Sindicales

3/11/2011|1201

Aeronáuticos: un cuadro de situación explosivo

Fernando

En los últimos 30 días, varios sectores aeronáuticos han salido a luchar por diferentes reclamos.

Los tercerizados son los más movilizados. En Todoli (limpieza de aviones) los trabajadores cortaron la autopista Richieri, ante el despido de 180 compañeros por la cesación de la propia empresa. Este tipo de maniobras es común a las tercerizadas: un grupo tercerizador cierra una empresa y ya tiene armada otra donde conchabar a los mismos trabajadores -previa limpieza de activistas- pero en peores condiciones de trabajo y salario, y pérdida de antigüedad. El ministerio decretó la conciliación con los despedidos adentro.

Días antes HAS (seguridad de carga y aviones) había salido a luchar contra un despido, aunque en realidad se trataba de defender lo conquistado con un corte de la Costanera en febrero: reducción de 12 a 8 horas sin afectar el salario, aumento y elección de delegados.

La misma burocracia de Upadep, que coqueteó con el corte de Todoli, tuvo en el conflicto de HAS una postura propatronal, dejando al despedido a su suerte, oponiéndose al paro espontáneo y al corte resuelto por los trabajadores. Los compañeros no han dejado de reclamar por distintas vías la reincoporación, enfrentan cada día los aprietes de la empresa y exigen el reconocimiento de los delegados electos.

HAS es una tercerizada emblemática, propiedad del genocida Donda Tigel, que desde la cárcel controla la empresa por medio de testaferros. La lucha quebró años de terror patronal. Hay una juventud trabajadora que no está dispuesta a dejarse atropellar y tiene claro que su objetivo es el pase a planta de Aerolíneas.

También se tomaron medidas parciales en Gate Gourmet (catering), por incumplimiento de compromisos salariales y de convenio.

La Cámpora en Aerolíneas-Austral

En tráfico de Aerolíneas ingresaron decenas de trabajadores de la mano de La Cámpora.

Hace algunos meses, en alianza con la burocracia de APA (Llano, CTA Yasky), lograron desplazar en elecciones por lista a los delegados combativos de la agrupación Aita (CTA Micheli). Fue una elección despolitizada, en la que las presiones sobre los nuevos no fueron contrarrestadas con una denuncia política a La Cámpora como agente de la patronal y el gobierno.

Aun así, los camporistas no superaron la prueba del primer conflicto. El viernes 7, frente a los retrasos -producto del colapso recurrente de Aeroparque-, un compañero fue agredido por un pasajero. La asamblea del turno votó masivamente mantener un paro en repudio, en contra de los nuevos delegados y la burocracia que pedían “no morder la mano del que nos da de comer”. Fue el turno más camporista el que denunció a la patronal como responsable de la indefensión y hasta de la incitación a los pasajeros a agredir a los trabajadores en paro.

Mar de fondo

Todas las burocracias firmaron el aumento en negro que ofreció Recalde Jr., presentado como del 24% -aunque en la práctica no llega al 15. Este porcentaje luego fue tomado como tope por todas las patronales del sector.

En el caso de los sectores calificados (técnicos, pilotos), además de tener el 50% del sueldo en sumas no remunerativas, han perdido el salario familiar, y lo que se lleva el impuesto a las ganancias es una exacción constante al bolsillo.

Existe preocupación entre los cercanos a jubilarse, ya que las crecientes sumas en negro auguran una vejez en la miseria. También por las condiciones de trabajo y el futuro de esta nacionalización trucha. Es el caso de los técnicos de Austral, donde se han fusionado turnos con la complicidad de la burocracia de Apta, superponiendo funciones y tareas en un claro ataque flexibilizador. Los compañeros denuncian que se están mandando aviones a reparar a Costa Rica, un negociado característico de esta administración estatal.

Todo el cuadro del grupo estatizado es precario, con un déficit operativo de 2 millones de dólares diarios. Para colmo, avanza en el Ciadi (Banco Mundial) el juicio por 2.000 millones de euros que inició Posibilitum, el fondo buitre que se quedó con las acciones nunca expropiadas a los vaciadores de Marsans. Se va camino del ajuste y/o de una privatización parcial, a través de separar a Austral -que tiene veinte aviones nuevos comprados a Lula, otro negociado cuyas cuotas seguirá pagando el Estado nacional.

Lo que dificulta estos planes es la crisis mundial, cuyo desplome recesivo ha afectado profundamente las ganancias de las líneas aéreas, alejando la posibilidad de inversores para una privatización.

Sin dejar de exigir un ajuste sobre los trabajadores, la burguesía sigue consintiendo el agujero negro de esta administración K, en la medida en que es un servicio esencial a sus negocios.

La lucha por el control obrero de toda la actividad aérea se planteará de manera concreta frente a los ataques que se preparan.

Si bien en los trabajadores prevalece aún la idea de que la administración estatal es garantía de estabilidad, la campaña del Frente de Izquierda ha desarrollado importantes debates entre el activismo, que plantean la necesidad de una estructuración política y sindical independiente.