Sindicales

3/4/1997|533

Ahora, ¡Todos juntos!

Neuquén, Santa Fe, Capital…

El paro docente alcanzó una amplia repercusión en todo el país.


Aunque el gobierno intentó descalifi­car los niveles de adhesión a la medida, la prensa no pudo dejar de destacar los altos índices de acatamiento. En el conurbano fue mayor que la huelga del 24, y fue alto el nivel de ausentismo de los alumnos (Clarín, 1/4). El secretario de Educación de Capital admitió públicamente lo pri­mero.


Lo mismo ocurrió en la mayoría de las provincias. En Catamarca el paro fue masivo y en algunos casos, como en Rosa­rio y San Lorenzo, fue acompañado por movilizaciones.


A pesar del escaso tiempo, los docentes se dieron maña para hacer verdaderas cadenas, se formaron piquetes espontá­neos, se improvisaron recorridas comunes de escuelas y se organizaron asambleas informando la decisión del paro a quienes tomaron conocimiento de la medida en los instantes previos al horario de clase.


El paro se convirtió, por lo tanto, en un verdadero plebiscito a favor de la profundización y extensión de la lucha a nivel nacional. Hay que tener presente que apenas una semana atrás, la dirección de Ctera había “bajado la cortina”, con un paro aislado de 24 horas —que encima no se empeñó en organizar, a pesar de que dos provincias se encontraban en huelga por tiempo indeterminado.


Tuvo que producirse la represión poli­cial en Neuquén y que miles de docentes reclamaran a gritos “plan de lucha” para que Ctera, fuera de cronograma, resolvie­ra lanzar un nuevo cese de actividades.


La docencia, a través de su amplia y entusiasta adhesión, está votando a favor de un plan de lucha nacional. La dirección cterista, en cambio, ha pretendido presen­tar el paro como un simple acto de “solida­ridad” como si el conflicto neuquino fuera una particularidad regional. Maffei fue insistente al destacar que Ctera no quiere nacionalizar el conflicto y que la función del paro era, exclusivamente, generalizar el repudió a la represión.


Pero Neuquén salió a enfrentar el cierre y fusión de grados, la aplicación de la reforma educativa y, sobre todo, el ataque al salario. Es decir, su lucha, no tiene nada de “peculiar” y sí dimensión nacional.


Contra lo que dice Maffei, lo que se plantea, y sin dilaciones, es como “nacio­nalizar” el conflicto. La variante contra­ria no es otra cosa que el desangre provin­cial, que hace años viene ensayando Cte­ra con los resultados ya conocidos.


Luego del parazo, la dirección de Cte­ra propone… un ayuno a partir del próxi­mo 2 de abril. A nadie se le puede escapar que una huelga de hambre no va a torcer la voluntad del gobierno.


Hay que hacer como en Neuquén: pre­parar la huelga general. Como en Neu­quén, hay que organizar la movilización, junto a padres, estudiantes y trabajado­res.


Ctera tiene la obligación de lanzar un plan de lucha nacional y poner en prácti­ca la consigna que decenas de miles de docentes neuquinos vienen coreando y reclamando en su histórica lucha.


La situación pone a la orden del día la necesidad de la convocatoria de un Con­greso de bases. Es la hora de dar paso a un auténtico Congreso, en condiciones de poder deliberar y decidir, con la partici­pación de delegados elegidos y mandata- dos por asamblea. Un Congreso de bases es el ámbito adecuado para superar el dislocamiento sindical y poner raí movi­miento y pie de lucha al gremio a escala nacional.


Están maduras las condiciones para infligir una derrota al gobierno. El Cordobazo educativo hizo retroceder al gobier­no, en Santa Fe la movilización logró anular la fusión y cierre de cursos, en Neuquén las autoridades han accedido a dar marcha atrás con la aplicación de la ley de educación.


Esto fue posible actuando el gremio, por separado. ¿Qué pasaría si el gramo actúa como un todo? Es la oportunidad de promover autoconvocatorias, encuentros y plenarios abiertos para impulsar esto perspectiva.