralice el sistema de salud bajo el control de los propios trabajadores, siendo ellos, mediante un comité de salud e higiene, los que controlen el cumplimiento de las demandas. Es elemental que el presupuesto público se destine para revertir el vaciamiento en el sistema de salud y no al pago de la deuda.