Aeronáuticos, contradicciones explosivas

El sector aeronáutico acumula contradicciones explosivas. La crisis fiscal está complicando la gestión de La Cámpora en Aerolíneas -que recibe 11 millones de pesos diarios en subsidios- aunque aparentemente extienda su control a otras áreas.


El copamiento de Intercargo, empresa que monopoliza la atención de rampas, seguido de la intervención a Aeropuertos 2000 de Eurnekián, son intentos por hacerse de caja para enfrentar la escasez de fondos.


El ajuste contra los trabajadores se desarrolla en todos los sectores. En las tercerizadas que dependen de Aerolíneas han optado por desdoblar empresas. Has (seguridad) fue dividida, una en Ezeiza y otra en Aeroparque, precisamente cuando los trabajadores empezaban a superar el aislamiento. En Serza (limpieza) se avecina un conflicto en los hangares de Ezeiza; esta multinacional española fue desplazada por una empresa vinculada con el intendente Granados. De 170 tercerizados, 110 fueron obligados a firmar un papel que sólo les asegura tres meses en la nueva tercerizada. Al resto, le prometen el traslado al aeropuerto, sin siquiera informarles por telegrama. Los compañeros consideran al traslado un despido encubierto y al aeropuerto un cuartel de atropellos.


Los técnicos


En los hangares, la combatividad de los técnicos de Aerolíneas genera un trato laboral más respetuoso. Allí se juega el destino del ajuste. La burocracia de Cirielli ha generado un clima de indefensión. Hay un proceso de desguace y vaciamiento en distintos sectores de mantenimiento. Cirielli lo denuncia, pero mantiene a Apta paralizada. La patronal justificó los últimos despidos en el enfrentamiento verbal que un sector del Hangar 2 -motorizado por la oposición burocrática moyanista- tuvo con un gerente y el secretario gremial de Apta, justamente por reclamar contra el desmembramiento del sector. La patronal primero suspendió a once trabajadores, y ante la pasividad del gremio terminó despidiendo a siete.


La colaboración de Cirielli con el ajuste también se refleja en el apoyo a la constitución de una sociedad anónima que maneje el control del tráfico aéreo, como paso previo a su privatización. En este sector, los controladores paralizaron hace un año los aeropuertos, para exigir el fin de la militarización del tráfico por la Fuerza Aérea.


Aeronavegantes


Es el sector más flexibilizado de Aerolíneas. Bien lejos del glamour, azafatas y comisarios de a bordo sufren enfermedades laborales por el estrés, los efectos de la radiación y la presurización de las cabinas.


Los intentos de extender la jornada laboral fueron convalidados por la burocracia, chocaron con la resistencia de nuevos delegados y activistas, y derrotados en una masiva asamblea. Un sector vinculado con el moyanismo, la lista Violeta, cuenta con amplias posibilidades de desplazar a la burocracia K en las elecciones del sindicato de aeronavegantes, que comienzan esta semana. La Violeta elude una definición sobre la gestión camporista, y deja de lado un pliego de reivindicaciones como la absorción del impuesto al salario, la reapertura de la paritaria firmada por 18 meses, o los despidos de activistas antipatronales -incluidos los de su propia corriente- en los hangares. Con estas limitaciones, llamamos a votar a la Violeta, porque es allí donde se ha agrupado el activismo.


En este contexto se realizará el próximo 11 un acto a un año del despido de Cristian Fontana, activista de la CTA Micheli cesanteado por Aerolíneas. Junto al esfuerzo por sostener la victoria de cada lucha parcial se abre un debate sobre la salida estratégica al derrumbe de la estatización trucha de Aerolíneas, así como de la privatización de la actividad aeroportuaria y su secuela de tercerizaciones.