Sindicales

9/10/2003|820

Crónica de una huelga histórica

Fue una huelga irreverente y torrentosa, contra todo tipo de frenos, contra-corrientes, palos, amenazas y propaganda.


 El rol de las agrupaciones de izquierda


Alimentando el atraso y los miedos de algunos docentes, distintas corrientes de vivos colores hicieron el trabajo en las escuelas para “comprender al compañero”, diciéndoles incluso a quienes carnereaban el paro que “si no estás de acuerdo con la huelga, andá a la asamblea y planteálo”. Aparecieron voces que se oponían a los cortes (ya a esa altura de los acontecimientos, no tenían margen con respecto a la huelga).


Desde antes de la ocupación de los puentes, un activismo light agitaba la realización del encuentro de trabajadores propuesto por la Coordinadora, con el Pts como referente: “el Encuentro lo haremos en el puente… o en otro lado…” (insistía en llevarlos a otro escenario… ¿para potenciar la lucha o morigerarla bajo su control?)… “el lugar no importa” (¡¿?!). La fuerza de los hechos los llevó a realizar el encuentro el sábado 20, en el lugar controlado por los docentes. En el trabajo en comisiones la consigna planteada por ellos y sus seguidores era clara: “levantar…” (dejaba en un marco de ambigüedad si la huelga, el corte o qué cosa), “…recorrer escuelas porque hay compañeros que vuelven a la escuela, y volver el miércoles con una marcha provincial” (allí la ambigüedad empezaba a romperse… Si los docentes debían transitar esa marcha, ¿cómo ocuparían al mismo tiempo los puentes?).


Frente a estos ruidos internos, las asambleas de Aten una vez más tomaron resoluciones definitorias. Decidieron profundizar con más cortes, sosteniendo la necesidad de llevar a la victoria la pelea de los docentes, porque es posible y porque la misma dejaría mejor posicionados a los otros sectores.


Así se organizaron comisiones de seguridad, de suministros, etc. para poner en práctica esas resoluciones.


 Los cortes


El lunes 22 se inicia el corte en Centenario, a la altura del Picadero, que luego se traslada hasta la zona de las cabinas de peaje, sobre la multitrocha que comunica esa ciudad con Neuquén. Este endurecimiento de las medidas obliga al gobierno (que había advertido que no negociaría bajo medidas de fuerza), a sentarse a la “mesa de diálogo” con el sindicato. En la primera parte de la reunión (tuvo dos cuartos intermedios pedidos por el gobierno) admitió discutir todos los temas, incluso dando por sentado el no descuento de los días caídos. Finalmente cerró con que la propuesta se limitaba a abrir una “mesa” (ahora era otra) con agenda abierta desde el 30 de septiembre hasta el 30 de octubre, donde incluso el tema “días caídos” debía volver a ser discutido.


La respuesta de los docentes no se hizo esperar: durante esa semana se empiezan a multiplicar los cortes en distintas localidades del interior (Chos-Malal, Las Lajas, Junín, Senillosa, Zapala). Dentro de las asambleas se vuelve a plantear la necesidad de cortar el puente Cinco Saltos-Centenario. La concreción de este corte tuvo que atravesar muchas vacilaciones internas. Aquí vuelven a aparecer las posiciones “flexibilizadoras” alentadas por todo el trotsklight (Mst, Fucsia, Rosa y otros): primero, “dejar pasar los colectivos porque allí viajan trabajadores como nosotros” (planteo que no prosperó); luego (en contra de ir al puente): “es mejor el peaje porque se jode el negocio de la empresa concesionaria”. El caso es que estas discusiones provocaron cinco días de desgaste en un lugar que, con la derivación del tránsito asegurada, no permitía explotar al máximo la eficacia de la voluntad piquetera de los docentes.


Superada nuevamente esta contra-corriente de lucha, el viernes 26 se corta el puente Centenario-Cinco Saltos; eso sí: con la ayuda de vecinos de Villa Obrera que (por sus propios reclamos) ese mismo día se anticiparon en aproximadamente una hora al corte docente.


Frente contra la huelga y desalojos


Durante el transcurso del día empezaban a crecer las amenazas del gobierno, de las cámaras empresarias y las intimaciones del juez por el “carácter delictivo” de las medidas. Finalmente fue la policía quien produjo el desalojo, haciendo uso de un despliegue armamentístico apto para enfrentar todo un ejército (¿de 40 docentes piqueteros?). Evidentemente, éste fue el corte más doloroso para el gobierno, que además usufructuó las vacilaciones del sindicato para dar su golpe.


La marcha con la que se salió, y que convocó rápidamente a nuevos compañeros, fue saludada y vitoreada por los vecinos de Villa Obrera. Luego vino el desalojo del peaje. Y más tarde, al pasar en una caravana de 3 kilómetros (hacia el puente de Neuquén) por Parque Industrial y Alta Barda, se sumaban nuevos aplausos de vecinos a la lucha docente. A partir de allí se desencadenaron nuevos desalojos en la provincia. El que mostró la forma de represión más violenta fue el de la madrugada del lunes posterior a las elecciones sobre los puentes que unen Neuquén con Cipolletti.


La huelga supera los desalojos


Aproximadamente a las cinco de la mañana del lunes 29 se congregan alrededor de 400 compañeros (luego del último desalojo) rodeando la Casa de Gobierno. Durante el transcurso de esa marcha, todo el grupo policial antimotines se movía intentando impedir la permanencia en el lugar. Los docentes se concentraron luego en el Monumento a San Martín (centro de todas las movilizaciones políticas, a tres cuadras de la Casa de Gobierno), instalándose (a modo de piquete ciudadano) hasta el mediodía, cuando se realiza una nueva concentración con marcha a la Gobernación. Una movilización de 1.800 compañeros converge en la puerta principal y presiona.


El gobierno pospone la reunión convocada para ese día hasta el lunes 6, intentando desarticular la organización de los trabajadores que habían acudido con una multitudinaria marcha, ya que ni el desalojo de las rutas, ni el aislamiento de la Cta (con el agravante de que trabajadores estatales y judiciales allí nucleados, también reclaman una recomposición salarial), ni el resultado de las elecciones habían podido quebrarla (la propaganda oficial intentaba mostrar un triunfo del 56% cuando apenas orillaba el 38%, sin contar votos en blanco, abstenciones, y el corrupto sistema clientelístico de compra de votos).


En las asambleas posteriores, hacen nuevamente su aparición los chapulines del activismo izquierdoide. Plantean “levantar la permanencia en Casa de Gobierno para ir a recorrer escuelas”, y se llega a presentar como moción el levantamiento del paro. Nuevamente, el grueso de las asambleas votó junto a Tribuna Docente, ratificar el paro y sostener la permanencia bloqueando las puertas de Casa de Gobierno. Una vez más estas contra-corrientes no pudieron contra la huelga, que seguía en pie y avasallante.


Más presión del gobierno contra la huelga


El gobierno, en una nueva agresión a los trabajadores, liquidó los sueldos de docentes de las escuelas cuyos directores no informaron los paros, con descuentos masivos (hayan o no adherido al paro). En ese cuadro, ni los carneros esquivaron el machetazo en su salario. Esto generó un nuevo motivo de organización en el marco de la huelga que aún continuaba. Los docentes se movilizaron a los distritos donde labraron actas con los funcionarios dejando constancia de la retención indebida de haberes. Incluso uno de ellos, el distrito VIII, al grito de “queremos cobrar”, fue ocupado por los docentes durante toda la mañana del viernes 3. Finalmente sus funcionarios debieron escapar a hurtadillas (custodiados por la policía) por un patio trasero y saltando techos de viviendas vecinas.


Una nueva e imponente movilización se realizó al mediodía culminando en un “Encuentro de Trabajadores de la Educación” frente a Casa de Gobierno. Se organizó por comisiones donde se mezclaron compañeros de distintas localidades y se amplió a la participación de obreros de Zanón. Las conclusiones en las distintas comisiones fueron muy heterogéneas. Aunque algunos hablaban de cambiar de modalidad de lucha, la voluntad predominante fue mantener la huelga hasta conseguir los reclamos. Se coincidió en poner los máximos esfuerzos para hacer masiva la movilización del lunes 6, e insistir en que la movilización permanezca fuera (ejerciendo presión) mientras los compañeros que ingresen a Casa de Gobierno exijan respuestas concretas antes de salir. Aunque el gobierno reitere (quizá precisamente por eso) que los días de paro no se abonarán y que la cuestión salarial queda excluida de la discusión (en esos puntos radica el problema político fundamental de esta huelga), se debe sostener la huelga en forma inclaudicable hasta conseguir el triunfo, al menos en ese terreno.