Sindicales

25/4/1996|491

Debate con la UOM sobre el convenio Fiat

La mesa redonda que organizó el Partido Obrero en la Facultad de Derecho de Córdoba para debatir el convenio Fiat-Smata, fue un acontecimiento llamado a trascender en el futuro del movimiento obrero. Se trató, ni más ni menos, de la primera deliberación popular contra ese acuerdo y del primer resultado general de la campaña del Partido Obrero contra el convenio.


La realización de la mesa convocó a cerca de un centenar y medio de personas, entre las que se encontraban trabajadores y agrupaciones de los sindicatos metalúrgico y mecánico y también viejos dirigentes sindicales y activistas que se destacaron en las grandes luchas pasadas en la provincia. Las características del auditorio se reflejarían en el debate posterior.


A la mesa concurrió el secretario adjunto de la UOM de Córdoba, A. Salluso, acompañado de otros directivos de la seccional, lo que naturalmente sorprendió a la mayoría de los asistentes e hizo decir a uno de ellos, Miguel Contreras, antiguo dirigente sindical de Córdoba, que el impacto del convenio Fiat se podía medir por la participación oficial de la UOM en una actividad organizada por el Partido Obrero. El conjunto de las presencias fue muy destacada, ya que al lado de Lucio Garzón Maceda, conocedor como pocos de la realidad laboral, se encontraban Omar Córdoba, de la Interna del Banco Provincia y por lo tanto protagonista de luchas recientes muy importantes, Luis Reinaudi, antiguo dirigente sindical y abogado laboralista, y A. Bissi, dirigente histórico del Sitrac-Sitram (los sindicatos de Fiat luego del ‘cordobazo’). Jorge Altamira participó por el Partido Obrero.


La mesa hizo las veces de un laboratorio de ideas y permitió comenzar a ver las alternativas y las tendencias que se plantean frente al convenio Fiat.


La posición de Salluso, que concentraba naturalmente las expectativas de los panelistas y del auditorio, fue subrayar que el preconvenio que firmaron los paritarios de la UOM con Fiat había sido rechazado por el consejo directivo del sindicato y que hubo una falta de acuerdo en el secretariado nacional para presentarlo al congreso de la UOM que tuvo lugar el año pasado. Salluso denunció que mientras la discusión del preconvenio entre Fiat y la UOM había llevado varios meses, el Smata había llegado a un acuerdo en sólo cuatro días y que le había introducido 44 modificaciones, todas negativas para los asalariados. Salluso no especificó, sin embargo, cuál había sido la discrepancia de la UOM con el convenio, en particular si la divergencia se limitaba a la cuestión de los salarios, pero admitía la flexibilización laboral y los contratos de aprendizaje. La impresión que quedó fue que existía ya un semi-acuerdo, esto porque el Consejo Directivo había instruido a proseguir las negociaciones con Fiat. 


La intervención inicial de Salluso en la mesa produjo la conclusión de que la UOM confiaba en el resultado de una negociación con Fiat, que fue abortada por la intervención del Smata. En ese caso el problema de la UOM era cómo coordinar el desfasaje entre los salarios previstos en el convenio y los que se pagan en otros sectores de la industria y particularmente en Cormec, que pertenece a Fiat, y en Sevel. La dirección del Smata resolvió este problema cuando firmó, en 1994, el convenio con General Motors, mediante la limitación de la rebaja salarial a esta empresa (que ocuparía pocos obreros y aún le faltaba instalarse). Salluso no dijo nada de cómo la UOM encaraba ahora la perspectiva de una rebaja salarial en la industria y en esas fábricas a partir del convenio de  Fiat con el Smata.


Cuando llegó el turno de las preguntas de los asistentes, Salluso hizo algunas precisiones. Responsabilizó de la crisis que se le creó a la UOM a los paritarios que negociaron el pre-convenio con Fiat, lo que indicaría una fractura al nivel del secretariado del gremio. Por otro lado, indicó, con relación a un planteo de Altamira de reclamar paritarias y la negociación colectiva por industria, que la UOM no había podido re-negociar aún el suyo, vigente desde 1975, sin hacer ninguna mención al levantamiento del plan de lucha, por parte de la UOM, a mediados de 1994. También interpretó que el convenio Fiat inauguraba una nueva etapa, que obligaba a revisar  las políticas y las alianzas existentes de las direcciones sindicales e incluso aceptó abrir una discusión acerca de la creación de un nuevo frente político, luego que Omar Córdoba responsabilizara al sindicalismo y menemista por la situación creada.


Lucio Garzón Maceda, que publicó un extenso análisis del convenio, hizo hincapié en que no estábamos en presencia de un convenio debido a que la parte sindical, los obreros de la fábrica que se va a instalar, no se encuentra presente. Que este hecho representa una anomalía jurídica profunda en materia de derecho laboral, lo que da un amplio margen para apelar judicialmente el acuerdo. Garzón Maceda destacó, por otro lado, que la crisis suscitada con la UOM, la intervención del gobierno y la intervención de la justicia, habían afectado la imagen empresarial y dificultado la  actuación de Fiat, lo que facilita el cuestionamiento del acuerdo si se lo generaliza al conjunto de la sociedad. En la discusión con el público subrayó la necesidad de mantener en el candelero la denuncia del convenio.


Reinaudi y Bissi efectuaron aportes diferentes al tema, en el caso de Bissi reivindicando la política de Sitrac-Sitram, contrapuesta al sindicalismo actual.


El ángulo que tomó Omar Córdoba fue el de responsabilizar al sindicalismo verticalista y “traidor” por la situación que viven los trabajadores, al cual opuso un sindicalismo que se construye de abajo hacia arriba, sin especificar si estaba reivindicando las elecciones directas del CTA. En el espectro político de los panelistas, Omar Córdoba se puede decir que condicionó la posibilidad de una resistencia efectiva a los convenios Fiat-Smata y a la política antiobrera en general, a una previa modificación del cuadro sindical presente y al progreso de un movimiento político alternativo que “verdaderamente” impulse la “soberanía política, la justicia social y la independencia económica”. 


La intervención de Altamira giró en torno a tres puntos. Negó que el convenio en cuestión tuviera que ver con los costos de producción que la empresa dice que quiere reducir, sino que responde a una ley inexorable del capitalismo a la maximización de los beneficios. Que era importante señalar que el enfrentamiento era salarios versus ganancias (y no eficiencia económica versus despilfarro), porque esto desmiente la fatalidad de la reducción de los salarios y lo condiciona a la capacidad de lucha de la clase obrera. Dijo que las rebajas salariales dispuestas en el convenio y los contratos de aprendizaje desmentían que estuviéramos en presencia de un condicionamiento tecnológico, sino que asistíamos a una cruda manifestación de superexplotación. Altamira caracterizó que el convenio Fiat anunciaba una avalancha de tentativas de reducción de salarios y de liquidación de las ocho horas en todos los sindicatos, del cual nadie podría “zafar”, y el envío de una legislación al Congreso para liquidar toda forma de contratación colectiva. A partir de esto concluyó en la importancia y actualidad que tenía el reclamo de paritarias y convenio por industria, para reivindicar aumentos salariales y la defensa de las ocho horas, para unir al movimiento obrero contra la ofensiva capitalista. Altamira dijo que planteaba esta consigna como una orientación a los trabajadores preocupados por la situación creada, que les sirviera como un factor de movilización. Por eso propuso también la convocatoria de congresos de delegados con mandatos de asamblea.


Una asistente reclamó a Salluso por la falta de información a los obreros de Cormec. Otros asistentes propusieron que la agitación contra el convenio prosiguiera con plenarios abiertos; un viejo activista sindical llamó a unir por abajo a los metalúrgicos con los mecánicos. La lista blanca del Smata presentó una adhesión a la mesa. Otros asistentes estimaron que podría ser importante la consigna del reclamo de paritarias para unir a los trabajadores en la lucha. La observación final fue la ya mencionada acerca del hecho excepcional de que la UOM participara en un debate organizado por el PO.