Sindicales

23/8/2007|1006

Campana: La UOM entrega a Sintermetal

Recúpero y Furlán se tienen que ir

El conflicto de Sintermetal se originó hace dos meses por la decisión de la patronal de imponer turnos americanos (6×2). Los obreros reclamaron que, en ese caso, los sábados y domingos se pagaran al 100 por ciento. La patronal tiene en vista grandes negocios y quiere hacerlos con mano de obra barata y sumisa.


La UOM sostuvo el derecho de la empresa a cambiar los horarios contra el derecho adquirido de los obreros al descanso dominical. Se comenzó a trabajar en el nuevo horario pero con paros de 2 horas por turno por el reclamo salarial. La patronal respondió con un lock-out y los obreros armaron el campamento en puerta de fábrica.


Durante quince días se sostuvo la medida. Los trabajadores (en su mayoría mujeres) querían votar una nueva comisión, ante la defección de los delegados, pero el sindicato se opuso. Se reclamó la participación de representantes elegidos por los trabajadores en las negociaciones con la empresa, pero Furlán (directivo del sindicato) se negó.


Se planteó la necesidad de un fondo de huelga que Recúpero (secretario general de la UOM Campana) no organizó. Un grupo de compañeros tomó la posta y salió a pedir el apoyo de los obreros en la puerta de Siderca. La iniciativa fue un enorme éxito financiero y de unidad obrera. Prensa Obrera circulaba por la olla, denunciando los acuerdos previos entre la UOM y la patronal. En ese marco, salió la conciliación obligatoria y la patronal levantó el lock-out.


Dos días más tarde, la patronal suspendió a cuarenta compañeros. La UOM consideró legales las suspensiones. Las obreras y obreros tenían perfectamente claro que se venían los despidos. Un grupo salió a denunciarlo a los medios. Por la televisión de Campana, Recúpero los atacó y rechazó cualquier medida de lucha. Dijo que lo de los despidos era falso y estimulado por el PO. Ante las cámaras de Canal 15 dijo que renunciaría si se le mostraba un solo telegrama de despido.


Apenas terminada la “conciliación”, las suspensiones se transformaron en despidos “con causa”. Aún así, el sindicato no tomó ninguna medida. A Recúpero hay que tomarle la palabra: si hay un solo despido es su responsabilidad, y se tiene que ir. ¡Se tiene que ir cuarenta veces!


Cuando el desgaste había conseguido aislar al grupo más consciente, la burocracia organizó una votación secreta en urnas para levantar la lucha.


En dos años que lleva la sublevación obrera en el polo de Zárate y Campana, es la primera vez que una patronal impone semejante sangría. La lección no es sólo para los obreros de Sintermetal: en Siderca la patronal tiene en carpeta un convenio negrero. Vale la pena tomar nota de hasta dónde pueden llegar Recúpero y Furlán.


Hasta ahora los sindicatos de Zárate y Campana coquetearon con las luchas para limitar su alcance. Hay que tomar nota de este alineamiento con la patronal. Entre los químicos, Palacios está negociando con la cámara nacional, cuando hace dos meses se opuso a hacerlo. Pérez, de Municipales de Zárate, fue el recambio combativo hace dos años para lavarle la cara a la burocracia; ahora deja solos en la lucha a los municipales de ATE. En Papeleros hay negociaciones entre el viejo burócrata Paris y la Federación Nacional. Todo parece indicar un cambio de frente en la burocracia de los sindicatos que ya se preparan para acompañar el ajuste de Cristina Kirchner.


Una alternativa política de los explotados tendrá que construirse en el terreno político, y también en los sindicatos.

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