Sindicales

16/2/2006|933

Aftosa

Que las vacas se entreguen al consumo y que se pague la garantía horaria a los dueños

Con la vuelta de la aftosa al mercado de la carne el pasado 4 de febrero, se han establecido varias hipótesis sobre la responsabilidad del hecho. Pero las decisiones del gobierno K para enfrentar la reaparición de la aftosa no tienen desperdicio. Son del más puro cuño oligárquico. El llamado “rifle sanitario” es el arma para sostener únicamente el sitio preferencial de los exportadores en el mercado internacional. Se ha decidido el sacrificio de unas 3.000 cabezas de ganado y se considera que se llegaría a las 5.000. Por supuesto, se fijó una compensación por cada vaca sacrificada: se abonarán 550 pesos a los patrones. Pero las vacas, que podrían se faenadas para consumo de los sectores más carecientes, porque no representan un peligro para la salud humana, el gobierno y los explotadores deciden sacarlas del mercado de consumo y sostener los precios.


 


Un dato más es que “inmediatamente, la industria cárnica tuvo reflejos ante la nueva situación, suspendieron a parte de su personal. En Santa Fe, el Frigorífico ABP decidió cesantías” (El Ciudadano de Rosario).


 


En Florencio Varela, suspendieron los frigoríficos El Látigo y Alberdi. El más importante frigorífico de Argentina, con 2.000 trabajadores, Swift, ubicado en Villa Gobernador Gálvez, forzó las vacaciones de 250 trabajadores de la sección picado de novillos y considera que de continuar la situación va a aplicar suspensiones en todo su plantel. En la localidad de Nelson, también en Santa Fe, el frigorífico Finexcor, dedicado exclusivamente a la exportación, ha decidido licenciar a sus 500 trabajadores. En la mayoría de esos lugares, mientras dura el festín de embolsar millones de dólares, el 50% de los trabajadores está en negro, con salarios de 3 pesos por hora, sin convenio, sin el pago de carga horaria, y en condiciones de insalubridad enormes. Cuando surgen problemas del giro de los negocios, sufren despidos y suspensiones.


 


Quienes delirancon la consigna de “Ahora redistribuir la riqueza” deberían animarse a mirar de frente la realidad.