Sindicales

10/2/2003|819

De un ferroviario candidato a delegado en el Roca

A mis compañeros

Lo único que nos da miedo es el miedo. Personalmente, me resultó difícil ocupar el lugar de lucha que me asignaron mis compañeros.


Vengo de un hogar peronista. Mis viejos llegaron a Buenos Aires del interior en los ‘40, como los padres y abuelos de muchos de ustedes. Conocieron la dignidad del trabajo. De ahí salimos. A medida que se construyó esta burocracia sindical la lucha de nuestros viejos se fue perdiendo. Luego vino el golpe del ‘55 y la Libertadora.


Quisimos recibir los frutos de la lucha popular en el ‘73. Nuestro ex gerente Montoto era montonero… Mis cuñados también. Hoy Montoto es empresario, mis cuñados son desaparecidos.


Tenemos compañeros luchadores que dieron/dimos la cara formando una lista opositora a la burocracia sindical. Nos han visto caminando barreras y boleterías. “Son sólo guardas”, nos decían. Sin embargo, no somos quince locos. El 43% nos da la legitimidad a nosotros… A todos nosotros…


Quizá no me votaste a mí, quizás no me conozcas. Votaste contra un sindicato que vendió el Hospital Ferroviario, metió a la gerenciadora Siresa y vive mintiendo. Sabés que el oficialismo ocultó hasta el fin de las elecciones el atraso en el pago, el pago en tickets y la eliminación del plus nocturno. Sabés que usa, como forma de presión, el miedo a la reducción de personal, principalmente en boleterías.


Estoy orgulloso. Luchamos en una elección sin publicidad de los padrones y enfrentamos a una empresa que nos sanciona por fiscalizar.


Cuando nos propusieron ocupar un lugar, dudé. Pero el 2 de septiembre, cuando vi a mi esposa con la panza de seis meses trayéndome un sandwich, porque no había plata para más, caminando los 800 metros desde la estación hasta el lugar donde yo hacía de fiscal, en Escalada, me di cuenta de por qué luchaba. Lo hacía por mi hijo, por mi familia y por mí.