Sindicales

9/6/1993|393

Acuerdo automotriz: La UOM y el SMATA felicitan a Menem

Un engaño a los usuarios y a los trabajadores

El gobierno acaba de firmar un nuevo “acuerdo automotriz” por el que las patronales se comprometen a no aumentar el precio de los autos hasta marzo del año que viene. Se prorroga así el congelamiento pactado en 1991, en el inicio del “plan”.  Los diarios dijeron que se trataba de todo un éxito de la “estabilidad” cavalliana.


En verdad, este acuerdo automotriz tiene el mismo propósito que el anterior: garantizar a las patronales que no baje el precio de los autos en momentos en que hay una caída de los precios internacionales de autopartes y automóviles. Mientras el Ford Escort está en 12.000 dólares en Brasil o 9.250 en Italia, el precio “congelado” de Cavallo para Argentina se mantiene en 18.500 dólares. “Desde que entró en vigencia este régimen automotriz, en enero de 1992, los precios de los autos no bajaron” (Cronista, 2/6). La “competitiva” patronal mecánica obtiene así un beneficio de características impresionantes, protegido de la importación por un régimen especial de “cupos” y altos aranceles para el consumidor directo.


De esta manera, las patronales se quedan con la reducción del 17% de los impuestos que gravan a los automóviles, consagrada en el pacto anterior. Además, mantienen el grueso del negocio de importación en manos de las terminales: “en 1992 se importaron 102.000 automotores, de los cuales las fábricas importaron directamente el 70% de ese volumen gracias al arancel del 0% para (aquellos provenientes del) Brasil y del 2% para los de extrazona” (Cronista, 2/6).


¿Pero acaso los capitalistas cumplen con el congelamiento de precios pactado? Para obtener un auto en forma inmediata hay que pagar un sobreprecio. Además, las terminales trabajan con el dinero del comprador, que tiene que pagar por adelantado el 50% del valor del auto y esperar 6 ó 7 meses hasta que le entreguen su unidad.


“Paz social” con José Rodríguez y Lorenzo Miguel


“El gremialista (Raúl Amín, del Smata) se deshizo en elogios”. “Antes que Ud. viniera para nosotros todo era un rosario de desgracias. Hoy tenemos trabajo y garantías de mayor tecnología e inversiones”, dijo mirando fijo al Presidente. Junto a él estaba Raúl Torres, de la UOM, firmante del acuerdo por la rama automotriz (Clarín, 1/6).


La realidad es que para los trabajadores este acuerdo es una desgracia: un aumento del 3% hasta octubre y otro 2% hasta marzo, a cambio de un aumento del 20% de la producción.


La burocracia ha pactado, por lo tanto, una nueva vuelta de tuerca en materia de “flexibilidad laboral” en las plantas automotrices.


Luego de un año de congelamiento salarial se acordó un aumento que se lo come la inflación de dos o tres meses.


Mientras tanto, las patronales se quedaron con impuestos a razón de 2.000 dólares la unidad, venden con sobreprecios y pagan salarios un 15 o 20% inferiores a los de dos años atrás —sin contar lo apropiado en concepto de “productividad obrera”  no pagada.