Sindicales

19/7/2007|1001

Continúa la gran lucha de los químicos

Un gran ascenso obrero

Catorce químicas, que agrupan a 1.400 trabajadores de Zárate, están paradas desde hace una semana. La lucha de los químicos comenzó hace un mes con el reclamo de mejores condiciones de seguridad para los trabajadores que manipulan sustancias de alto poder contaminante. Inicialmente, las patronales respondieron con despidos; más tarde, ante la continuidad de la lucha, se comprometieron a reincorporar a los despedidos y pagar las horas caídas. El incumplimiento de este compromiso llevó nuevamente a los trabajadores al paro.


Las patronales están empeñadas en terminar con el convenio. Quieren que la Cámara de Industrias Químicas (Nacional) asuma la representación patronal para negociar el convenio local. Se han encontrado en el camino con una tenaz resistencia: asambleas generales casi diarias de 700 compañeros; piquetes de mil obreros que bloquearon el Parque Industrial entero; piquetes en todas las empresas bajo temperaturas de varios grados bajo cero.


El conflicto ha servido para que los trabajadores impongan en la consideración pública el problema de la contaminación ambiental, consecuencia de la negligencia patronal.


Ahora el conflicto ha tomado un nuevo vuelo. Las patronales están perdiendo mucha plata, que ellos estiman en 72 millones de dólares. Han comenzado a intervenir las embajadas de los grupos multinacionales. El ministro de Trabajo de Nación amenazó con pedir la suspensión de personería gremial. Comenzaron a aparecer los fiscales preocupados por el “derecho al trabajo”, algo que sólo ocurre cuando las patronales quieren pudrir la situación.


En Carboclor fue a provocar la policía. Escupieron en la olla de los huelguistas, llevaron detenidos a la fiscalía a 18 compañeros. En Ipesa matones con armas largas, se dieron la tarea de hostigar al piquete. La comisaría 1º de Zarate se negó a tomar las denuncias de los compañeros. Sólo lo hizo cuando una movilización se estableció frente a la comisaría con la decisión de no retirarse hasta que se hubiera cumplido el trámite. Dos colectivos de la policía “custodian” Monsanto.


Valga esto como enseñanza del rol de la policía, y de quienes son sus mandantes, en circunstancias en que los “Foros por la Seguridad de Zarate” piden más recursos para ese organismo. La lucha de los químicos se está transformando en una clase académica sobre la naturaleza del Estado.


La soladaridad popular ha comenzado a rodear a los químicos… a pesar de los medios de prensa.


La lucha química también ha resucitado a algunos muertos. La CGT local en pleno dejó su parálisis, que ya cumple tres años (desde el día de su conformación), y salió a los medios a decir que apoya el conflicto. El propio Recúpero, que durante esta semana atacó por televisión los métodos piqueteros de los obreros de Sintermetal (y de paso, al PO), tuvo que salir a amenazar con el corte de la Panamericana si se repite lo de Carboclor.


Hay un cambio. Se ha politizado el conflicto. Se va transformando en un conflicto de clase contra clase que la dirigencia química quería mantener restringida a una lucha semiclandestina entre obreros y patrones, casi fábrica por fábrica. La realidad social, sindical y política de conjunto va dejando cada vez más desactualizada esa intención.


En Sintermetal (UOM Campana), los obreros consideran que la conciliación obligatoria está siendo violada por la empresa, que suspendió con goce de sueldo a 40 compañeros, y que se impone retomar la lucha. Esa conciliación obligatoria sólo se mantiene gracias a la presión de la UOM.


En Papelera del Plata se viene de una conquista salarial importante y ya pasaron a planta los más de 100 contratados por distintas modalidades.


En las últimas horas los municipales de Zárate se enteraron de que el municipio dejó de acatar la conciliación obligatoria y suspendió a cinco compañeros. Con las fuerzas intactas, los municipales deberán retomar una huelga que duró casi un mes, y terminó con un Intendente muy debilitado.


Los camioneros de la Quilmes cobraron sus haberes después de una semana de paro.


En Campana, los judiciales reiteran reclamos salariales. Mientras, paran los telefónicos.


Mientras esto pasa en las grandes fábricas, los obreros y el resto de los trabajadores pagan más caro el pan en las barriadas, los tanques atmosféricos de Zárate no funcionan y muchos de los chicos no tienen clases por el estado de las escuelas, sin instalaciones adecuadas, sin gas, ni cloacas, ni calefacción.


Con el agotamiento del régimen K se agotan los recursos tradicionales de la burocracia de los sindicatos. La construcción de una alternativa obrera y auténticamente socialista es una necesidad que emerge de la realidad.