Sindicales

29/8/2014|1329

Córdoba: Lo que hicimos

En los últimos meses se agravó la crisis en la provincia: cierre definitivo de los frigoríficos Estancias del Sur y Carnes Huinca (540 y 200 trabajadores respectivamente), 60 contratados despedidos en Valeo y 53 efectivos en Weatherford; despidos hormiga en prácticamente todas las autopartistas; 3.000 puestos perdidos en la construcción en el último año, 1.500 en call centers, y una caída del 9% entre los empleados de comercio. Desde mayo, 28 empresas presentaron recursos preventivos de crisis, ocho de ellas ya cuentan con el curso del Ministerio de Trabajo provincial.

A esta situación se suman las suspensiones. En las plantas MQ250 Volkswagen suspendió a 800 trabajadores que se suman a las 3.600 suspensiones parciales o totales decretadas por Fiat e Iveco. También Renault, con menor frecuencia y cantidad, apeló a este recurso.

La caída de la actividad en las terminales automotrices impactó directamente en las autopartistas. Montich -principal proveedora de Iveco- y Forjestamp realizan suspensiones rotativas; MWM de Jesús María realiza en forma alternada suspensiones de 199 operarios.

Las suspensiones -que en algunos días coinciden en automotrices y autopartistas- involucran un total de 5.500 trabajadores. Este derrumbe de la ocupación es el centro de la situación en Córdoba.

Gobierno y burocracia

Los trabajadores vienen luchando contra la crisis desde principios de año: los de Estancias del Sur con sus manifestaciones y cortes de ruta; los de Weatherford movilizaron todo Río Tercero contra la patronal negrera que no aceptaba su organización sindical; la ocupación de Valeo y otras metalúrgicas impuso un retroceso a la política patronal. El paro metalúrgico del 28 de mayo mostró esta disposición en la industria más afectada.

Por su parte, De la Sota auguró que las suspensiones se transformarán en próximos despidos blanqueado que estamos ante una crisis profunda de alcance internacional. Las declaraciones de su ministro de Economía alertando que las finanzas públicas entraron en “alerta amarillo”, indican que el gobierno no piensa poner un peso porque las arcas provinciales están comprometidas en el pago de la deuda y sin posibilidad de un nuevo endeudamiento (pero con un fuerte aumento de impuestos, tasas y servicios). De la Sota apuesta a que la devaluación recree un “mercado de capitales” (especulativos) a costa del hundimiento del salario y los activos nacionales.

La burocracia sindical, en sintonía con el gobierno y en acople con el Ministerio de Trabajo, se dedicó a desmantelar la lucha obrera. No ha convocado a paros o movilizaciones contra los despidos y suspensiones y en los gremios y las fábricas se dedicó a perseguir y macartear activistas y delegados.

Por un gran paro activo nacional

La acción del gobierno y la burocracia, que llevó al fracaso las luchas de Estancias, Valeo y Weatherford, está en oposición a la necesidad de salir a la lucha que la crisis acicatea todo el tiempo. Los trabajadores prestan mucha atención al programa del Frente de Izquierda y el Partido Obrero, que agitamos desde las agrupaciones clasistas y la acción parlamentaria. En recientes reuniones en VW, convocadas por la burocracia para “informar” las suspensiones, se planteó la rebaja de los ritmos de producción para que todos trabajen (¡el reparto de las horas de trabajo!).

La burocracia de los principales gremios afectados decidieron no sumarse al paro convocado por Moyano, porque sería “funcional a las patronales” (Urbano, secretario general de la UOM dixit, cuando es justamente la parálisis e inacción de los gremios lo que libera las manos de las patronales para producir los despidos y suspensiones.

Desarrollamos una actividad para garantizar que el 27 y 28 en Córdoba se sienta el paro y la movilización: por la prohibición de las suspensiones y despidos, por el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario; por la expropiación y puesta en marcha de toda empresa que cierre o despida masivamente, por la reapertura de las paritarias y un aumento de emergencia para trabajadores y jubilados.

Eduardo Salas