Sindicales

14/7/1994|423

Balance de las elecciones del Suteba

La lista Celeste, que responde a Mary Sánchez, obtuvo un holgado triunfo en las elecciones del Suteba, con el 61 por ciento de los votos. Segunda fue la lista Azul y Blanca (ubaldinistas, socialistas y Ptp) con el 21 por ciento; tercera la Naranja-Bordó (Mas-Mst) con el 6,9 por ciento, y cuarta la Rosa (PO) con el 4 por ciento.


En el conurbano y La Plata las diferencias se achican. La Celeste obtuvo el 51 por ciento; la Azul y Blanca, el 28; la Naranja-Bordó, el 8,5 y la lista Rosa, el 4,9. En las 12 seccionales del Gran Buenos Aires donde la izquierda presentó listas en alianza con otros sectores, el triunfo de la Celeste también fue holgado.


La Celeste obtuvo una elección superior a la de hace dos años. Con las excepciones de La Plata (donde casi pierde la elección) y de General Sarmiento (donde mantuvo las diferencias de la elección pasada), la Celeste mantuvo y amplió la ventaja allí donde ya era dirección, y levantó mucho donde era oposición (Berazategui, San Martín). Este triunfo se destaca en función de que votaron muchos más afiliados que hace dos años: 56,9 por ciento, contra un 33 por ciento en el ’92. Al cuadruplicar los lugares de votación, la Celeste hizo más difícil (sino imposible) un cabal control electoral de parte de los opositores.


Algunos escrutinios son todo un ejemplo de cómo se puede, sin fiscales opositores, “ensanchar” una votación. Según la propia junta electoral, hubo en Adolfo Alsina “10 mesas; votos emitidos, 122; lista Celeste, 119 votos; lista Azul y Blanca, 1 voto; en blanco 2 votos”. Esto se repite en Gesell, Carmen de Patagones, Ramallo, Pinamar, Chivilcoy, Magdalena y otros. Allí donde el escrutinio no pudo verificarse, votó “casualmente” casi el 80 o el 90% del padrón.


La votación real del Suteba se refleja, por lo tanto, sólo en forma cabal en el conurbano, donde Mary Sánchez saca el 51% de los votos, contra el 41% del conjunto de la oposición. Este dato revela lo acertado del planteo del PO, que reclamó una lista única de oposición. La Azul y Blanca, al rechazar esta posibilidad, dejó el camino abierto al triunfo holgado de Mary Sánchez.


La izquierda


La izquierda, de conjunto, tomando como referencia el conurbano, bajó del 16% al 13% en relación a las elecciones del ’92, aunque en esa oportunidad la lista Rosa contó con la presencia del partido comunista, el cual ahora apoyó en forma fervorosa a todas las listas de Mary Sánchez.


La izquierda mantuvo, entonces, “su” padrón en votos. Disminuyó en Varela, del 18% al 13%; en Berazategui del 17 al 15; en La Matanza conservó el 15%; cayó en San Martín, como producto de la polarización de Celestes y Azules; mantuvo el 28% en General Sarmiento; subió en Morón y en La Plata; realizó en general una elección sin grandes variantes con relación al ’92.


La división de la izquierda en dos listas provinciales tiene que ver directamente con el desastre del FIS, el cual nunca existió en la práctica y fue totalmente abandonado luego de las elecciones nacionales del 10 de abril.


Hacer un balance de esta división, entre el PO de un lado y el Mst-Mas del otro, es relativamente simple. El Mst volvió a canjear con el Mas puestos por posiciones políticas y volvió a pactar con éste un relegamiento político del PO. Al igual que con el FIS, el Mst hizo todo esto a sabiendas de que el Mas no desarrollaría una campaña electoral común, como efectivamente ocurrió.


El Mst compartió con el PO la lucha por una lista única de oposición (llamando a la Azul y Blanca), sin embargo fue a la rastra del Mas, el cual es un peso muerto que sólo pretende reivindicarse… a sí mismo y que no juega ningún papel activo en asambleas o movilizaciones de los docentes.


Este “frentismo” sin programa común se reveló como un obstáculo, y sus alianzas seccionales no constituyeron ningún paso adelante en la estructuración de la izquierda contra el aparato del gremio.


Por ejemplo, en la elección de congresales, los resultados en Morón y en La Plata dejan a la lista Rosa mejor colocada en relación a la división entre el Mst y el Mas, los cuales no tienen el mismo balance de las elecciones, ni la misma política a seguir.


Pero la diferencia sustancial es política, pues la lista Rosa llegó a 476 escuelas con planteos homogéneos y con una agitación de conjunto.


Obtuvo 183 fiscales efectivos, lo que le permitió al PO aparecer, por primera vez, como corriente organizada en el gremio a través de una lista provincial, con 1.200 avales reconocidos por la propia burocracia.


Se pasaron más de 10.000 folletos, cobrados a manera de colaboración, y una tarea explicativa en reuniones con decenas y decenas de maestros.


Conclusiones


El triunfo de la lista Celeste traslada al Suteba el éxito electoral de Mary Sánchez como candidata del Frente Grande, votado por miles de maestros. Esto le permitió sacar un rédito político contra la Azul y Blanca, a la cual paradójicamente acusó en forma sistemática de “menemista”. Mary Sánchez utilizó incluso a fondo la Marcha Federal para disfrazar ante el gremio un “plan de lucha” que no existe. Esta maniobra espuria no fue denunciada sino saludada por el Mst.


Pero los docentes no están en una isla. Son parte del giro político que están viviendo las masas en el país. La votación refleja distorsionadamente un voto opositor al gobierno. La huelga de los docentes salteños y la propia concurrencia de centenares de docentes a la Marcha Federal (no todos en las columnas esmirriadas del Suteba), reflejan, al igual que el 10 de abril, que el marysanchismo no es el límite del ascenso que necesariamente se reflejará en la docencia.