Sindicales

29/7/2015|1374

Ajuste en marcha en la industria automotriz

El Smata consolida la rebaja salarial


El saldo de la paritaria del Smata es, indiscutiblemente, una rebaja salarial a los metalmecánicos en el marco de un ajuste contra el conjunto de la clase obrera.


El “reajuste” del segundo trimestre es de un 5,2% que sumado al del primero proyecta un 21% anual, cuando los gremios más conservadores no cerraron por menos de un 27%; ni qué hablar de los que destrozaron el techo salarial de Kicillof y obtuvieron aumentos por arriba del 35%, como es el caso de los aceiteros y ATE Mendoza.


La pérdida del poder adquisitivo del salario en la industria automotriz es una cuestión estratégica paras las patronales y también para el gobierno nacional. El régimen de reajustes trimestrales lleva cinco años y tiende a equiparar el salario de los trabajadores de las terminales con los de un empleado de comercio. Hoy, el salario de un operario de producción de una terminal ronda los 14.000 pesos -es decir el costo de una canasta familiar.


El acumulado del año pasado fue de menos de un 30% cuando la inflación alcanzó un 40%, si restamos lo que se llevó el impuesto a las ganancias, el “aumento” no llegó a un 20% -o sea una pérdida de más más de 20 puntos. Este año, la pérdida del salario no será menor. En otro sentido, el sistema de reajuste trimestral tuvo como objetivo eliminar las asambleas en donde se aprobaban las paritarias, que aunque regimentadas, eran un factor de deliberación, presión y confrontación de la base con la dirección del gremio.


Los salarios por debajo de la inflación garantizan para las patronales mantener y ampliar la tasa de ganancia. La actual recesión en la industria automotriz se presenta como una buena oportunidad para imponer un ajuste en el sector más concentrado del movimiento obrero industrial. Las recientes derrotas de la lucha de los trabajadores de Lear y Gestam fueron el inicio de este proceso. La ofensiva patronal no sólo se manifiesta en la constante pérdida salarial, las condiciones de trabajo también están en la mira. El aumento de los ritmos de producción está a la orden del día en todas las fábricas; en VW, por ejemplo, se quiere imponer el turno americano en el sector de mantenimiento, sistema ultraflexibilizador del colectivo de trabajo. Recordemos que el Smata firmó un convenio con Nissan-Renault a la baja, que reduce un 15% los salarios y extiende la jornada laboral. No hay que tomar esto como acciones aisladas en diferentes plantas, es todo un programa patronal que se está imponiendo con la insustituible ayuda de la burocracia del Smata.


Las suspensiones en la industria no cesan, aunque se las quiera disfrazar de “paradas técnicas”, como es el caso de Ford; Fiat y VW Córdoba también suspendieron al personal en el transcurso del año -en Brasil, donde la crisis de la industria está un paso adelante, suspendieron a 30.000 trabajadores durante junio y julio.


El ajuste que está en marcha en la industria automotriz es fundamental para dar un fuerte ejemplo al conjunto de la clase obrera argentina. Los trabajadores mecánicos fueron históricamente la porción de la clase obrera que a partir de la lucha y con métodos de clase, consiguieron las mejores condiciones salariales y de trabajo. Arrancar estas conquistas es prioritario para la burguesía, tanto como derrotar a los choferes de la Línea 60. El desarrollo del Frente de Izquierda es fundamental para frenar esta perspectiva patronal.