El moyanismo había convocado a un paro para el 4 de junio con movilización por un 35 por ciento de aumento; pero, a poco de andar, la acción de lucha se transformó en un acto “en apoyo a Hugo y su candidatura”.

 

Semejante levantada provocó automáticamente un repudio y una respuesta en la base del gremio que en asambleas y reuniones estableció su pliego de reclamos: sumas fijas, plus, pase a planta de contratados, jubilación a los 55 años, 6 horas para los choferes, etc.; a esto se suman los despidos, suspensiones y la flexibilización laboral creciente, los porcentajes básicos en una sola cuota -y no en siete cuotas como lo hizo el gremio en 2014- y la lucha por el impuesto al salario que afecta al 90 por ciento de los camioneros.

 

Semejante iniciativa por abajo obligó al gremio a reposicionarse y lanzar nuevamente los reclamos.

 

De esta manera, los camioneros le han marcado el paso a la dirección del gremio; cuando los Moyano sólo pretenden suscribir la agenda paritaria detrás de un apoyo a su aparato desviando la agenda de reivindicaciones, mientras coquetea con los principales candidatos de las patronales Macri, Scioli, Massa y hasta con la UCR.

 

La necesidad de un plan de lucha por todos estos reclamos está más latente que nunca en el gremio camionero; la victoria de aceiteros con los métodos de asamblea, huelga general y cortes marcan una perspectiva al conjunto de los trabajadores y es la contracara al intento del moyanismo de levantar y descomprimir.