Cuando la patronal del call center Jazztel impidió el ingreso de más de un centenar de trabajadores no tenía idea de la reacción que iba a provocar.

 

Los despedidos se concentraron frente al call center. Paralelamente, en el interior de las naves (galpones donde trabajan entre 100 y 120 personas, divididas en “islas” de 20) se declaró el estado de asamblea permanente. Cuando los capos de la empresa llamaron a una reunión “para calmar los ánimos”, se eligieron representantes por islas. La huelga en Jazztel estaba en marcha.

 

En una reunión en el Ministerio se supo que existían nuevas listas de despidos. En una asamblea improvisada, se convocó a todo el mundo a concentrar en las puertas del call center para el día siguiente.

 

La concentración comenzó cerca de las 8 de la mañana. Con los 60 primeros compañeros se comenzó a bloquear los ingresos. Los piquetes se mantuvieron firmes. A medida que llegaban los trabajadores, se engrosaban. La unidad de despedidos y ocupados marcaba un punto de inflexión frente a la lucha contra la patronal negrera y flexibilizadora. Más tarde, el gremio de comercio intentó desactivar los piquetes trasladándolos a un corte de calles. Los piquetes siguieron firmes. A media mañana, había 500 compañeros en el piquete.

 

Apenas pasado el mediodía, el Ministerio decretó la conciliación con los despedidos adentro.

 

La lucha de los telefónicos de Jazztel ha sido un golpe muy fuerte contra las tercerizadas, convertidas en el paraíso de la explotación de la juventud. La joven generación de trabajadores (el promedio de edad es de 23 años) está decidida a ir a fondo en la lucha por sus reivindicaciones.