Sindicales

17/10/2019|1569

Alberto Fernández y los sindicatos

Fernández busca integrar a todas las alas de la burocracia sindical en el futuro pacto social del ajuste

En el cuadro de quiebra, recesión e inflación de Argentina, con la rebelión en Ecuador como telón de fondo, la relación del próximo presidente con los sindicatos es un asunto de primer orden. No se trata de una cuestión que tendrá peso en el mediano plazo sino de forma inmediata, si consideramos el potencial devaluatorio del dólar paralelo, los tarifazos “reprimidos” en combustibles y los postergados en el gas y electricidad. Por otra parte, la tendencia al agravamiento y prolongación de la recesión, que superará el 3% este año y seguirá su caída en 2020 según el insospechable Banco Mundial. Se trata de un cuadro social explosivo, donde la cirugía fondomonetarista que preparan puede transformar a Argentina en la próxima Ecuador.


Los movimientos de Alberto Fernández han seguido una línea maestra: el acuerdo, en primer lugar con la CGT, colaboracionista del gobierno de Macri, para integrar a todas las alas de la burocracia sindical en el futuro pacto social. Los movimientos anticipatorios se dieron en dos planos estratégicos desde 2018: Manzur, que reunió a Daer y el pejotismo tradicional en el gran acto en Tucumán y, por otro lado, un Moyano liderando el sector opositor con la consigna “hay 2019”. Desde una y otra vereda se ha ido garantizando que la crisis capitalista no salga de madre, en particular desde la devaluación y los golpes inflacionarios de abril de 2018 a la fecha. Las históricas jornadas de diciembre de 2017 contra las reformas previsional, laboral e impositiva pusieron en remojo las barbas de todos los garantes del sistema patronal en los sindicatos.


En la reciente reunión de Tucumán posterior a las Paso, entre el presidente de la UIA y Daer, se dio el paso más importante en la línea del pacto social que delineó Cristina al presentar “Sinceramente” en la Rural, donde evocó como antecedente nada menos que la experiencia de Perón, Rucci y Gelbard. Para semejante emprendimiento AF no anda con chiquitas: exige la unidad de toda la burocracia sindical, incluida la destartalada CTA, porque cualquier cabo suelto podría canalizar la explosividad de las disposiciones que rodearán al pacto social. Los choques serán, inevitablemente, la otra cara de los acuerdos de reestructuración de deuda con la banca acreedora y el FMI, que como todo el planeta sabe, han sido durísimos en todos los países, se llamen Uruguay, Portugal o la castigada Grecia.


La participación del presidente virtual en el plenario de la CTA, que congregó al moyanismo y todo el Fresimona, no debe mover a engaño. Fue allí a pedir la rendición a su política a todo el movimiento obrero. Pablo Moyano lo sintetizó: “Tenemos que unirnos para acompañar a Alberto Fernández porque las medidas que tendrá que tomar serán muy duras”. Como su padre, no anduvo con vueltas. No se proponen unir a los sindicatos contra las duras medidas, sino en favor de ellas.


La integración del moyanismo y la Corriente Federal está en marcha. Según lo resuelto por todos -absolutamente todos- los sectores de la vieja burocracia sindical, habrá un plenario de secretarios generales que consagrará la vuelta. En cambio, exigen la rendición incondicional de Ctera, disolviendo la CTA, y presentando “por mesa de entrada” la solicitud de ingreso “según los estatutos de la central y las leyes vigentes para las organizaciones con personería gremial”. Cualquier idea de libertad sindical contra el unicato debe ser desterrada según la podrida y desprestigiada burocracia sindical que acompañó todas las fechorías contra el movimiento obrero y acompaña hoy mismo el cierre serial de fábricas, abandona la gesta heroica de los trabajadores de Chubut y aún a los pilotos, cuando se la jugaron por la reapertura de su paritaria.


No hay cambio de frente patronal


Pero conviene examinar si del otro lado del mostrador, el de la patronal, estamos ante un cambio de rumbo después del fracaso macrista que acompañó el total de la clase capitalista argentina. El presidente de la UIA no dejó dudas hace apenas unos días: reforma laboral y rebaja de impuestos al capital (léase impuestazos y tarifazos para compensarlos). Julio Crivelli, capitoste de la Cámara de la Construcción, precisó el reclamo: erradicar la inflación eliminando el déficit fiscal (hoy en 10% del PBI si incluimos intereses de la deuda), bajar el costo laboral, reducir la carga tributaria, dejar de financiar el Tesoro con el Banco Central. Y resumió: “Todo lo que hay que hacer es políticamente incorrecto”. No se privó, por supuesto, de pedir “dejar atrás la causa de los cuadernos” que involucra a toda la patria contratista en el robo al Estado.


Como se verá, no hay en la “burguesía nacional”, en la que tanto cree el kirchnerismo y la izquierda de colaboración de clases que lo acompaña, el menor atisbo de un cambio de frente. Su agenda al girar hacia Alberto Fernández es la misma con la que acompañó a Macri, la que comparte con el FMI y, digámoslo, con Lenín Moreno de Ecuador. Por si acaso, Crivelli remarcó que AF tiene que aclarar “si va a gobernar blindando Vaca Muerta” como prometió o con la pesificación de tarifas que promueve un anodino documento de “técnicos” del PJ. De manera que agregó la frutilla al postre, se pronunció por mantener la dolarización de tarifas que ha hecho estallar sistemáticamente la inflación y el poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.


La mesa está servida para un pacto social reaccionario. Desde ese lugar tenemos que pararnos los trabajadores que defendemos las paritarias libres, el salario y jubilaciones equivalentes a una canasta familiar, la reapertura de todas las fábricas cerradas y la reincorporación de todos los trabajadores despedidos, como punto de partida de una reorganización económica desde el campo de los trabajadores.


Es una perspectiva claramente antagónica a la unidad sindical “albertista”, opuesta a la suspensión de las paritarias y a sacar a los trabajadores ocupados y desocupados de las calles. Por eso es tan adecuado impulsar asambleas en todos los sindicatos, en todos los lugares de trabajo, porque ninguno de los sindicalistas que participan de esta unidad por derecha ha recabado mandato ni explicado el sentido y condiciones de un pacto social como el que propone Alberto Fernández. Vamos por ello desde el sindicalismo clasista y desde la izquierda obrera y socialista. La clase obrera y el campesinado ecuatoriano están marcando un camino.