Sindicales

21/9/2017|1475

Clarín: plan de guerra, desguace laboral y megafusiones

La Naranja de Prensa


Clarín está ejecutando un plan de guerra dentro del diario. La permanente apertura de los “retiros voluntarios”, ahora con pagos de hasta 170%, ha desguazado la redacción de trabajadores de prensa. Sólo el año pasado se contabilizaron más de 300 contando los diferentes sectores y el número es mayor si se contemplan los más de tres años desde que está abierto este mecanismo de despidos encubiertos. Los trabajadores contratados, en contraste, han sido a cuentagotas.


 


A este proceso estratégico de una redacción cada vez más vacía se le sumó ahora el uso de la fuerza y los aprietes para ir a sacar del diario a dos trabajadores, con el objetivo de pasar de los “retiros voluntarios” a los retiros “involuntarios” y directamente a los despidos.


 


Así, una compañera que estaba en la “lista negra” para que agarre el retiro tuvo que refugiarse en un baño, donde se descompensó, para que el guardia de seguridad no la sacara del edificio de la calle Tacuarí. Tenía 24 años de trabajo dentro del diario.


 


En la misma tarde, otro compañero -a quien le armaron una burda y falsa causa acusándolo de “deslealtad” a la empresa- tuvo que resguardarse en el cuarto gremial para que tampoco lo sacaran por la fuerza ante el aviso de despido. Fue un verdadero operativo de hostigamiento por todo el edificio.


 


En una masiva asamblea, al día siguiente, los trabajadores de AGEA-Clarín repudiaron unánimemente estos ataques y reclamaron el fin de las intimidaciones y despidos. Lo acompañaron con un ruidoso aplausazo, el estado de alerta y la perspectiva de medidas de lucha si no se retrotraían los despidos.


 


Una semana antes ya habían votado el apoyo incondicional a los compañeros que fueron intimados para que adhirieran al retiro y se planteó iniciar una campaña bajo las consignas “Sin periodistas no hay periodismo” y “Basta de retiros (in)voluntarios”. El año pasado hubo quites de firmas, cortes de calle y cacerolazos, una rebelión interna que tuvo como lema: “Pagame por quedarme y no porque me vaya”.


 


Finalmente, días después de estos aprietes, se informó que ambos compañeros echados habían decidido no volver y tomar las indemnizaciones. Tras la reacción de la asamblea, la empresa sostuvo informalmente que no habría más despidos, pero nunca ha querido firmar un compromiso, por lo que se mantiene con total vigencia el alerta y su línea de ataque.


 


El antecedente de AGR y la convergencia


 


Estos aprietes con fuerzas de seguridad privada son una línea de continuidad respecto de la permanencia de la Policía Federal en la puerta del diario, durante los primeros meses del año, en ocasión de los 350 despidos, y la posterior represión y militarización de AGR, digitada desde el gobierno de Mauricio Macri.


 


Aquella vez fue un método de intimidación contra cualquier intento de apoyo y lucha por parte de los compañeros de Clarín, lo que no pudo quebrar el respaldo con los compañeros gráficos.


 


El ajuste es en todo el grupo: en la planta gráfica de Zepita -la planta donde se imprime el diario principal- se viene denunciando un régimen de jornaleros, violatorio de leyes y convenios; el ataque a la libertad sindical con el despido de delegados del Sipreba (luego reincorporado, pero no reconocido) y amenazas a compañeros que quieren organizarse.


 


Así las cosas, con una estrategia muy nítida, Clarín recurre a la fuerza para imponer un método: la política de los “retiros voluntarios” acompaña el plan de la “convergencia”, un esquema que, bajo la bandera de la vanguardia tecnológica, multiplica la producción con menos trabajadores, precarizados y multifuncionales, en medio de la coexistencia del formato papel y la web. En otras palabras, en vez de que los históricos avances de la tecnología simplifiquen las tareas, la utilizan para volverlas más complejas e intensas.


 


Esa es la definición con la cual se gestaron, y hoy se desarrollan en todo el mundo los portales de noticias, como forma de reorganización de los medios masivos de comunicación ante la crisis general del capital, las consecuencias de la web en la industria del papel y la incertidumbre y obsolescencia sobre cómo hacer rentable la publicidad en las puntocom. Según los propios números de la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa), el 92% de los ingresos sigue viniendo de las ediciones en papel.


 


El cuádruple play


 


Pero, por otra parte, más allá de que no aparece “formalmente” en la operación, el grupo se reorganiza para comandar el monopolio de las telecomunicaciones,


con la megafusión entre Telecom y Cablevisión, lo que la conformará en la primera operadora del cuádruple play en el país (teléfono fijo, móvil, TV paga y banda ancha). En 2005 se había producido la fusión de Multicanal y Cablevisión bajo el ala de Néstor Kirchner, entonces aliado de Magnetto.


 


Se trata también de una “convergencia” pero de negocios: al ya concentrado sistema de medios y telecomunicaciones, se le suma un cuadro de hiperconcentración que preanuncia no sólo mayor precarización laboral de trabajadores de prensa y telefónicos, sino también mayores límites a la libertad de expresión de las organizaciones. El visto bueno que necesita de la Enacom y de la Comisión de Defensa de la Competencia -y los DNU macristas que ya salieron para acceder a este mercado- ya viene anticipando los favores que se hacen al gobierno desde las páginas del diario, como lo demuestra el caso Maldonado con las operaciones de encubrimiento de Patricia Bullrich y el gobierno.


 


En este cuadro de reorganización web de las redacciones y plantas gráficas y de la fusión de estas megacompañías, las patronales necesitan de un violento ajuste para hacerlo efectivo, aplicando un intento de liquidación de toda organización gremial que intente resistir los “nuevos tiempos”, como ocurrió con el caso de AGR y su organización clasista y combativa.


 


En AGEA-Clarín -donde desde 2012 se produjo una histórica recuperación gremial, la formación de una comisión interna y conquistas sindicales-, la empresa, valiéndose de los retiros, venía utilizando el callado método del desangre para golpear tanto internamente como hacia el Sipreba.


 


Es que no le resulta indiferente la conciencia gremial dentro del diario: este año se ha votado por primera vez en décadas sumarse a un paro general (llamado por la CGT) o, para citar otro caso, la asamblea se ha tomado una foto reclamando la aparición con vida de Maldonado, una grieta con la línea editorial de la empresa que también ocurrió en múltiples redacciones del gremio. Los despidos y el uso de la fuerza dentro de la propia redacción parecen abrir ahora una etapa superior en la aplicación del ajuste. Como parte de su política de atacar la vida gremial, la patronal se niega a reconocer a los centenares de afiliados al Sipreba.


 


Qué hacer


 


Esta ofensiva de la patronal de Clarín no puede separarse de un ataque en todo el gremio, con despidos en el grupo Crónica de los Olmos; el cierre del “Buenos Aires Herald”; el ajuste en DyN; el vaciamiento en Radio del Plata; el retraso en los pagos y la censura en “Ambito Financiero”; el incumplimiento salarial en Página/12 y, más allá de Buenos Aires, con los despidos en el diario “Los Andes de Mendoza” y la persecución en el Canal 9 de Río Gallegos, aplicado por el kirchnerismo.


 


Según números del Sipreba, hubo una pérdida de 2.500 puestos de trabajo a nivel nacional en 2016, de los cuales casi 1.400 ocurrieron en la Ciudad de Buenos Aires.


 


Este cuadro sumamente grave de situación -al que se suman las represiones a trabajadores de prensa como en la marcha por Santiago Maldonado, con tres detenidos- precisa que el Sipreba discuta una agenda propia frente a la reconfiguración de los medios para abordar la situación en Clarín (un caso testigo que busca una regimentación general) y en todo el gremio, con el objetivo de una acción de lucha que dé una respuesta global a la ofensiva en curso.