Sindicales

20/4/2006|942

Crisis en la paritaria de la alimentación

Nuestro mínimo, no el de las patronales


En la movilización al Ministerio de Trabajo del 4 de abril, que reunió más de 3.000 trabajadores de la alimentación, activistas de la oposición (Terrabusi, Stani, Lista Celeste y Blanca) llevaron pancartas planteando 1.850 pesos de mínimo.


 


Una fracción de la burocracia (sindicato Córdoba) estaría levantando el mismo reclamo y Daer, que se negaba a fijar una cifra, pasó a plantear un 22%.


 


El inicial de un operario en la alimentación está hoy en 960 pesos (4,85 la hora) — las empresas están implementando de hecho jornadas de 12 horas. El grueso cobra un ingreso de bolsillo del orden de los 1.200 pesos.


 


La última “oferta” de las patronales fue sumar 25 centavos a los 4,85 que hoy cobra por hora un operario que se inicia. La intensificación del trabajo se ha multiplicado por tres, el ingreso de trabajadores de agencia y contratados es constante y el proceso de tercerización ha crecido al punto de convertirse, junto a la prolongación de la jornada laboral, en uno de los centros de los reclamos obreros.


 


Viraje


 


La política de la burocracia está en un impasse; el movimiento de lucha del STIA tiene una oportunidad. Los beneficios de los pulpos alimenticios están por encima de otras ramas por el nivel de explotación de los trabajadores. Corresponde pegar un viraje. Tomemos la reflexión de varios activistas como bandera: ¿por qué debemos resignar un inicial de 1.800 ó 2.000 pesos, como se ha arrancado en otros lados?


 


Llamamos a impulsar asambleas que fijen un reclamo de 2.000 pesos, consideren el pliego obrero de 15 puntos elaborado por los trabajadores de Terrabusi (que plantea este objetivo y un conjunto de reclamos contra la flexibilidad laboral) y organicen una campaña por la asamblea general por el anteproyecto y la elección de paritarios, convocando a los 18.000 trabajadores de la Capital y gran parte del Conurbano.


 


Demos paso a una lucha organizada contra las patronales, reactivadas en su inmensa mayoría, beneficiadas con la devaluación, la pesificación y el salto inmenso en la explotación obrera.