Sindicales

4/11/2016

CTA: crónica de una pálida jornada

Foto: Télam


 


El acto de las dos CTA, según reconoció desde el palco el propio Hugo Yasky en su discurso, fue muy inferior en concurrencia a la Marcha Federal convocada a principios de septiembre pasado por las mismas centrales sindicales. 


 


En cuanto a la perspectiva de esta movilización, Yasky se encargó de dejar en claro que se trata de una medida destinada a “bajar la cortina” hasta el próximo año. Al referirse al cuadro que enfrentarán los trabajadores para fines de año, explicó que será de “hambre y miseria” y obvió toda referencia a una medida de lucha que enfrente ese cuadro, que imponga la reapertura de las paritarias (a esto ni siquiera se refirió en su discurso), ni siquiera que imponga el bono de 15 mil pesos que proponen como compensación por la pérdida salarial del año.


 


En su intervención, Yasky desenvolvió un discurso de pura cepa kirchnerista, contraponiendo “las conquistas” y la “redistribución de la riqueza” supuestamente alcanzadas bajo la gestión anterior con la actual, que gobernaría para los “grandes grupos económicos”.  


 


De hecho, entre los asistentes estuvieron el ex vicepresidente Amado Boudou, Carlos Tomada, Aníbal Ibarra, Martín Sabbatella y el "Cuervo" Larroque.


 


Las palabras de Yasky constituyen una grosera distorsión de la realidad: el kirchnerismo, como actualmente el macrismo, gobernó para el gran capital. Cristina Kirchner se ufanó de pagar “serialmente” la deuda externa, esto en medio de una enorme precarización e informalidad laboral, impuesto al salario, agresiones por cadena nacional contra la docencia, y un largo etcétera. 


 


Para enfrentar el ajuste macrista, Yasky llamó a la “unidad del campo popular”, incluyendo en él a la burocracia de la CGT y a los “movimientos sociales” (reivindicó especialmente la presencia en la marcha de la CTEP-Barrios de Pie-CCC, el triunvirato piquetero de buen diálogo con la ministra Stanley y que promueve declaradamente una política de “contención social” ante el crecimiento de la pobreza).


 


Se trata de una “unidad” reaccionaria. Atar a los trabajadores al carro de la burocracia cegetista y a variantes políticas patronales, en nombre de la lucha contra el ajuste actual, es una política de derrota asegurada para el movimiento obrero. No sólo por la colaboración de la burocracia con el gobierno, sino también porque figuras como Alicia Kirchner ejecutan en sus provincias el ajuste que a nivel nacional encabeza el macrismo.


 


A la hora de responder a los planteamientos de la necesidad de un paro general que deslizó demagógicamente Micheli en su intervención, Yasky recalcó que la concreción del mismo está sujeto a un acuerdo de todas las centrales sindicales, que incluyen a la tríada de la CGT, que ha mostrado hasta el hartazgo que está dispuesta a entregar los ingresos de los trabajadores y jubilados a la trituradora del ajuste oficial.


 


Para endulzar la capitulación, Yasky reivindicó a “sectores” que “son mayoría dentro de la CGT” que son “honestos y luchadores” y que “seguramente van a acompañarnos”.


 


En pocas palabras, las direcciones de las CTA pusieron el eje de la jornada en un coqueteo con la burocracia de la CGT y las fuerzas políticas patronales.


 


Hay que oponerle la unidad del movimiento obrero para la lucha y por el desarrollo de una perspectiva clasista.


 


Los sectores combativos y antiburocráticos de la docencia y los estatales intervinieron en la jornada con un planteo propio: “Basta de tregua. Paro activo nacional y plan de lucha”.


 


 


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