Cedinsa: un gran paso adelante

F. Fabrini

Tras 15 arduos días, los trabajadores de Cedinsa levantaron su huelga general a cambio de un presentismo de 300 pesos y el pago del 75% de los días caídos, además de la promesa (ilusoria) de reincorporación futura para ocho compañeros contratados que fueron despedidos en el marco del conflicto.


El balance de esta extraordinaria lucha debe tomar en cuenta una serie de factores: no sólo lo que se conquistó (en rigor, un 'premio' insuficiente) sino sobre todo la unidad alcanzada y defendida, el fortalecimiento del activismo y del ala no-Verde de la interna.


Hay que tener en cuenta qué medidas de fuerza anteriores no habían logrado un consenso mayoritario, mientras que esta vez la participación fue casi total y se mantuvo así hasta el final, pese a los esfuerzos desplegados por la patronal para dividir y a la dureza exhibida.


También es parte del balance el papel del sindicato, que se limitó a 'acompañar' la lucha (movilizando a un grupo de delegados a hacerse ver a los portones) pero sin resolver medida de solidaridad alguna y tirando para atrás la defensa de los contratados.


El PTS, en su periódico, ha lanzado un ataque faccional a la lucha. Caracteriza el conflicto como una derrota sin nada positivo que rescatar. Mienten cuando dicen que se terminó 'aceptando' lo que la patronal ofrecía: al contrario, la huelga quebró la intransigencia patronal.


En relación con el despido de los ocho trabajadores de agencia (de ahí se agarró el sindicato para no hacer la denuncia al ministerio), sin dudas éste es el aspecto negativo del conflicto y siempre lo marcamos así. Fue la Naranja la que mocionó en la primera asamblea la defensa de los contratados y luego, en el acto en la puerta de la planta, fue el eje de la intervención de Bravetti.


El balance (muy repudiado en la fábrica) del PTS no sólo es unilateral sino que contrasta con lo que hace un año dijeron sobre el conflicto de Donnelley cuando quedaron diez compañeros en la calle.


El taller ha salido reforzado y contribuye al proceso del activismo en la zona norte, donde los grandes talleres tienen el desafío de superar la mala paritaria gráfica, impuesta en un falso plenario de delegados del que fuimos excluidos los delegados naranja.