Sindicales

15/11/2007|1017

Aerolíneas: La estafa interminable

La situación de Aerolíneas Argentinas merece largamente el titulo de la “estafa interminable”.


La plata que ha puesto el estado en la empresa es mucha y su funcionamiento empeora cada día. En 1990 Aerolíneas fue transferida a lberia, una empresa prácticamente quebrada; el Estado retuvo el 5% de las acciones y un 10% quedó para el personal. Aerolíneas fue vendida al precio de remate de 500 millones de dólares pero el Estado argentino se hizo cargo de un pasivo que era exactamente el doble: 1.000 millones de dólares


Iberia no invirtió nada; incluso vendió 10 de los 40 aviones que ya existían. Comenzaron las denuncias de vaciamiento. Cinco años más tarde, en 1995, el Estado español rescató a Iberia y se hizo cargo de la empresa; se suman capitales yanquis y en el 2001 Iberia la transfiere al grupo Marsans, que actualmente maneja la compañía.


La crisis actual que atraviesa Aerolíneas tiene que ver con el inicio de la enésima estafa. El Estado argentino tiene la opción de pasar del 5 al 20 por ciento de las acciones de la compañía y quiere hacerlo a cambio de la deuda que la empresa tiene con el Estado y con Aeropuertos 2000, donde el propio Estado argentino va a tener el 40% de las acciones. Los españoles le deben al Estado y a Aeropuertos 20.000 millones de pesos por tasas aeroportuarias y otro tanto por deudas con el fisco. Pero los españoles quieren: 1) que el ingreso de este 15% de las acciones se paguen en efectivo y ellos “reprogramar” por enésima vez la deuda con Aeropuertos y el Estado; 2) el establecimiento de un pacto social que contenga a los gremios que actualmente tienen actuación dentro de la línea para realizar una inversión en aviones.


La política del gobierno durante todo este período ha consistido en darle rienda suelta a las exigencias de los españoles y su política oficial y ha sido comprar directamente a los dirigentes sindicales pasándolos “del otro lado del mostrador”. Así, Alicia Castro del gremio de las azafatas (AAA) hoy es embajadora en Venezuela; el ex dirigente de los técnicos aeronáuticos (Apta) Ricardo Cirielli es Subsecretario de Transporte Aerocomercial y Ariel Basteiro también dejó su cargo de secretario general (Apa) para pasar a ser directamente representante del Estado argentino en el directorio de la empresa. La burocracia de los gremios aeronáuticos es el caso más despreciable de cooptación de la historia del sindicalismo argentino.


La dirección de los pilotos (Apla), por su parte, hace lobby junto con la Fuerza Aérea con el propósito de que el Estado cobre sus deudas o la empresa sea reestatizada bajo su control y ahora “cumple” a rajatabla hasta el 23 (fecha en que puede producir una definición sobre la compra del 20% de las acciones de la empresa) una rigurosa conducta en materia de horas límites de vuelo, cuando durante años ha dejado que estos derechos sean abiertamente vulnerados. Es un “quite de colaboración conjunto” con el gobierno. Mientras reprime y aprieta a los trabajadores del Subte, a los del pescado, a los del Casino, el gobierno mira para otro lado frente a este caos de la aviación donde por milagro no tenemos nuevos Lapas pues hasta los radares son prestados.


El cuadro se puede resumir así. Otra vez Aerolíneas será objeto de una monumental estafa. Otra vez los capitales internacionales le sacaran al pueblo argentino millones de dólares. La burocracia de los gremios aeronáuticos está totalmente entregada al Estado y hacen sus propios negocios mientras la situación del mantenimiento de los aviones es critica, las condiciones de trabajo son infames, los sueldos de todos están congelados y no hay un sólo peso de inversión.


Los españoles han tomado a Aerolíneas como el modelo a seguir en el futuro con todas las empresas de Argentina en las que tienen capitales. Zapatero viajó a Buenos Aires para negociar las condiciones del traspaso de las acciones de Aerolíneas. Saqueo y “paz social” pactada con los burócratas de los gremios es su derrotero. Hay que reestatizar sin pago a Aerolíneas Argentinas, rajar a la burocracia “patrona” de los gremios y que quede bajo el control de los trabajadores.