Sindicales

20/2/1997|528

¿Adónde vamos los obreros del pescado?

Las exportaciones pesqueras superaron en 1996 los 1.000 millones de dólares y las capturas alcanzaron 1,3 millón de toneladas, según las primeras estimaciones realizadas por los empresarios (La Capital, 29/12/96).


Las cifras representan un aumento del 10% con respecto a los 910 millones de dólares exportados en 1995, y en relación al 1,1 millón de toneladas capturadas el mismo año.


Un informe elaborado por la Cámara de Armadores de Pesqueros Congeladores (CAPECA), señala que los países de la Unión Europea, encabezados por España y Holanda, son los principales compradores del pescado argentino, seguidos por Japón y Brasil.


“La actividad pesquera experimentó un sostenido crecimiento en los últimos años y duplicó holgadamente sus rendimientos desde 1991, en que se anotaron capturas por apenas 555 mil toneladas y se exportaron sólo por 406 millones dólares, hasta la fecha…” (revista Redes).


Por si quedara alguna duda acerca de que nos encontramos en un período expansivo, la revista América Azul, de circulación internacional, señala al caladero argentino como el “gigante dormido”, debido al agotamiento de los principales caladeros mundiales, la tendencia alimenticia hacia el consumo de proteínas libres de colesterol y los fenómenos de contaminación de las carnes rojas, como el síndrome de la “vaca loca”.


A pesar de lo contundente de las cifras y de su fundamentación geo-económica, la opinión pública es saturada por la pluma de ‘especialistas’ acerca de la existencia de una ‘crisis pesquera’. La razón de esta campaña de los ‘analistas’ es evidente: bregar por la restitución de los reembolsos del 7 al 12% que recibían por exportaciones desde los puertos patagónicos hasta agosto pasado.


Otro sector que agita la ‘crisis’ son los empresarios marginados del proceso de concentración y que no se han enganchado en los ‘joint-ventures’ (empresas mixtas) que permiten la adquisición de grandes buques factorías, arrastreros y poteros, equipados con alta tecnología de localización satelital de cardúmenes y máquinas procesadoras tipo vaadër.


Por último, sectores de la burocracia sindical levantan la bandera de la defensa de la mano de obra nacional y de nuestras riquezas pesqueras y pretenden imponer este criterio en la demorada sanción de la nueva ley de pesca nacional.


En realidad, las distintas denuncias de la ‘crisis’ reflejan las pujas de distintos sectores patronales por la toma de posiciones en un proceso general de ascenso de la industria.


Los límites que encuentran estas teorías, como la de introducción sin límites de tecnología, quedan finalmente aplastadas bajo el peso de la demanda creciente de mano de obra especializada (fileteros) y la apertura de nuevas fábricas.


Ocurre, sin embargo, que la precarización laboral aún subsiste bajo distintas formas en un sector importante de la industria y las patronales pretenden acentuarla en el marco de una ofensiva general del capitalismo. Pero los trabajadores han comenzado a reconquistar condiciones más estables y convenientes a través de luchas fabriles muy decididas, que confirman la presencia de una nueva situación.


Descooperativización


Debido a las contradicciones legales-impositivas y a la organización de los trabajadores con la iniciación de juicios laborales por trabajo en negro y fraude laboral, las empresas han comenzado a abandonar esta modalidad de explotación obrera. El nuevo curro consiste en aplicar las modalidades de contratación para Pymes, fundamentalmente el contrato a prueba por 3 meses y el contrato a término por 6 meses, evadiendo aportes patronales y la estabilidad laboral. Frente a la inexistencia real de pequeñas y medianas empresas (por el fuerte proceso de concentración), el proyecto en marcha de los grandes pulpos pesqueros es motorizar una red de tercerizaciones truchas que reemplazarían a la cooperativización trucha. Nuevamente, la lucha creciente contra los ‘contratos basura’ y por la efectividad plena ha comenzado a motivar a una nueva vanguardia obrera, que tiene por delante la reconstitución de la organización sindical, sobre la base de aprovechar a fondo la relación favorable en el mercado laboral (demanda de mano de obra).


Para valorizar nuestra fuerza de trabajo, recuperando y actualizando el Convenio Unico de los obreros del pescado, hay que partir de reconocer esta nueva situación.