En este último tiempo las enfermeras y los enfermeros del Instituto de Rehabilitación Psicofísica (Irep) de la Ciudad de Buenos Aires conquistaron una semana de descanso para todo el personal del área. Un grupo de ellos había reclamado previamente, a través de la presentación de una nota colectiva a las autoridades y distintas acciones de lucha, que se implemente la rotación del personal. La rotación exigida tenía por propósito, además de compensar el enorme agotamiento laboral, restringir la circulación del virus al interior del Instituto. La semana de descanso obtenida, si bien insuficiente, es un avance parcial para estos objetivos.

El estrés y el agotamiento de los trabajadores de salud, y en especial de los enfermeros, se encuentran en estos momentos en niveles altísimos. La sobrecarga laboral que está en la base de este problema emerge como síntoma de la precariedad del sistema de salud. La enorme cantidad de contagios al interior del personal de salud, la saturación de los efectores, la falta de personal y los bajos salarios empujan todos en la misma dirección: jornadas interminables para poder llegar a fin de mes.

En enfermería esta combinación es particularmente  trágica. La hora módulo (extra) se paga ¡$133,88!, una descalificación a la que se ven forzados muchos enfermeros ante salarios de base debajo de la línea de pobreza y presiones para incrementar su jornada. Días atrás falleció por Covid 19 una enfermera del Durand, siendo el tercer deceso en Enfermería en el mismo hospital; la nueva víctima, pese a pertenecer a un grupo de riesgo, tuvo que seguir trabajando porque de otra forma perdía el plus por nocturnidad, el bono y los módulos. El gobierno de Horacio Rodríguez Larreta, mientras se muestra optimista sobre el control de la pandemia, es responsable de esta tragedia al negarse al pase a la carrera profesional de enfermería.

En este último tiempo, el Irep, a pesar de no atender pacientes con covid, viene experimentando su propia saturación, como efecto colateral de la saturación del sistema de salud que viene denunciando, por ejemplo, la Asamblea de Residentes y Concurrentes. La fuerte presión para liberar camas para la atención de Covid-19 en los hospitales generales trae consigo una serie de traslados al Instituto que han hecho crecer significativamente la cantidad de internaciones, muchas de ellas incluso sin estar asociadas a tareas de rehabilitación. En este marco, la falta de personal y el avance de los contagios entre los profesionales se han hecho sentir con más fuerza en el último tiempo.

La conquista de la semana de descanso en el Irep es precedente y poco tiene que ver con los anuncios hechos por las gremiales Sutecba (municipales) y AMM (médicos) acerca de un permiso de descanso acordado entre ellas y el Ejecutivo porteño. El permiso de descanso, al ser individual y condicionado por la autorización de las jefaturas de servicio y las direcciones hospitalarias, deja a los trabajadores a merced de la discrecionalidad de quienes suelen exigir incrementar sus horas de trabajo. En algunos hospitales, como el Zubizarreta, se pretende aplicar incluso en perjuicio de otras licencias. La semana de descanso arrancada por los trabajadores del Irep tiene otro método, la acción colectiva, y otro contenido, porque es para todo el personal. De ahí que no es casualidad que las conducciones de los sindicatos del Instituto poco hayan tenido que ver con esta conquista.

En este camino, aparece como necesaria una organización de los mismos del Irep para pelear por todas las reivindicaciones: reapertura de la paritaria, bono de 20 mil pesos para los trabajadores de la salud, pase a la carrera profesional de enfermería, incorporación y rotación del personal, así como el control de la aplicación de los protocolos sanitarios por comisiones de seguridad e higiene electas por los trabajadores. Desde Tribuna Municipal buscamos ser un aporte en esta perspectiva.