Sindicales
2/5/2019
Cuidadores de Macri
La CGT después del 30 de abril.
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Sin la estructura – ni el sello – de la CGT ni la decisiva participación de los gremios del transporte, el paro del 30 de abril igualmente se sintió fuerte en el área metropolitana y en algunas ciudades del interior como Rosario y Mendoza. Pararon subtes, aviones, docentes, docentes universitarios, estatales, bancarios y, en la industria, mecánicos, aceiteros, gráficos y el Sutna. Esto pese a las apretadas del gobierno que amenazó con una avalancha de conciliaciones obligatorias; hubo algunas pocas deserciones como la de Ceramistas o, la más importante, Señaleros, un gremio afín a Moyano con capacidad para detener los trenes.
La conciliación requiere un pedido de aplicación y muchas patronales no se prestaron a hacerlo. Entre ellas la federación de las cámaras de transporte de carga, que respondió la solicitud del Gobierno con una queja por la suba constante de sus costos.
Una fracción de la UTA que responde a Miguel Bustinduy – ex secretario de organización del gremio y hombre ligado a la patronal de DOTA – desafió a la conducción del Gallego Fernández y paró. Otros sectores que no participaron del paro fueron luego a la movilización; entre ellos las seccionales de la UOM de La Matanza y Quilmes, exhibiendo un cortocircuito con Caló. Son datos relevantes en el “poroteo” que ocupa a la burocracia en estos días.
En otro plano, los anuncios sobre la falta de funcionamiento de varias líneas y la quema de algunas unidades la noche anterior – que Patricia Bullrich magnificó para justificar un inmenso operativo represivo – fueron la excusa de muchos trabajadores para adherirse al paro sin manifestarlo: el ausentismo laboral fue una señal de simpatía inequívoca.
La sorpresa negativa la dio el Sarmiento, que anunció en los medios que pararía (y buscó para eso el paraguas de Moyano, despegándose del Plenario Sindical Combativo) pero luego, en una asamblea bastante flaca resolvió, por impulso de la conducción Bordó, trabajar el 30 y repudiar la retención de tareas del 1 de mayo dispuesta por la CATT. Doble borrada.
Tendencia a la lucha y contención
El paro, la movilización y los piquetes (pocos pero muy fuertes, como el de Puente La Noria, encabezado por los choferes de Expreso Lomas que enfrentan un vaciamiento) fueron una demostración palpable de la bronca creciente y de la voluntad de lucha de los trabajadores.
Esa disposición contrastó con los mensajes que se expresaron en el acto de Plaza de Mayo. El “guión” de todos los oradores giró en torno a tres ejes: las críticas al binomio cegetista (“pelotudos o traidores”, los llamó Micheli); el repudio a Macri; y el llamado a reforzar el relevo “por un presidente peronista” en octubre, con fuertes guiños a la candidatura de Cristina Kirchner.
La presencia en el palco de referentes de La Cámpora, de la intendenta Verónica Magario y de Fernando Espinoza no dejaron dudas sobre el contenido político del acto. En esa línea de apoyo a CFK se anotan los Moyano; aunque fieles a su estilo mantienen vínculos con Felipe Solá a través de Facundo y con Daniel Scioli por Omar Plaini.
Pablo Moyano, en sintonía con declaraciones previas de su padre Hugo, reclamó una gran PASO nacional del peronismo y la oposición. En un principio incluso vieron con buenos ojos a Roberto Lavagna, pero hoy lo rechazan; no tanto por sus dichos a favor de la reforma laboral como por la confesión que hizo el economista sobre la necesidad de achicar el costo logístico.
Lo que sigue
Lo más importante de las intervenciones fue lo que se omitió: ni una palabra sobre la continuidad de las medidas. Lo más cercano a eso fue la mención de Pablo Moyano a “un nuevo congreso para discutir cómo seguir… si en veinte días no hay respuesta”.
Nuevamente el más explícito fue Hugo Yasky: “tenemos que ir hacia octubre y llegar a octubre peleando en la calle con dignidad". Es decir dosificar la presión social hacia las elecciones. Hasta la mismísima Hebe de Bonafini, campeona en exabruptos, aseguró que "no es bueno que caiga el Gobierno" y que prefiere que Mauricio Macri "pierda en las urnas". Moyano, por su parte, se reunió hace unos días con varios intendentes bonaerenses para hablar “de la delicada situación social” y coinciden en que “no les conviene un estallido”.
La coincidencia parte de la decisión del krichnerismo de ejercer una oposición "moderada", para que Macri no desista de su candidatura. Por ese motivo tienen que hacer un delicado equilibrio entre “protestar para contener el descontento de las bases y al mismo tiempo no tirar demasiado de la cuerda”.
Una de las ideas que circula es la de “continuar con el plan de lucha” realizando una procesión a la Virgen de San Nicolás, uno de los centros industriales más golpeados, junto al Smata. Una propuesta celebrada por el Papa Francisco, que es quién más insiste ahora en regular las acciones contra Macri, como en algún momento reclamó “cuidar a Cristina”.
Separados pero juntos
Además de la interna del PJ y el armado de las listas, donde los Moyano se juegan a colocar varias piezas propias (el patriarca Hugo integra la Mesa de Acción Política y Pablo es vicepresidente del PJ bonaerense), su atención está puesta en la disputa por la CGT.
El Gobierno busca incidir en esa grieta retomando el dialogo con el binomio y con los gremios del transporte. Ese acercamiento fue sugerido por Dante Sica luego del 1 de mayo. Aunque ya se anuncia una nueva retención de tareas el 25, varios funcionarios confirmaron la posibilidad de que el adicional por feriado no se contabilice en Ganancias.
Pero la agenda del Gobierno y la CGT es más amplia: incluye retomar las negociaciones por la ley de blanqueo laboral y la Agencia Nacional de Evaluación de Tecnología de Salud, cuyo propósito es contener los juicios de los afiliados contra sus obras sociales. Esa discusión se postergó por la demora oficial en publicar la reglamentación del decreto que debía destrabar parte de los 32 mil millones de pesos que el Estado adeuda a los sindicatos.
En el rompecabezas de la burocracia nadie quiere ceder espacios. Así como Moyano le disputó a la CATT el protagonismo del 1 de mayo con las “300 ollas populares”, algunos, como Omar Maturano de La Fraternidad, piden un plenario de secretarios generales porque “hay una enorme necesidad de hacer un paro nacional organizado por la CGT” pero – agregó – “no podemos ir atrás de la CTA”.
Más allá de las pujas y las declaraciones la orientación común es la que señaló el canillita Plaini: aclaró que las críticas a Héctor Daer y Carlos Acuña “son en realidad diferencias de criterio”; “no somos divisionistas, la CGT pasó momentos de lucha extraordinarios. Al contrario, vamos a reivindicar más que nunca esta CGT”, dijo antes de marchar a Plaza de Mayo. “Vamos a esperar que venza el mandato de Macri y que surja una CGT unificada con el próximo gobierno”. La lucha por un Congreso de Delegados de todos los sindicatos mandatados por las bases adquiere más vigencia que nunca. Que decidan los trabajadores si quieren “cuidar a Macri” o terminar con el régimen del FMI.