Sindicales

26/8/1999|639

A un paso del triunfo

Cuatro mil médicos y profesionales de los hospitales públicos de la Capital abandonaron sus establecimientos y marcharon a la Plaza de Mayo en una imponente “marcha blanca”, concentrándose frente a la sede del gobierno de la ciudad. Reclaman el cumplimiento del decreto de reencasillamiento que, postergado por un año en un acuerdo de De la Rúa con las asociaciones gremiales, debió efectivizarse en julio. Ahora, el gobierno porteño alega que no puede conceder ascensos “automáticos” sino por concurso, en nombre de la ley básica de salud de la ciudad (aún no reglamentada) y de la prometida ley del empleo público (ni siquiera entrada en la Legislatura). Un burdo desconocimiento de un derecho adquirido y un bicicleteo para el 2000.


La verdadera razón de la negativa, que significaría menos de 2 millones de pesos mensuales, la dio el secretario de Salud, Lombardo: “Un aumento a los médicos desencadenaría reclamos de todos los gremios que dependen de la ciudad, que demandaría 150 millones de pesos anuales” (Página 12, 20/8). Saltó a luz así la verdadera cara reaccionaria de la Alianza y un impecable anticipo de lo que sería un gobierno de De la Rúa. Hay millones para Roggio, con el aumento del cospel del subte; pero ni un peso para médicos y hospitales, o para los empleados municipales, que reclaman la antigüedad, desconocida desde hace años.


La solicitada de la Asociación de Médicos Municipales ataca políticamente al delarruismo: “Quienes no cumplen con su palabra no son confiables a futuro (…) No nos conmueve ni la oportunidad ni el partidismo político. Sólo nos conmueven los ataques a la salud de la gente y la dignidad de nuestra profesión”. De la Rúa fue masivamente chiflado en la concentración.


El secretario Lombardo, ex sindicalista de la agremiación médica, lanzó por los medios una provocación contra sus colegas: el reclamo no correspondería porque los médicos capitalinos “son los mejor pagos del país, mientras en otros sectores se lucha por trabajo”. Varias mociones en las asambleas plantearon la medida correcta de exonerar a Lombardo del gremio.


El triunfo está al alcance de la mano. Los oradores de la concentración llamaron a De la Rúa a reflexionar y atender los reclamos, por justos y legales. Es improbable, porque De la Rúa está empeñado en demostrar al FMI que él es confiable. La posición del Partido Obrero está copiada de la que tanto resultó a las patronales del transporte: paros escalonados de 24, 48 y 72 horas y, luego, por tiempo indeterminado, hasta quebrar la resistencia de De la Rúa.