Sindicales

1/2/1994|411

Aluar: la UOM debe ocupar la planta

La patronal de Aluar ha despedido ya a 40 trabajadores, en respuesta a la decisión obrera de no aceptar la rebaja de salarios. Aunque la patronal fundamenta este atropello en una “crisis excepcional” (la caída del precio internacional del aluminio), toda la burguesía argentina —cualquiera sea la “situación coyuntural” de sus plantas— ha saludado a Aluar como un verdadero caso “piloto”. La rebaja de salarios sería, así, una panacea general que resolvería todas las contradicciones y sobrecostos del plan Cavallo. Pero mientras los salarios permanecen congelados, las tarifas de gas, luz y teléfonos duplicaron su precio en dólares. Lo mismo sucede con los intereses bancarios. Pero la gran burguesía —que participa de este saqueo a través de las empresas privatizadas y la banca— quiere poner a salvo estas superganancias y resarcirse de la presente crisis industrial galopante a costa de los trabajadores.


La crisis de Aluar


Si las razones del “sobrecosto” argentino no pueden encontrarse en los salarios, ello es doblemente cierto en el caso de Aluar, donde los sueldos no representan más del 10 ó 15 % del costo de producción, que depende sustancialmente del precio de la electricidad. Pero la producción y las ventas de Aluar subieron durante 1993. Aluar tiene el monopolio del aluminio primario en el mercado interno, y participa -a través de acuerdos con pulpos internacionales- de una cuota determinada del comercio mundial. No existe una “caída de demanda”, sino de “rentabilidad”, a causa no del costo laboral, sino del cuadro de sobreproducción de aluminio que se verifica en el mercado mundial, y de los “costos patronales” (generación eléctrica y otros servicios). La patronal de Aluar, por ello, está participando de las discusiones internacionales entre los pulpos del aluminio para restringir la producción y levantar los precios, al tiempo que negocia con el gobierno la “adjudicación” de la presa de Futaleufú, que le provee de electricidad (no habría que descartar que la “convulsión” provocada por la patronal persiga el propósito de presionar por una “adjudicación directa” de esa represa).


Las pérdidas que hoy aduce Aluar deberían referirse (si realmente se verificaran) a un determinado capital invertido por la patronal de la empresa. En el caso de Aluar, ello sería imposible… por la sencilla razón de que sus propietarios instalaron Aluar sin poner un centavo.


En los años ’70 —cuando Aluar fue construida—, sobre un costo total de 180 millones de dólares, el aporte de capital propio de los accionistas fue de 11 millones (el resto correspondió a créditos avalados por el Estado). La presa de Futaleufú, la red de transporte eléctrico hasta Madryn y las obras del puerto de esta ciudad (todas ellas en función de las necesidades de Aluar), fueron realizadas por el Estado.


Además, Aluar gozó de las desgravaciones y beneficios propios de la promoción industrial.


Con su ofensiva, la patronal pretende colocar a los trabajadores como pato de la boda de un conjunto de maniobras patronales. En este operativo, la patronal de Aluar ha recibido la “firme colaboración” de la burocracia de Lorenzo Miguel, que ha dejado a los trabajadores de Aluar inermes frente a las provocaciones patronales. Por lo pronto, el rechazo obrero a la rebaja de sueldos ha desnudado que la patronal tiene serias dificultades para reducir la ocupación de la planta: sus directivos han reconocido “que el ajuste se realizará en forma paulatina, sin prisa, porque en Aluar no sobra gente” (Clarín, 20/1).


En lugar de ocupar la planta, Lorenzo Miguel pactó con la patronal   y el gobierno el aislamiento de los trabajadores. Si se abriesen los libros de la empresa, ¡se verificarían 20 años de superganancias sin invertir un centavo!


Por eso, los congresos de delegados de las seccionales de la UOM deberían votar un plan de lucha por Aluar, por el salario y el convenio, y la UOM de Puerto Madryn preparar las condiciones para la ocupación de la planta.