Sindicales

29/5/1997|541

Atlántida : Asamblea general discute el balance de la lucha

Vamos a hacer un primer balance, dado que luchas de esta envergadura llevan años de discusión y reflexión política en el movimiento obrero; son gestas que conmueven. Nos hemos convocado hoy no sólo para resolver las próximas actividades, sino para hacer un balance de la huelga, lo que de por sí constituye un hecho notable. No sólo nos hemos mantenido agrupados ante el desalojo policial y hemos protagonizado 45 días gloriosos de olla popular y cortes de ruta, sino que cuando, obligados por el hambre tenemos que cancelar esta etapa, nos reunimos, organizados como siempre, a realizar un balance y establecer un programa futuro.


La comisión presenta estas conclusiones para que todos intervengamos, aunque hay que decir que hemos venido estableciendo balances a lo largo de todas las asambleas. Un balance no sale de un repollo, se procesó en 80 días de conflicto.


13 años


En cierto modo nos hemos preparado para este conflicto durante 13 años, nosotros y la patronal. Edificamos la organización interna que se reflejó en esta huelga y la patronal también preparó las condiciones materiales y políticas para enfrentarnos. Intentaron en más de una oportunidad destruir nuestro movimiento, exploraron todos los métodos, pusieron trabas que pudimos superar. Lo intentaron con el despido de algún activista, nos pusieron a prueba, paramos la fábrica y lo reincorporamos. Ellos atacaron fuerte en la etapa de los círculos de calidad; quebramos los círculos que equivale a decir la disolución de la organización obrera para transformarnos en herramientas de la explotación patronal. Más tarde, vino el “plan de sugerencias”, lo que los compañeros de Fiat nos describían como “fábricas integradas”. Bajo distintos nombres, quisieron dividirnos mediante premios de autoexplotación, los cuales rechazamos, una vez más.


En 1994, pasamos uno de los momentos más críticos, cuando “sobrábamos” cien compañeros y vino la discusión interna si íbamos a la línea derrotista o buscábamos una alternativa. Peleamos y derrotamos el derrotismo, que luego se trató de expresar en la lista “Pantaleoni”, repudiada en asamblea general por moción del tano Giamona, que recuerdo como si fuera hoy. Fracasaba un intento conjunto de la burocracia y la patronal.


Desde aquella huel-ga triunfante por la reincorporación de dos activistas, fueron muchas las batallas por las reivindicaciones, por las categorías de fábrica que triplicaban el convenio general, contra la hiperinflación… Atlántida paró todos los paros, llegamos a este conflicto con el récord absoluto, todos los paros en tiempos de Alfonsín y de Menem, los convocados por la CGT y los que no, paramos el 8 de agosto, el 2 de abril, con la Marcha Federal, paramos en los legales y también ilegales, como los paros del CTA-MTA. Es decir, luchamos a la par del movimiento obrero en todas sus batallas. Se explica, entonces, esta gran batalla.


Fue en cada conflicto como surgió el Fondo de Huelga, como idea estratégica, cada vez que votábamos, ir a la huelga si tocaban a uno.


Un gran soporte fue la lista Naranja Gráfica, que encabezamos en la propia expulsión de la burocracia de Calipo, colaboradora de la intervención militar, para integrarnos por tres años como minoría clasista en la conducción del gremio. Más tarde, ante la evolución burocrática y patronal del ongarismo, presentamos lista 3 veces, en el ‘88 quebrando un fraude, en el ‘92 y en el ‘96, tres veces encabezamos el movimiento antiburocrático en el gremio. Un reagrupamiento que ayudó a cada lucha gráfica, llámese Abril, Tiempo o Razón.


El sindicato


Pero entramos a esta lucha con un problema fundamental. No haber ganado la dirección del gremio, producto de un conjunto de circunstancias que no son sólo del gremio, sino del conjunto del movimiento obrero argentino, carente de direcciones clasistas en los sindicatos, salvo raras excepciones. En estos 13 años de preparación llegamos con este problema político.


Atlántida luchó por la Interfabril de la zona Norte. Con Corni, primero; con ellos organizamos la Marcha Federal, hermosos plenarios de más de cien activistas. Más tarde, con Corni muy quebrada, volvimos a la carga con Terrabusi (en La Paloma), en los meses previos a la caída de Cavallo y el gran paro nacional en el que la Naranja duplicaba en número al sindicato en Plaza de Mayo.


Sin embargo, llegamos al conflicto sin Interfabril, con un gran reconocimiento en la zona pero sin Interfabril. Internas como Terrabusi o Siderca que no la ven, con Ford todavía inmadura. Llegamos sin la dirección del gremio y sin Interfabril, dos objetivos estratégicos, que son nuestro programa del mañana. La inmensa solidaridad de base de Alba, de La Salteña, de Siderca, de Corni, no pudo superar las limitaciones o la oposición de sus direcciones a la lucha conjunta.


¿Qué puso la patronal y qué puso el movimiento obrero en esta lucha? La burguesía transformó en una cuestión de Estado nuestra huelga. Por el desalojo se pronunció Corach; Caro Figueroa intervino con en el recurso de crisis, actuando hasta lo ilegal para cubrir el falso cierre. La justicia a su servicio y el propio Menem, que caracterizaron que somos parte del circuito de la ‘subversión’. Duhalde nos manda la cana y después su ministerio se lava las manos. Cierran filas. La clase capitalista hace una cuestión de Estado de una huelga de 300 obreros.


En el movimiento obrero, en cambio, ninguna de las tres centrales sindicales se juega ni en la lucha ni en el apoyo material, ni en la articulación, ni en el paro nacional por nuestra huelga, ni por Fiat, ni por Cutral Co, Neuquén, ni hoy por Jujuy, Tartagal, La Plata, Tucumán, Rosario, ni aun por la muerte de Teresa Rodríguez a manos de la gendarmería.


Ni siquiera los dirigentes nacionales (Palacio, Moyano, De Gennaro) pusieron un pie en la ocupación de fábrica, no tuvieron ese coraje, porque cuestiona la propiedad capitalista de los medios de producción. La traición de las centrales obreras limita el poder político del movimiento obrero, imposibilitan el triunfo de sus luchas. Como clase tuvimos esa limitación.


Vigil pudo poner en la cancha el reagrupamiento de la burguesía alrededor de su política, y el estado capitalista a su favor. La elección y la reelección de Menem demuestra que los obreros no tenemos una dirección política para enfrentar a la clase explotadora: grandes sectores obreros votaron al enemigo de clase. Aunque no fuera el caso de nuestras fábricas, grandes capas votan a los verdugos de nuestras huelgas. Esto hay que tomarlo en cuenta de cara a la lucha futura. A la hora del balance no queremos justificar lo que hicimos, resuelto día a día en una asamblea, lo que queremos es deducir las tareas del movimiento obrero en la próxima etapa, qué aprendimos y qué podemos transmitir a partir de esta batalla que no hemos ganado, que ganó la burguesía, porque no pudimos reincorporar.


Ahora bien, ante los problemas. ¿Qué hicimos? ¿nos fuimos a casa? No, enfrentamos cada uno de los problemas.


Esta huelga rompió, en cierta medida, todos los bloqueos. Al bloqueo del sindicato respondimos con piquetes, plegando talleres, armamos la rebelión de los delegados del pronunciamiento, y prueba de que hemos actuado en el gremio, estamos preparando una autoconvocatoria para el 30 de mayo en el Sindicato de Molineros, para darle continuidad a la lucha contra la flexibilidad, por las reivindicaciones, contra la burocracia y contra la patronal.


Hemos desnudado la política de la burocracia, que no quizo ponerse a la cabeza de la lucha como representante de los gráficos, abandonando la lucha en 10 días, antes de la ocupación de fábrica. Les dimos la oportunidad de ponerse a la cabeza, de venir a los cortes en la Panamericana con nosotros, hablaron en un acto, etc., claro que en 80 días para estar a la cabeza tenían que convocar al plenario de delegados, para movilizar, entonces no. Con la lucha, se abrieron.


Nuestro Fondo de Huelga no fue sostenido por ninguna central obrera, sino que fue un fondo de huelga que conquistó compañero por compañero, en puerta de fábrica en colectas, en bonos, en organizaciones políticas y populares, etc.


Llegamos a algo que no hizo ninguna ocupación de fábrica, a una reunión de cerca de 200 personas que convocó a organizaciones obreras partidistas y no partidistas de todo carácter, dirigentes nacionales de todo orden dentro de una ocupación de fábrica, marcando un programa, un comité nacional de solidaridad, la campaña de los 100.000 afiches, el futuro del acto y rápidamente la unidad latinoamericana de la lucha, que ha tenido una característica política totalmente trascendente. Rompimos el más grande cerrojo periodístico a una lucha con las radios, con las pintadas, los volantes, afiches, etc. Si 200 obreros rompimos esto, quiere decir que el conjunto de la clase obrera podría muchísimo más.


Derrota y triunfo


Se plantea si la lucha es una derrota o un triunfo.


Muchos compañeros de esta carpa dicen que es un triunfo. No podemos decirlo así. Pero por algo se plantea esto, de que es un triunfo, porque nuestra lucha fue un gran acierto estratégico, caimos peleando y aun seguiremos peleando mucho tiempo más: esta lucha prolongará su influencia política entre todos los trabajadores.


En una etapa en que nadie avizoraba, fuera de nosotros, la posibilidad de un triunfo, viene Fiat y nos pide que vayamos a reflejar nuestra lucha, la autoconvocatoria, y el próximo sábado vamos a un festival donde no vamos a celebrar nuestra derrota, sino a reivindicar y celebrar nuestra lucha. Es que sentimos muy adentro que estuvo perfectamente planteada.


Esta lucha es una batalla derrotada, pero nosotros hemos derrotado los planteos de la burocracia de Ongaro, de que todo era inútil, que nos decía que perdíamos nuestros derechos indemnizatorios con la ocupación de fábrica. Nosotros peleamos con una conciencia superior, con una conciencia de clase. Como dijo Arias en la primera asamblea, tenemos que responder a una historia, nuestra historia.


Entonces la burocracia no tiene un ángulo, no tiene defensa, porque en 80 días la dejamos aislada del movimiento gráfico nacional e internacional, la dejamos perfectamente pintada como los carneros de la huelga.


Nosotros salimos a jugar nuestro salario al todo o nada y ganamos nosotros, no Ongaro, es decir, que nosotros somos dueños de haber luchado jugando nuestras conquistas.


Por la reincorporación


Esta lucha, porque es un acierto estratégico se prolonga, entonces en ese aspecto, es un triunfo moral de la clase obrera (aplausos).


Acá quedan planteadas muchas cosas, la reinstalación de Frasso y Pitrola, que no están en la calle, están luchando.


Por otra parte, la causa de Andreini contra todos nosotros, lograr la anulación de una causa de persecución política contra la lucha del movimiento obrero, ganar esta causa es ganar el derecho a ocupar las fábricas.


Nosotros nos prolongamos en esta lucha. Queremos también plantear algo que tiene que empezar a ser parte del movimiento obrero, que sigamos luchando por la reincorporación de los despedidos (aplausos). Nuestra lucha, nuestra reincorporación, tiene que ser una bandera histórica del gremio gráfico, plantada como bandera general, estratégica y definitiva del gremio hasta el triunfo de la Naranja.


Queremos que esta carpa sea un centro de organización de nosotros, de los gráficos y del movimiento obrero de la zona.


La comisión que se ha formado de mujeres e hijos es otro importante aspecto de la lucha que fueron de gran apoyo para nosotros (aplausos).


Y la experiencia que les brindó esta lucha, a las esposas en particular, también a los hijos, superó todo lo conocido hasta el momento en materia de lucha y de ocupación de fábrica.


Planteó una escala social superior en la lucha de la clase obrera.


Fue de mucha importancia, ya no solo en el sostén de sus maridos, si no incorporada como núcleo obrero de lucha. A esta escala debe llegar el movimiento obrero argentino, si los demás no están en esto es porque deben llegar a esto. Allí apunta nuestra propuesta aplaudida en asamblea de activistas de Fiat, de realizar una asamblea nacional de organizaciones obreras combativas, de lucha, partidistas y no partidistas. Para prolongar estas grandes batallas en un programa y una organización que coloque a nuestra clase como alternativa política (Aplausos).


Primera audiencia del desafuero contra Frasso y Pitrola


El 19 de mayo, en un plazo inusualmente breve, se realizó la primera audiencia de absolución de posiciones del juicio de desafuero contra Norberto Frasso y Néstor Pitrola, acusados por el delito de luchar contra el despido de 272 compañeros, representantes de una sección que sin ser despedida fue a la huelga general junto con la huelga y ocupación de la planta Garín.


A la audiencia fueron convocados el Director de Relaciones Laborales y el Director de Relaciones Sindicales, las dos personas que siguen al Ministro Caro Figueroa en esas áreas. Nada bueno auguraba la presencia de quienes, en particular la Dirección de Relaciones Laborales, convalidaron la estafa del recurso de crisis y la figura del cierre falso del taller de Atlántida por “obsolescencia” de máquinas.


Sin embargo quedó a las claras que el Ministerio nunca llegó a ilegalizar huelga ni ocupación alguna, como tampoco dictó conciliación alguna que hubieran desoído los obreros y mucho menos los dos delegados enjuiciados. Sencillamente porque la estrategia del Ministerio se ajustó al dictado patronal de aniquilación, mediante desalojo policial y despido masivo causado en la ocupación de planta. La patronal quiso evitar que una intervención ministerial prolongara la vida del taller y diera tiempo a los gráficos a seguir reagrupando fuerzas en función de la gran batalla.


Esta estrategia ahora, en el desafuero de estos dos compañeros, le jugó en contra a la patronal. Relaciones Sindicales, por su parte, no pudo sino convalidar el carácter de delegados de los compañeros y en el caso de N. Pitrola, su carácter de congresal del gremio por la minoría hasta el año 2000.


Se reivindicó el derecho constitucional de huelga por parte de los acusados, e incluso la ausencia física de Frasso en Garín, presente en la Asamblea de Azopardo al momento de la ocupación.


Un primer round favorable a la defensa de los derechos de los compañeros contra este desafuero de persecución política a la lucha de Atlántida y a la dirección antiburocrática de los gráficos. Sin embargo, debe estar claro para todos los trabajadores, para todas las organizaciones sindicales y políticas de los trabajadores, para todas las fuerzas democráticas y de derechos humanos, que sólo en el terreno de la movilización política podremos ganar una causa de este tipo.


Por ello será tema de la autoconvocatoria de los gráficos, y por ello está planteada una gran campaña de pronunciamientos en favor de la absolución de los compañeros. A la “velocidad” de la justicia en esta causa tenemos que oponerle una avalancha de denuncias y respaldos a la lucha de los compañeros.